Resumen de la presentación realizada el 20 de agosto en ACDE Tucumán*
Enrique Shaw se arriesgó con esperanza como verdadero empresario. Consideraba fundamental: “Como empresarios: sembrar esperanza”.
Confió en Dios y escribió sobre las Bienaventuranzas evangélicas en su conferencia Eucaristía y vida empresaria. Se propuso no sorprenderse por el mal.
Para que un dirigente de empresa sea eficaz y eficiente es indispensable que sea manso. Su acción pujante la llevó a cabo con mansedumbre pues “las obras de Dios son siempre lentas, y no pretendamos obligar a Dios a ceder a nuestra voluntad. En vez de decir «si Tú quieres, seguramente puedo», a veces pensamos «yo quiero y Tú deberías». Precisamente uno de los frutos del Espíritu Santo es una virtud que tal vez en nuestra época y en nuestro país se necesita más que en otros: la longanimidad, grandeza y constancia de ánimo (Cf. Ga 5, 22-23)”.
Enrique se arriesgó en presentar su renuncia ante la accionista mayoritaria norteamericana para el caso de que se efectuaran despidos de trabajadores en el año 1961.
Consideraba que ACDE aumentó su esperanza ya que la historia “no es un devenir inevitable y fatal, sino que podemos influir sobre su curso y su destino”. Actualmente agradecen la defensa de su personal.
Consultaba permanentemente a su Socia la Virgen María, nos enseña paciencia durante los treinta años.
1) Enrique ponía su esperanza en Dios que era la realidad más intensa: “En Tí, Señor pongo mi esperanza y no seré confundido” repitiéndola naturalmente entre muchas jaculatorias.
2) Enrique escribió: “Como empresarios: sembrar esperanza. Ver la realidad. Renunciar al beneficio aparente del momento. Ser un puente entre quienes conocen el problema, y el «sumergido» que piensa en su problema inmediato.
3) La Virgen María nos enseñó paciencia durante 30 años y de esperanza contra toda esperanza:
“Acción con María de «socia»: Nuestra acción debe seguir los pasos de Jesús: debe ser profundamente mariana. Si no hubiera sido por María no tendríamos Eucaristía, pues la Humanidad de Cristo la tenemos por la acción del Espíritu Santo a través de Ella, es decir que Su Humanidad fue «moldeada» por la Santísima Virgen.
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