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Sembrando valores

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Los valores que nacen en el campo construyen el bien común.

En medio del ritmo intenso de la producción, entre sembradoras, caminos rurales y agendas siempre urgentes, existe un espacio para la pausa y la reflexión. Esa fue la invitación de Sembrando Valores, el encuentro espiritual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), que por primera vez se realizó en el marco de la Exposición Rural de Palermo.

Los líderes agropecuarios compartieron su experiencia de vida y profesional desde una perspectiva común: en el campo, los valores son la base de la práctica cotidiana. Fortaleza, paciencia, esperanza y resiliencia son más que palabras: son cimientos que sostienen la actividad y le dan sentido trascendente.

Ángeles Naveyra, presidenta de Fundación Barbechando, recordó que en el campo se aprende todos los días con hechos.  Para cosechar primero hay que plantar, confiar en el proceso y esperar los tiempos de la naturaleza. La raíz, invisible pero esencial, se fortalece en silencio. El gran aprendizaje en el proceso de transformación que vivimos como familia, sociedad y nación requiere volver al espíritu de sembrar con esperanza, trabajar sin certezas, pero con fe en resultado

Daniel Pelegrina, expresidente de la Sociedad Rural Argentina, habló de la humildad que impone la naturaleza y del trabajo bien hecho como bendición. Subrayó que el campo no solo produce bienes: genera empleo, arraigo, desarrollo local, tejido social. Y que es necesario acompañar a los más jóvenes con el ejemplo, para que sientan orgullo y la responsabilidad de dar continuidad a esta vocación.

María Soledad Aramendi, presidenta de la Sociedad Rural de Rosario, puso el foco en la articulación: “Para avanzar, necesitamos unirnos como sector, abrirnos al diálogo y ser leales a los acuerdos. Sólo así se puede construir el bien común”, expresó. Y señaló que el liderazgo agropecuario debe ser empático, representativo y con visión amplia, capaz de dialogar con la política en todos sus niveles para generar condiciones de crecimiento para todos.

El campo es la expresión concreta del bien común:  Es un de los impulsores más grande de la economía, genera una cantidad enorme de trabajo, impulsa el desarrollo social, arraiga comunidades, y es un excelente ejemplo de los principios fundamentales para la construcción de una sociedad justa e inclusiva: trabajo en equipo para el bien común, austeridad y empatía.

El campo refuerza su propósito a la luz de los valores cristianos: La palabra dada como compromiso, El perdón como herramienta de reconstrucción,
La empatía como forma de liderazgo y la integridad como garantía de confianza,
Al final del día, todo lo que se siembra con valores da buenos frutos para todos.

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