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Parresía en la empresa

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El riesgo de la verdad 

La primera vez que escuche la palabra parresía fue hace pocos años hablando con un amigo apasionado por el magisterio del Papa Francisco. La palabra es de origen griego y se compone de dos conceptos: pan y reo. Pan significa “todo” y reo “decir”. Parresía significa pues, “decir todo”. Algunos también la definen como “franqueza, apertura de corazón, libertad de palabra”. No se trata de decir lo que se quiere ya que la parresía implica una actitud ética: lo que se tiene que decir se dice porque es verdadero.

Los romanos la tradujeron también como libertad en el hablar, en oposición a la adulación, al silencio cómplice y a la retórica vacía. Inicialmente, la parresia fue una característica de los filósofos cínicos y estoicos. 

Para ser considerado como parresía, el hablar libre y franco debe presuponer la existencia de un riesgo. Hay parresía si el que dice una verdad debe hacerlo frente a personas con poder, enfrentando a la opinión pública o contrariando la moda o lo políticamente correcto. También puede expresarse sin palabras, negándose a realizar un acto por motivos de conciencia. 

Para los cristianos, la parresía es un don del Espíritu Santo que infunde la valentía para anunciar a Jesús. La primera proclamación de Cristo es realizada por el apóstol Pedro en el libro de los Hechos inmediatamente después de la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés. La parresía era la libertad de palabra del primer cristianismo. 

La llamada de Cristo en el trabajo

En la Biblia, leemos como Jesús llama a sus primeros apóstoles en sus lugares de trabajo. Al momento de ser llamados por Jesús, Simón (Pedro) y Andrés estaban literalmente echando las redes al agua porque eran pescadores. Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan también eran pescadores y estaban en su barca zurciendo las redes cuando fueron llamados por Cristo. Jesús llamo al evangelista Mateo cuando estaba trabajando: en este caso en su puesto de cobrador de impuestos.

Según distintas fuentes, en torno al 80 por ciento de la humanidad declara adherir a algún tipo de religión o tradición espiritual. Este año el Foro Económico Mundial de Davos (WEF) tuvo un panel sobre“Mantener la fe” y lanzará este enero de 2024 un reporte sobre “Fe en acción” en colaboración con más de 125 referentes incluida UNIAPAC. En 2024 también, tendrá lugar la quinta conferencia anual sobre “Libertad religiosa y negocios” en Washington que está orientada a empleados que participan en grupos de afinidad religiosa en su trabajo. Hay decenas de grupos de cristianos@empresa en todo tipo de pymes y multinacionales. 

Hace poco me invitaron a un panel de espiritualidad titulado: ¿en qué creo y por qué? El bien intencionado título hacía referencia a una elección por parte mía, basado en una serie de razones, de mi creencia religiosa. Es que hoy al igual que en la época de Cristo, hay mucha “oferta” de opciones de religión y espiritualidad. Sin embargo, los cristianos sabemos por experiencia que es Cristo quién elige y llama. 

Los evangelios contienen múltiples menciones de los doce apóstoles que eligió Jesús. Pero solo en el Evangelio de San Lucas se hace referencia al envío por parte de Jesús de otros 72 discípulos que debían ir antes que Él a todas las ciudades que Jesús debía visitar. El 72 simboliza la totalidad de la humanidad ya que ese era el número de las naciones enumeradas en el libro del Génesis. Jesús quiere llamar discípulos de todos los lugares.

Por unos cuantos años consideré una virtud profesional el ser reservado sobre mi Fe cristiana en el ámbito profesional. En ocasiones me preguntaban que escuchaba temprano a la mañana en el aeropuerto (solía escuchar homilías) y respondía secamente. Una vez en una empresa cliente, los empleados se pusieron a hacer una oración al inicio del día y me invitaron leer una lectura: decline amablemente. Me sentía más cómodo hablando de “valores” que de “Cristo”. 

Mi primer momento de oración comunitaria en el trabajo fue en 2016. Estaba en Brasil y tenía fiebre así que un colega de la oficina de Alemania, viendo que estaba decaído, me sugirió que hiciésemos una oración. Nos pusimos a orar en una sala al lado de la recepción. No recuerdo mucho lo que dijo salvo por una frase que más o menos se entendía así: “Te damos gracias, Señor, por nuestras ideas que no son nuestras ideas”. 

Si tuviese que quedarme con solo un momento en los más de 15 años que llevo en mi trabajo actual, elegiría ese momento. Todo gracias a la parresia de ese colega del trabajo.

Dios en acción

Siguiendo con el Evangelio de San Lucas leemos que Jesús no realiza un envío indefinido, sino que da pautas simples y precisas sobre el modo de llevar a cabo la misión: que cosas no llevar, el mandato de no detenerse y la indicación saludar con la paz al entrar en una casa. 

El saludo de la paz aparece en varias partes de la Biblia. Son las primeras palabras de Jesus en el domingo de resurrección. San Pablo incluye el saludo de la paz en todas sus cartas. Para los cristianos no es solamente un saludo. Es un augurio, un indicio de algo futuro. El saludo de la paz augura la llegada de Cristo.

¿Cómo podría llegar la paz de Cristo a mi lugar de trabajo? Acá van algunas ideas en torno a principalmente a crear espacios de oración comunitaria.

Los testimonios de la causa de Enrique Shaw están llenos de este tipo de acciones simples. Enrique solía regalar a las personas con las que trabajaba una Biblia u otros libros (ej.: Misal, Catecismo de la Iglesia Católica, libro sobre Eucaristía y vida empresaria) así como también estampitas y folletos y hasta una bendición del Papa Pio XII. Enrique invitaba a rezar a las personas que estaban de visita en la planta y también lo hacía a la hora de la comida y antes de reuniones importantes. Enrique Shaw tenía un Cristo en su escritorio.

No estás solo

Siguiendo con el envío de los 72 discípulos por parte de Jesús, se lee que Él manda siempre de dos en dos. Es que la predicación del Evangelio se basa en la palabra de al menos dos testigos. Cristo quiere que los que predican se apoyen mutuamente; esa compañía es un instrumento necesario que ayuda a valorar, calibrar esfuerzos y discernir.

Llevar adelante esta pastoral de compartir nuestra fe cristiana en la empresa no es un esfuerzo individual. Envalentona ser al menos dos. Compartir la fe la multiplica: yo creo más al ver como otros también creen. ¿Cómo dar el primer paso? Ahí van algunas ideas.

Combinando algunas de las acciones de arriba, al inicio de este año armamos con un colega un grupo de WhatsApp de cristianos en el trabajo para América Latina. Al poco tiempo encontramos otro colega de Panamá que había hecho lo mismo: ellos eran 3. Unimos fuerzas. Escribiendo esta nota me llego un mail de otro colega más que había encontrado un grupo similar en España: eran 11. Resulta que mi colega estaba buscando grupos de católicos en Slack para lanzar un nuevo grupo para rezar el Rosario en el trabajo…Es que así es el Reino de los Cielos: la semilla brota de cualquier manera, de día o de noche, sin que el hombre se de cuenta. 

Porque en toda empresa donde haya dos o tres reunidos en el nombre de Cristo, ahí está Él en medio de ellos (cfr. Mateo 18,20).

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