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Señales de esperanza

Foto por Rene Asmussen - Pexels
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La fatiga y el desánimo son cada vez mayores. La economía y el trabajo no se recuperan; la dirigencia política divorciada de los ciudadanos; la pandemia con una inoperante respuesta con la carga de tanto dolor y muertes que pudieron ser menores, el incierto futuro.

Ante la orfandad de la dirigencia en general, el ciudadano busca señales de esperanza y no siempre las encuentra. Intentaremos en las próximas líneas brindar algunas sin caer en el facilismo.

Los males que aquejan el funcionamiento económico y social de nuestro país se asimilan de alguna manera a la persona que sufre una adicción, que el diccionario define como la “dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico”. ¿Qué otra cosa son el reiterado uso de políticas económicas utilizadas una y otra vez siempre con el mismo resultado? ¿Cómo se puede seguir discutiendo el origen y las causas de la inflación si llevamos décadas sin resolverlos cuándo otros países de la región si lo han logrado? ¿Realmente no sabemos como derrotarla o no tenemos el coraje para implementar las medidas necesarias para hacerlo? ¿No conocemos todavía como romper el círculo vicioso que convierte una y otra vez al ciudadano en prisionero de la dirigencia que él mismo ha votado? ¿No sabemos como hacer para que funcionen adecuadamente las instituciones democráticas y republicanas?

Cada uno de estos interrogantes encierra un desafío para brindar una respuesta veraz y valedera. Pero, así como la persona adicta debe tarde o temprano enfrentar la realidad para iniciar una posible recuperación, así la sociedad argentina debe lograr enfrentar con valor este desafío, o aceptar la decadencia hasta un punto donde ya quizás no haya retorno.

El Encuentro Anual ACDE 2021 nos ha brindado algunas señales de esperanza que nos parece oportuno volver a destacar. Los testimonios recogidos de varios empresarios y dirigentes que han logrado sostener su actividad en base a las mejores normas y conductas, sin caer en los vicios de las prácticas corruptas, prebendas y otras nocivas conductas. Aceptando en cambio la esencia que constituye el valor de la actividad empresarial: la iniciativa, el emprendimiento, la innovación, el riesgo y la competencia.

Fue también notorio en las presentaciones el cambio de mentalidad visible en las nuevas generaciones, contrastando con la obsolescencia y cerrazón del pensamiento del pasado. Y en este sentido vale destacar el consenso logrado por el grupo de empresarios y sindicalistas que presentaron el documento Consenso Argentina 2040, cuya síntesis ya ha sido presentada en este Portal. Disponer de un diagnóstico consensuado es un primer paso muy alentador.

Testimonios y valores brindan entonces señales de esperanza. Pero el camino aún es largo, será necesario trabajar para lograr alcanzar consensos también para implementar las medidas necesarias para superar la actual realidad, las acciones necesarias para dar respuesta a los desafíos planteados. No faltan diagnósticos ni recetas. Lo que hace falta es lograr el consenso para acordarlas y el valor para ejecutarlas.

Si la tarea parece ardua, de difícil cumplimiento, y la fatiga es grande, que la respuesta no sea el desánimo. Recurramos a nuestros valores esenciales y testimonios más valederos para fortalecernos y continuar bregando para exigir de nuestra dirigencia las respuestas adecuadas.

Enrique Shaw relata en sus escritos la gran impresión que como dirigente de empresa le provocaba la reacción de Salomón cuando Dios le dice que pida lo quiera y él responde:” Dame Señor un corazón que escuche para así poder gobernar tu pueblo”. Ante la orfandad que el ciudadano siente de la actual dirigencia, estas palabras nos alientan.

Y finamente, creemos muy oportuno en este contexto el testimonio de Immaculée Ilibagiza, que logró superar una situación tan devastadora en su país natal Ruanda y nos brindó su testimonio de cómo liberarse de la carga del rodio y la ira e ir en busca del perdón y la ayuda de Dios.

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