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¿Por qué revolución educativa?

Escrito por Esteban Bullrich

El ministro de Educación explicita sus ejes de acción en su materia. La educación desde los tres años obligatoria, el aprendizaje de un segundo idioma y el foco en la calidad de la enseñanza son sus prioridades.

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Debemos sustituir el mundo de las palabras y las promesas por la realidad de los hechos. El Presidente Macri se ha propuesto –y nos lo ha puesto como una actividad prioritaria- que llevemos a todo el país y ya lo estamos haciendo, la Revolución con la que transformamos en los últimos ocho años, la vida educativa de la Ciudad de Buenos Aires.

Esta Revolución –porque se trata de un cambio profundo- es difícil de explicar en pocas palabras, pero la esencia de la propuesta es la siguiente:

  1. No importa donde nazca una persona, sin distinción de zonas geográficas ni condiciones socio económicas, tendrá la misma posibilidad de educarse y la misma calidad educativa.
  2. Debemos volver a poner al maestro como el centro respetable de la sociedad. En la Argentina que tratamos de recuperar, la expresión más alta de la calificación social decía de alguien que alcazaba la excelencia: “es un Maestro”. Ahora, frente al mismo cuadro, escuchamos “es un Capo”. Muchas veces el idioma expresa, sin saberlo, cómo se deforma y cómo se puede mejorar la realidad.
  3. Estamos creando una Unidad de Evaluación Integral de la Calidad Educativa. La evaluación no discrimina, mide para saber dónde estamos. Funciona como el análisis médico: no sabemos cuanta presión o cuanto colesterol tenemos hasta que lo medimos. Para solucionar el problema debemos saber dónde estamos parados. La evaluación no medirá solo a los maestros, los alumnos y la infraestructura de las escuelas. Debe medir también a las autoridades políticas que quieren llevar adelante el cambio. Lo hicimos en la Ciudad por una ley, lo haremos en la Nación por otra ley. Debemos escuchar a todos, dialogar con todos, para construir entre todos.
  4. Hay algunas columnas –no son las únicas- que permitirán construir la arquitectura de la Revolución.
  • La educación formal debe comenzar a los tres años de edad. Está probado estadísticamente, que aquellos cuya educación empieza a esa edad, en el Jardín de Infantes, eliminan hasta siete veces la posibilidad de repitencia. Hoy, en el total país, hay 638.000 niños que no van a la escuela entre los tres y cinco años. En la Ciudad ese número alcanza solo a mil.
  • Tal como lo hicimos en la Ciudad, todos los chicos, desde primer grado, aprenderán a hablar y escribir el idioma inglés. Esta elección está lejos de ser ideológica. El ex Presidente Uruguayo Pepe Mujica dijo: “el inglés no es el idioma de los yankees, es el idioma a través del cual negocian los chinos”.
  • La entrega de la computadora a un niño le permite vivir en un verdadero mundo bilingüe. Es, simplemente, una nueva forma de comunicación que no se agota en el idioma hablado porque accede al verdadero ámbito del siglo XXI. No entenderá los cambios que vive, ni los impensables que vendrán, sino maneja adecuadamente este instrumento.
  • Buscamos que los chicos que educamos no sean buscadores sino creadores de trabajo. La gran apuesta de este siglo radica en la necesidad de imaginar nuevas formas de trabajo, que demandará el desarrollo tecnológico. Las actividades tradicionales no alcanzarán para satisfacer la demanda de empleo, habrá que imaginar otros nuevos. Los nombres de los creadores de Apple, Microsoft o Google no solo no existían hace cuarenta años: tampoco existían el tipo de negocio que inventaron.

La clave de arco que hará posible alcanzar estos objetivos es el dialogo. Diálogo en todas las direcciones: entre gobierno y privados, entre Estado y sindicatos, entre hacedores e intelectuales.

Estas ideas no son únicas, pero están sostenidas en la idea clásica, abandonada por tantos años, que la educación es la base del cambio social.

No tenemos que pensar sólo en qué país le dejaremos a nuestros hijos, sino también en qué hijos le dejaremos a la Argentina.

Sobre el autor

Esteban Bullrich

Fue Ministro de Educación y Deportes desde el 2015 hasta el 2017. Senador nacional por la provincia de Buenos Aires desde 2017. Anteriormente fue Ministro de Desarrollo Social y de Educación en la Ciudad de Buenso Aires.

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1 comentario

  • Muy agradecido por la propuesta y no dudo que es el camino de la Inserción de los mas perjudicados en un futuro imprescindible de mejora social indispensable .