Icono del sitio EMPRESA

A cuarenta años de Iglesia y Comunidad Nacional

Escuchar artículo

En la primera semana de mayo de 1981, los obispos reunidos en Asamblea Plenaria aprobamos un documento luminoso para la Iglesia del país. Su extensión, más o menos de 70 páginas nos da la pauta que esa semana fue la culminación de un largo trabajo de obispos, teólogos, pastoralistas. Y esto es importante de tener en cuenta porque ya en 1979 se había decidido preparar un documento de envergadura “basado en la Doctrina social de la Iglesia aplicada a nuestro país.”

No eran tiempos difíciles sino dificilísimos, pero el Episcopado, internamente, había experimentado muchos cambios, dado que el entonces Nuncio Apostólico, después Cardenal Pío Laghi, había llegado ya hacía unos años con la consigna de renovar una Iglesia con fama de excesivo “tradicionalismo”. Además la conducción del cuerpo episcopal estaba a cargo del Cardenal Primatesta, propenso al diálogo y a una mayor renovación.

Nos vamos a detener en unos pocos aspectos de este documento pero hay dos cuestiones claves que deben ser resaltadas. La primera es un llamado a la vida democrática. Hablar de democracia en esos tiempos en que los militares proclamaban que las urnas estaban bien guardadas y  las voces políticas, sindicales y empresariales permanecían en silencio fue algo ciertamente profético. Y gracias a Dios, con el tiempo esto pudo concretarse.

El segundo aspecto fue un llamado a la reconciliación de los argentinos. Y lamentablemente tenemos que reconocer que esta ha sido una inquietud que nunca pudimos lograr que se tradujera en hechos reales. Todavía hoy tienen vigencia enfrentamientos que nos impiden plasmar proyectos válidos para todos los ciudadanos.

———-.———-

Cuando se publicó este documento yo tenía cuatro años de obispo, pero mis recuerdos permanecen vivos y todavía experimento cierta emoción cuando logramos aprobarlo luego de largas discusiones.

Creo sinceramente que una lectura detenida todavía hoy en día, nos depara muy gratas sorpresas y nos vamos a encontrar con algunos párrafos que conservan una gran actualidad. Resumiendo podemos decir que el documento consta de tres partes. La primera y la tercera breves. La segunda constituye un cuerpo doctrinal importante.

Comienza con una interpretación de nuestra historia. Es la primera vez, y creo que la única, que el cuerpo episcopal asume una misión sin duda discutible. Porque ¿acaso puede haber una interpretación oficial de los acontecimientos históricos?

La segunda parte es un resumido tratado de la Doctrina Social aplicado a nuestra realidad. Y es aquí donde se resalta la opción por la democracia.

Recalco los nº 4 y 5 de esta segunda parte y sobre todo el apartado 120, de extraordinaria actualidad: “La separación y el equilibrio de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, que la Constitución consagra, deben tener una vigencia permanente y efectiva, evitando la indebida injerencia de un poder sobre otro y favoreciendo el juego libre y el mutuo control entre sí”.

Todo el nº 5 tiene particular importancia para el empresariado porque se refiere al “orden económico –social”.

Y por fin la tercera parte describe la necesaria reconciliación de los argentinos no como “un apaciguamiento sentimental y emotivo de los ánimos o un superficial y transitorio acuerdo” sino como un arduo proceso basado en la verdad y la justicia, evitando que “el rencor, el odio o la revancha tomen la delantera por sobre la justicia, aunque ella sola no sea suficiente… si no se le permite al amor plasmar la vida humana en sus diversas dimensiones”.

Lamentablemente esta voz no ha sido escuchada suficientemente por los argentinos y desde hace muchos años no podemos plasmar un camino de encuentro y comunión.

Termino una vez más recomendando la lectura de este documento. Puede descargarse haciendo clic acá.

Salir de la versión móvil