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Los blends en un mundo transversal

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Nuestra vida profesional esta pasando vertiginosamente de verticalismos a transversalidades, la incertidumbre no es una etapa que vivimos sino un nuevo contexto; necesitamos descubrir en los otros aquello que nos inspira, nos completa, nos potencia y nos permite crear aquello que persigue nuestro propósito. No hablamos de combinar, hablamos de blends estratégicos y de eso va esta nota.

Es tiempo de blends

Empecemos de a poco. ¿Qué es un blend?

Cuando Inés Berton, creadora de Tealosophy, en una de sus habituales inspiraciones creo Cornelia Mood, imaginando como agregar pomelo, pétalos de girasol y mango, a una base de Ceylon, caminando por Cornelia St., NY, no imaginó que me ayudaría a iniciar esta nota.  

Ella entiende que “cada blend es una composición meticulosa, una búsqueda del equilibrio perfecto entre notas sutiles y acordes intensos, concebida para despertar los sentidos y evocar paisajes lejanos, historias olvidadas, emociones profundas”.   Todo empieza con la selección de cada ingrediente. Un blend no es una mezcla. Es la formula, esa combinación exacta que creas para que se pueda sostener y permita acompañarte.

Esa visión de Inés me lleva al sentido de armonía y propósito de las “combinaciones únicas”, que permiten que una diversidad de ingredientes encuentra en esa formula un resultado especial e irrepetible, que tiene implícito su propósito de acompañarte en tus momentos vitales. 

Ahora viajemos y llevemos el blend al mundo corporativo.  Empecemos con una pregunta:

Cómo un teléfono cambio el mundo

Cuando Steve Jobs pensó el iPhone se lo habrá imaginado elegante, simple, táctil, sin teclado físico, con componentes miniaturizados, sensores, un sistema operativo ágil, táctil, visual y estable, una interfaz gráfica natural para la persona humana, con una estética disruptiva, minimalista, limpia y emocionalmente deseable. Pero para que fuera sustentable debía cambiar el modelo de negocios, y en lugar de generar ingresos vendiendo hardware había que crear un ecosistema de servicios, una autentica plataforma de negocios.

Para ello se implicó desde la dirección del proyecto, sentando a la misma mesa a diseñadores industriales, ingenieros electrónicos, ingenieros de software, expertos de marketing con foco en psicología cognitiva y experiencias de usuario, en comunicación y arte, y expertos en estrategia de negocios.

El resultado de ese blend de especialidades y disciplinas es un diseño que paso a ser el estándar de las comunicaciones personales, destruyendo al gigante RIM y su BlackBerry.

El fundamento estratégico actual es claro (incertidumbre continua, transversalidad interna e interempresarial como nuevo, único e inevitable escenario y demanda multigeneracional de personas que exigen participación, respuesta y estimulo).

¡Los ingredientes están, las especialidades y disciplinas nacieron para “blendearse”, pero solo a través de las conversaciones estratégicas logramos que ese blend produzca la fórmula que nuestro propósito persigue!

Y de eso va esta nota.  

Aprendizajes clave

Les comparto cuatro enseñanzas sobre el arte las conversaciones, estratégicamente encadenados entre sí.

1.Aprender a llamar las cosas por su nombre

En su nota del HBR “Cómo tener una conversación honesta sobre tu estrategia empresarial”, Russell Eisenstat y Michael Beer sugieren confrontar públicamente las barreras que bloquean la implementación de la estrategia. Esto impactara en roles, decisiones y comportamientos, y hay que estar preparados para conversaciones publicas difíciles y probablemente dolorosas y sin anestesia.

Pero ese dolor contribuye a la supervivencia al impulsar el aprendizaje y la adaptación. Las empresas y sus integrantes no aprenden a cambiar a menos que tengan la valentía de afrontar las realidades difíciles.

Yo participo de proyectos de transformación desde inicios de los ´90s. Viví informes, encuestas y opiniones técnicas que “facilitaron el entendimiento”, pero el cambio recién tomó impulso en medio de los debates en talleres y reuniones, donde se logró que las personas “clave” se movilizaran y mencionaran las “cosas por su nombre”. Sin emocionalidad no hay cambio.

Y desde haber verbalizado lo difícil, nos bajamos del pony y allí si, nos disponemos a escuchar. 

2.Aprender a escuchar

En su libro El Arte de Escuchar, Julia Cameron dice que escuchar proporciona conexión.  Al escuchar de manera consciente y responsable, nuestra escucha se agudiza con rapidez. Perfeccionarla no es cuestión de tiempo, sino más bien de atención.”

“Conectamos con nuestros semejantes, porque la más básica de las necesidades humanas es entender y ser entendido y la mejor forma de entender a una persona es escucharla. Y al escucharla, invitamos a ser escuchados”.

