Disfrute infinitamente compartir días y semanas enteras con mi hija como nunca antes lo habíamos hecho; leí muchísimo; pinte más que nunca, ordene, desordene, cambié los muebles miles de veces, encontré el momento para hacer un curso de restauración de muebles y sumarme a clases de filosofía y de Opera. Gracias Totales a los que fueron rápidos y encontraron la forma de reinventarse para seguir compartiendo conocimiento y finalmente amigarnos con la idea de darnos tiempo para conectarnos con nuestros hobbies y la inmensa lista de pendientes que venimos acumulando bajo la frase: “cuando tenga tiempo voy a” y aprendí, también, que el momento es ahora y permitirme tiempo para mí misma.
Tomé real dimensión de lo finito de la vida, perdí amigos queridos… aprendí a valorar más que nunca cada instante y la importancia de estar cerca de los que uno ama y no perder el foco ante la adversidad y la incertidumbre. Tuve momentos de profunda reflexión sobre cómo había encarado mi vida y llegue a la feliz conclusión de que tengo una Buena Vida, que aún en momentos de tanta adversidad la decisión de tener una Buena Vida es lo que me sostuvo en muchos momentos de incertidumbre y me ayudo a conectar rápidamente con el “modo supervivencia” comiendo sano, haciendo actividad física, manteniendo rutinas de sueño y priorizando escuchar muy buena música a seguir las noticias calamitosas en las redes y en los medios.
Lo único que no puedo superar es la falta de esos abrazos fuertes que te reinician el alma, pero confío en que pronto volverán.
Y como dice Murakami:
“Y una vez que la tormenta termine, no recordaras como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta termino realmente. Pero una cosa si es segura. Cuando salgas de la tormenta, no serás la misma persona que entro en ella. De eso se trata esta tormenta”.