Icono del sitio ACDE Portal Empresa

Comunicar con éxito relacional

Escuchar este artículo
Descargar MP3

Para empezar, me hago eco de aquella expresión de Mafalda: “No vaya a ser que, por buscar salidas, nos quedemos sin entradas”. Es que, si erramos el punto de partida, difícil será llegar a buen resultado. Maravilla pensar que, en la diversidad de situaciones posibles, esta misma premisa puede ser igualmente decisiva.

¿Y cómo pensar el punto de partida para llegar a una comunicación que sea exitosa en lo relacional?

Prefiero adelantar mi respuesta, porque de ampliarla se tratarán, básicamente, estas líneas. Pienso que el punto de partida es el otro (no lo que creemos saber del otro) y que se requiere una disposición vital: cuidar la relación que podamos establecer entre nosotros al comunicarnos.

Empecé a creer esto al profundizar en la primera Encíclica del Papa Montini, que me cautivó con sus propuestas. Haciendo base ahí, fui armando esta síntesis que sugiere un rumbo, aunque no mencione explícitamente la comunicación:

Independientemente del grado de identificación que cada uno pudiera tener con los distintos puntos de esta enseñanza, me parece posible que nos abramos a entender la comunicación como encuentro, como un hacer juntos, donde lo central es la relación que se establece entre las personas que intervenimos.

Aún en medio de los más rotundos desacuerdos que podamos tener (en lo que pensamos, en el modo de vivir, en lo que creemos, en lo que decimos, en nuestras prioridades), la comunicación tiene el poder de acercarnos si a ello nos disponemos con pasión y convencimiento.

Entiendo que lo peligroso no es en sí la falta de acuerdo en estas cosas, sino volvernos inaccesibles, dejar de comunicarnos, o sea, de encontrarnos.

Decía: con pasión y convencimiento. Cuesta pensar en un resultado positivo si no es de esa manera. Es que, como nos habremos ido dando cuenta, es muy fácil poner distancia con el otro, dar paso a juicios, suposiciones, a enfrentamientos o hasta la más violenta indiferencia. ¿Qué tal si escapamos de todo eso?

El éxito al que me refería en el título nos convoca a elegir no maltratar al comunicarnos. A seguir aprendiendo cómo es esto de vivir pacíficamente con el aporte de los otros, sabiendo que tal cosa nada tiene que ver con renunciar a las propias convicciones y opciones de vida consecuentes.

Recibirnos, escuchar nuestros diversos pensamientos, no cerrarnos a la discrepancia, nos permite, además, prevenir que posturas propias se vuelvan exageradamente rígidas, que dejemos de incorporar nuevos matices a lo que aprendimos, elaboramos y comunicamos.

Asumir la complejidad y riqueza del nosotros, sin reducirla a lo que creemos saber unos de otros, como anticipé, me parece el inicio del éxito relacional al comunicar.

Salir de la versión móvil