Durante el año de la certificación de mentoring aplicamos las técnicas de escucha y pregunta, y allí descubrí algo más que me sorprendió: la escucha consciente mejoró mi discernimiento. Habitualmente tendemos a llenar de supuestos la información faltante, y nuestra creatividad completa los huecos.  El riesgo es distorsionar inconscientemente la realidad desde nuestros sesgos, y luego tratar de convencer al otro de ellos.

Partiendo de la escucha consciente conectamos con nuestra escucha interior, nuestro propósito, nuestros referentes, nuestras emociones y anhelos fundidos en nuestro propósito.  “Sin escucha, no hay blend”.

Es allí donde valoro al otro, su aporte y sabiduría, y recién allí puedo comenzar a imaginarme todo lo que nos falta conversar. Y para ello tengo que mejorar mi forma de preguntar.

3.Aprender a preguntar

La pregunta es un arma de doble fijo, puede construir o destruir.  Muchas veces hemos caído en ciertas tentaciones, a las que “disfrazamos de comportamiento participativo” preguntando. Pero cayendo en errores tales como:

¿quieren que sigamos…?

También podemos generar a través de nuestra pregunta todo lo contrario: provocar reflexión, creatividad, cambio, conciencia, valoración, proactividad, responsabilidad, proximidad.  Eso crea valor en el blend.

Una muy buena guía la expresa Maria Luisa de Miguel Corrales en su libro “el arte de preguntar en el Mentoring”, donde destaca que nuestras preguntas pueden facilitar la construcción de relaciones con nuestros destinatarios, pueden generar un puente informativo valioso para tomar decisiones, ayudar a facilitar el logro de nuestros supervisados, poniéndonos a su disposición para decidir y ejecutar y animar y estimular a la construcción de una visión de futuro, empoderándolos para que aporten su mejor pensamiento y acción.

Y habiendo tomado consciencia del valor de escuchar y preguntar, estamos en condiciones de sumergirnos en conversaciones estratégicas

4. Aprender a Conversar

Una buena conversación es una combinación de dos factores: una adecuada preparación y cuidar los aspectos clave de la “conversación inteligente” que propone Judith E. Glaser.

Para preparar la conversación tengamos en cuenta los componentes clave (propósito de la conversación, los roles de los asistentes, la conexión estratégica o motivo, la conexión con la realidad, el estilo de la conversación y los aspectos tácticos que queremos resolver)

He visto reuniones con preparación previa impecable, pero que todo lo conversado antes de aquí se dejó de lado, intereses personales o sectoriales tomaron el control, fallando el facilitador.

En cuanto a la conversación inteligente, es aquella presidida por la presencia en el aquí y ahora, la escucha global y profunda, la consideración empática, la confianza y la esencia comunicativa.  Conversaciones con un objetivo y un deseo común de ayudar, comprender, transcender y construir en común.  Es allí donde podemos crear y transformar, son conversaciones con sentido, enfocadas a un objetivo y un propósito, transformar las conversaciones en decisiones, que luego pasan a ser acciones, y dan lugar a resultados excelentes.

El problema es cuando imaginamos que esos resultados se darán “esquivando las conversaciones difíciles”, y no nos hemos preparado para tenerlas.

Y mi mayor aprendizaje fue que, una vez pasado el mal momento de “decir las cosas por su nombre”, con una finalidad concreta, y pudiendo construir una conversación, comienzan a emerger “luces” en la conversación, y en un momento “los planetas se conectan” y estamos en otra dimensión. Eso ocurrió porque alguien hizo una pregunta que a todos nos costo responder y nos incomodó, pero nadie se levantó de la silla.  Al finalizar esa reunión, todos nos miramos satisfechos. ¿Qué había pasado? Simplemente una conversación inteligente.

Dos más dos, igual a cuatro

Cuando tenía que elaborar el proyecto final en la certificación de mentoring, se me ocurrió combinar las dos disciplinas que me apasionaban: mentoring y estrategia.  Como fan declarado de las metodologías “conversacionales” de Strategy de Alex Osterwalder y “novel fan” de la metodología de la Escuela de Mentoring que aboga por las conversaciones inteligentes, con los aportes valiosos serán provistos por los invitados, por lo que propuse combinar ambas disciplinas.

Un año después el resultado sigue sorprendiéndome: los diseños estratégicos nos obligan a imaginar, escribir, corregir, debatir, completar, los vacíos despiertan preguntas, y lo escrito permite llegar a acuerdos.  La escucha, la pregunta y la conversación inteligente construye a partir de los auténticos protagonistas de la historia, dueños de sus decisiones y consecuencias.

La conversación inteligente construye ese blend, esa combinación única e irrepetible de personas, ideas, acuerdos, compromisos, logros, aprendizajes y emociones, que deciden compartir un camino.

Y cuando lo has logrado te mudaste al país de la transversalidad, y allí comienza otra historia.

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