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Trump reloaded

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La segunda presidencia de Donald Trump inicia un nuevo ciclo económico y geopolítico, con consecuencias culturales de primera magnitud. Los primeros días de la nueva administración ya dan una pauta de cómo serán los próximos cuatro años.

Make America Great Again. Los buenos políticos —no los grandes estadistas que después pasan a los libros de historia y tienen monumentos en las plazas—, son los que saben hacer bien dos cosas: llegar al poder y, una vez que lo logran, mantenerse en él. Ganan elecciones porque saben identificar qué pasiones humanas reclaman una satisfacción inmediata, y desarrollan una narrativa convincente que hace creer a los votantes que esta vez sí, que ellos van a llevar adelante la transformación que prometen. Trump interpretó como nadie el orgullo herido del pueblo americano, que se sentía en el exilio de Babilonia, y le ofreció un futuro grandioso: la vuelta a la Tierra Prometida, de la que nunca debieron haber salido. Por eso ganó.

Hábil, el primer día tomó una serie de decisiones de alto impacto simbólico: dejó claro su alineamiento con Israel en el conflicto con el grupo terrorista Hamas, anunció la salida oficial de la Organización Mundial de la Salud y el retiro del Acuerdo Climático de París, volvió a incluir a Cuba en la lista de países promotores del terrorismo, anunció aranceles de importación a Canadá y México, declaró en emergencia la frontera sur de los Estados Unidos, creó el Departamento de Eficiencia Gubernamental, anunció que se iniciarán acciones para retomar el canal de Panamá, indultó a sus simpatizantes que asaltaron el Capitolio hace cuatro años, renombró como “Golfo de América” al Golfo de México y avisó que sólo se reconocen oficialmente dos géneros: el masculino y el femenino. Todo de golpe.

Después de esta batería de anuncios —quick wins—, se puede arriesgar qué cabe esperar de la administración Trump en los próximos años. Algo así:

No habrá modo de aburrirse. Un poco por las medidas concretas que implemente Trump y otro bastante por la batalla simbólica que ya está instalada. Una más de una larga guerra que no termina nunca, diga lo que diga Fukuyama.

Ilustración: gentileza GM+AI

 

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