1. El nuevo contexto
Los cambios propuestos por el nuevo gobierno para el sector agroindustrial, dan un marco para lograr potenciar un verdadero desarrollo del interior del país.
Estamos frente a un mundo cuya prioridad dentro de los intereses globales están “Hambre Cero” y “Cambio Climático” y Argentina hoy está alineado para ser uno de los países que más puede aportar para cumplir con estos intereses.
Hay acuerdo que Hambre Cero y la mitigación y adaptación al Cambio Climático solo pueden ser enfrentados con tecnología, innovación, buenas prácticas agrícolas y mejorando la eficiencia del uso de los recursos naturales.
Los adelantos tecnológicos y la capacidad de adopción de nuevas tecnologías que han demostrado los productores y emprendedores argentinos nos permiten ser optimistas que esto es posible en nuestro país.
2. Principales propuestas y su repercusión
Se han anunciado nuevas políticas para el sector agropecuario y algunas ya han sido puestas en marcha.
En primer lugar, se quitaron las trabas a la exportación que fue el freno al crecimiento en los últimos años. En un país en el que producimos alimentos para una población diez veces superior a la de Argentina este es un tema determinante para el desarrollo agroindustrial.
Se eliminaron y redujeron los derechos de exportación. A su vez se eliminaron los Registros de Operaciones de Exportación (ROE) para los granos y otros cultivos, que en la práctica funcionaban como verdaderos permisos o cupos de exportación, al mismo tiempo dentro de las medidas macroeconómicas, se unificó el tipo de cambio y se eliminó el “cepo cambiario”.
En segundo lugar, se ha creado dentro del Ministerio de Agricultura la Secretaría de Agregado de Valor. El objetivo de esta Secretaría es el desarrollo de toda la agroindustria para poder exportar productos cada vez con mayor valor agregado. Se promueve la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías, incluyendo las novedades que hoy aporta la bioeconomía. Se creó una subsecretaría de bioindustria. Cada vez más el desarrollo tecnológico en las cadenas de valor de la producción agropecuaria, nos permite tener productos originados en las materias primas producidas en el campo, que no son alimentos. No solo me refiero a los biocombustibles que ya tienen un buen desarrollo en el país, sino a muchos otros productos desde bioplásticos degradables, hasta productos farmacéuticos.
Tenemos como desafío integrar cada vez más las cadenas de valor, desde la producción primaria hasta la góndola. Producir alimentos más elaborados no solo mejora sustancialmente nuestras exportaciones sino que genera más trabajo en el interior del país.
La producción de alimentos en Argentina podemos dividirla para simplificar, en dos:
a) La producción de pradera pampeana, que partiendo de granos, carne y leche, con todos los procesos de industrialización, termina en el consumo interno y fundamentalmente en la exportación.
b) La producción de las economías regionales, parte principalmente de cultivos intensivos fruti-horticolas, que también son industrializados, y abastecen el mercado interno y la exportación.
Las proyecciones hechas para los próximos diez años para Argentina es que podremos tener un crecimiento en la producción de granos del 30%, a lo que se debe sumar los incrementos de las carnes. La mayoría de este aumento pasará a exportación, y el mayor desafío es exportar cada vez más productos elaborados. Por ejemplo más importante que exportar trigo, será exportar harina, y a su vez tendrá más impacto si en lugar de exportar harinas, exportamos fideos u otras pastas. Este ejemplo debería repetirse en las distintas cadenas de valor.
En las economías regionales el salto productivo que se puede lograr es incluso más significativo porcentualmente que en pradera pampeana.
Un ejemplo de que esto es posible lo tenemos en el crecimiento frutihortícola de un país vecino como Chile.
Tenemos suelo con potencial sin explotar, y mucha agua de riego sin utilizar. Todo esto como consecuencia de políticas inadecuadas de los últimos años en Argentina.
El crecimiento de las economías regionales será a su vez determinante para el desarrollo del interior del país.
Para que todo este desarrollo sea eficiente y competitivo no solo se necesita inversión y tecnología sino que el gobierno acompañe con obras de infraestructura.
Caminos, transportes, energía, son indispensables para que esto pueda concretarse. Los anuncios para el Norte Argentino del programa “Plan Belgrano” son auspiciosos en este sentido.
Es impensable que todo esto suceda sin una apertura de Argentina al Mundo. Por un lado porque necesitamos capitales para poder llevar adelante todo este desarrollo. Por el otro, porque tenemos que salir al mundo a relacionarnos con los otros países y regiones para poder ampliar nuestro comercio internacional.
Es auspicioso que en los primeros pasos del nuevo gobierno haya priorizado la política exterior, relanzando el Mercosur, recuperando las relaciones históricas con Europa y USA y manteniendo y potenciando los acuerdos con los principales países Asiáticos.
Para que el desarrollo del sector agroindustrial sea completo debe darse junto con medidas de orden social y de cuidado del medio ambiente.
En Argentina hoy hay 250.000 familias que viven en el campo, principalmente en el Norte del país, en pequeñas superficies y con serias dificultades de subsistencia y muchas de ellas migran hacia las grandes ciudades en búsqueda de trabajo y un futuro mejor.
El Ministerio de Agricultura ha decidido promover la Secretaría de Agricultura Familiar que atiende hoy el sector más postergado del agro-argentino. Acompañar a estas familias con políticas adecuadas permitirá la posibilidad de integrarlas a la producción, principalmente con productos de huerta y granja para el consumo interno.
3. Nuestra responsabilidad como Sector Privado
Para el sector privado, estos cambios nos presentan un doble desafío. Por un lado desde nuestras empresas tenemos la oportunidad de invertir, ser eficientes y concretar esta oportunidad que el país nos brinda.
Por el otro, desde nuestras organizaciones, apoyar el diálogo público-privado, buscando el desarrollo del interior, para lograr un verdadero federalismo y promover todas aquellas medidas que permitan un país con más oportunidades de trabajo, una drástica reducción de la pobreza y una mejor distribución regional del ingreso, que limitará la migración rural urbana traumática a la que hemos asistido por décadas.
Creo que es posible revertir la situación actual y comenzar el desarrollo no solo del campo, sino especialmente de las ciudades del interior de la mano de la agroindustria.
Para ello será importante descentralizar gran parte de las políticas públicas, promoviendo la acción de los gobiernos provinciales y municipales.
Estamos frente a una nueva oportunidad como país. Que se concrete dependerá no solo del sector público, sino y muy especialmente de la actitud y responsabilidad que nos toca al sector privado frente a estos nuevos desafíos.