La fatiga y el desánimo son cada vez mayores. La economía y el trabajo no se recuperan; la dirigencia política divorciada de los ciudadanos; la pandemia con una inoperante respuesta con la carga de tanto dolor y muertes que pudieron ser menores, el incierto futuro.
Ante la orfandad de la dirigencia en general, el ciudadano busca señales de esperanza y no siempre las encuentra. Intentaremos en las próximas líneas brindar algunas sin caer en el facilismo.
Los males que aquejan el funcionamiento económico y social de nuestro país se asimilan de alguna manera a la persona que sufre una adicción, que el diccionario define como la “dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico”. ¿Qué otra cosa son el reiterado uso de políticas económicas utilizadas una y otra vez siempre con el mismo resultado? ¿Cómo se puede seguir discutiendo el origen y las causas de la inflación si llevamos décadas sin resolverlos cuándo otros países de la región si lo han logrado? ¿Realmente no sabemos como derrotarla o no tenemos el coraje para implementar las medidas necesarias para hacerlo? ¿No conocemos todavía como romper el círculo vicioso que convierte una y otra vez al ciudadano en prisionero de la dirigencia que él mismo ha votado? ¿No sabemos como hacer para que funcionen adecuadamente las instituciones democráticas y republicanas?
Cada uno de estos interrogantes encierra un desafío para brindar una respuesta veraz y valedera. Pero, así como la persona adicta debe tarde o temprano enfrentar la realidad para iniciar una posible recuperación, así la sociedad argentina debe lograr enfrentar con valor este desafío, o aceptar la decadencia hasta un punto donde ya quizás no haya retorno.
El Encuentro Anual ACDE 2021 nos ha brindado algunas señales de esperanza que nos parece oportuno volver a destacar. Los testimonios recogidos de varios empresarios y dirigentes que han logrado sostener su actividad en base a las mejores normas y conductas, sin caer en los vicios de las prácticas corruptas, prebendas y otras nocivas conductas. Aceptando en cambio la esencia que constituye el valor de la actividad empresarial: la iniciativa, el emprendimiento, la innovación, el riesgo y la competencia.
Fue también notorio en las presentaciones el cambio de mentalidad visible en las nuevas generaciones, contrastando con la obsolescencia y cerrazón del pensamiento del pasado. Y en este sentido vale destacar el consenso logrado por el grupo de empresarios y sindicalistas que presentaron el documento Consenso Argentina 2040, cuya síntesis ya ha sido presentada en este Portal. Disponer de un diagnóstico consensuado es un primer paso muy alentador.
Testimonios y valores brindan entonces señales de esperanza. Pero el camino aún es largo, será necesario trabajar para lograr alcanzar consensos también para implementar las medidas necesarias para superar la actual realidad, las acciones necesarias para dar respuesta a los desafíos planteados. No faltan diagnósticos ni recetas. Lo que hace falta es lograr el consenso para acordarlas y el valor para ejecutarlas.
Si la tarea parece ardua, de difícil cumplimiento, y la fatiga es grande, que la respuesta no sea el desánimo. Recurramos a nuestros valores esenciales y testimonios más valederos para fortalecernos y continuar bregando para exigir de nuestra dirigencia las respuestas adecuadas.
Enrique Shaw relata en sus escritos la gran impresión que como dirigente de empresa le provocaba la reacción de Salomón cuando Dios le dice que pida lo quiera y él responde:” Dame Señor un corazón que escuche para así poder gobernar tu pueblo”. Ante la orfandad que el ciudadano siente de la actual dirigencia, estas palabras nos alientan.
Y finamente, creemos muy oportuno en este contexto el testimonio de Immaculée Ilibagiza, que logró superar una situación tan devastadora en su país natal Ruanda y nos brindó su testimonio de cómo liberarse de la carga del rodio y la ira e ir en busca del perdón y la ayuda de Dios.
Todo lo dicho es muy cierto y es verdad que si no hay consenso del pueblo, Argentina no tiene salida de la ciénaga en que casi 80 años de malos gobiernos han logrado hundir al país. Ya lo he dicho en otros comentarios que la solución no estriba en cambiar la política económica sino en modificar radicalmente el sistema de gobierno comenzando por una ley electoral que asegure la representatividad y la idoneidad de los candidatos. Debe servir de filtro para evitar que la caterva de pésimos políticos como los actuales vuelvan al poder. Es inadmisible que los ciudadanos se encuentren a la merced de gobiernos corruptos que gobiernan utilizando una versión fraudulenta de la democracia. Es imprescindible que el pueblo imponga la auténtica democracia que a estos políticos de farándula no les interesa porque quedarían fuera de juego. Un Plebiscito popular puede imponer los cambios necesarios dando a los ciudadanos los medios legales para: rescindir una ley injusta o negativa, destituir a cualquier funcionario que no cumple con su función, imponer el Juicio de Residencia donde un tribunal popular juzga la gestión de todos los altos funcionarios con capacidad de imponer penas, limitar las medidas que un gobierno puede poner en práctica (impuestos, créditos, aranceles, leyes que coarten la actividad privada, etc.) prohibir terminantemente los subsidios que se vienen usando para comprar votos. Eliminar los fueros a los funcionarios que cometen actos penados por la ley. Hay que recordar que un gobierno está constituido por sirvientes del pueblo y no son gente con poder sobre los ciudadanos. Como en el caso de los accionistas de una empresa que contratan y despiden a sus ejecutivos los ciudadanos son también los propietarios del país y deben prevalecer sobre cualquier gobierno.
Hay mucho más para explayarse sobre este importante asunto donde se juega el futuro de nuestros descendientes.
Atte Luis A. MerloFlores
Muchas gracias por tu comentario
Tal cual el inicio de la nota, lamentablemente la dirigencia política está divorciada de la ciudadanía. Parecen caminos paralelos…hay dos tipos de ciudadanos, los políticos y el resto de la sociedad. Además por efecto de la pandemia, y la necesidad en muchos casos, tener que trabajar en el domicilio particular, hay empresas que se han «desligado» del contacto con el colaborador. Es decir ni siquiera un vínculo virtual…para preguntar a su empleado, como está Él y su familia, como es su estado anímico, hacia donde va la empresa, que planes tiene a futuro, máxime en un país como Argentina con una macro economía en total incertidumbre
permanente, desde hace 70 años…Muchas empresas se han limitado a pagar sueldos y prepagas..y nada más , sin pensar que el individuo es un Ser integral…Cuerpo / Mente / Espíritu.
Una sociedad se integra y desarrolla a través de Todos los actores de la misma. Así lo han hecho sociedades que logrado avanzar , a pesar de la adversida.
Alemania hace 70 años estaba destruída por efecto de la posguerra. Hoy lidera Europa, política, social, económica y tecnológicamente.
Argentina hace 70 años comenzaba un derrotero político «nefasto»…que aún nos persigue….la pregunta, sera Nuestra IDIOSINCRACIA !!!!!
Muy Buena editorial !!
Cordial Saludo.