En la principal prisión de Roma, el Papa Francisco dijo el último Jueves Santo: “la primera Puerta Santa la abrí en Navidad en San Pedro. Quería que la segunda fuera aquí, en una prisión. Quería que cada uno de nosotros aquí, dentro y fuera, tuviéramos la posibilidad de abrir de par en par la puerta de nuestros corazones y entender que la esperanza no decepciona”.
Una segunda oportunidad es mucho más que un nuevo comienzo: es una expresión concreta de la gracia de Dios. Es el reconocimiento de que todo ser humano, por más profunda que haya sido su caída, puede redimirse, crecer y volver a integrarse plenamente a la comunidad.
En este sentido, ofrecer una oportunidad laboral no solo repara una exclusión: encarna el mensaje de la misericordia, del perdón y del amor al prójimo. Así lo vivimos en el encuentro organizado por ACDE en Plural: “Inclusión laboral: historias con sentido”, con la participación de María Pinto, Coordinadora de la Fundación Espartanos; Maricel Caretti, Gerente de Sustentabilidad Corporativa y Relaciones con la Comunidad en Banco Macro; y Carlos Ponce, un Espartano y empleado de Banco Macro.
Espartanos nació en 2009 de la mano de Eduardo Oderigo, ex jugador de rugby y abogado penalista, que comenzó entrenando a personas privadas de su libertad en la Unidad 48 de San Martín. A través del rugby -un deporte que promueve valores como el compromiso, la humildad, el trabajo en equipo y la responsabilidad- personas que están y estuvieron privadas de la libertad encontraron herramientas para tener una segunda oportunidad en sus vidas y volver a empezar con dignidad a través de la inclusión laboral.
Como señaló María Pinto durante el encuentro, el paso por Espartanos no se limita a la cancha. Este camino de transformación personal es posible gracias al acompañamiento, la contención emocional y, sobre todo, la confianza depositada en quienes muchas veces fueron descartados por la sociedad. Es en ese momento en el que el cambio puede ser clave, y es desde la empleabilidad. Este es el caso de Banco Macro que fue una de las primeras empresas en incorporar a exreclusos y abrir un camino sostenido de inclusión desde el respeto y compromiso por las personas.
Maricel Caretti explicó que la tarea del Banco no se limita a incorporar personas, sino a acompañarlas en su desarrollo: “apostamos a crear un entorno donde puedan crecer y desplegar su potencial, sabiendo que cuentan con un equipo que los respalda.” También destacó los desafíos que enfrentaron, como la necesidad de trabajar sobre los prejuicios: “tuvimos que hacer un proceso cultural profundo, pero los resultados superaron cualquier expectativa.”
Hoy, cuando las organizaciones buscan propósitos claros y vínculos más humanos, la inclusión laboral ofrece una respuesta genuina y relevante. Me quedo con una frase del Padre Daniel Díaz en el 28° Encuentro Anual ACDE: “La inclusión no es incluir un rol o un puesto, no tenemos que olvidarnos que es una persona que estamos incluyendo.” Tomando a la persona como centro, estos testimonios son una forma concreta de esperanza para un mundo más justo, equitativo y sostenible.