Hace unos años me invitaron a una realizar una presentación, en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), del Fondo de Ayuda para la Formación de Sacerdotes (FONSAC). Para conocer mejor a mis interlocutores y sus intereses, busqué información sobre la vida de su principal impulsor que estaba camino a los altares, el Siervo de Dios Enrique Shaw.
Lo primero que leí, fue el libro “Notas y apuntes personales recopilados e introducidos por Adolfo Critto” y editado por Claretiana. La lectura me permitió conocer a la persona, sus preocupaciones, detalles de su vida espiritual y los esfuerzos por mejorar en cada uno de ellos. Sus notas personales me mostraron un alma muy enamorada de Dios y de la Virgen y consciente de su misión en el mundo. Me llamó la atención el detalle en sus anotaciones sobre sus propios defectos, como corregirlos y la importancia que le daba a las normas de piedad. El pensamiento que me dejó fue, que detrás de un alma tan fina y delicada, debe haber habido un muy buen director espiritual, un sacerdote, que acompañaría su esfuerzo para estar cada día más cerca del Señor.
De esa lectura, me gustaría destacar este párrafo:»…Hay que cristianizar a la clase patronal argentina. Es indispensable mejorar la convivencia social dentro de la empresa. Importa mucho que el dirigente de empresa sea accesible. Hay que humanizar la fábrica…« Estas ideas señalan un deseo profundo de formar a los dirigentes de empresa en la fe católica y esa formación permitiría una mejor calidad humana en el lugar de trabajo y en particular en el trato con los empleados. Su objetivo era que la empresa fuera como una familia, con sus varias particularidades. Su afirmación: “…el empresario ha de ser Cristo en la empresa”, me lleva a la pregunta de ¿cómo y quién puede hacer eso? Esa formación debería ser dada por una persona, sacerdote o laico, con una buena formación espiritual, con capacidad para comprender al empresario y al empleado u obrero.
En otro pasaje de sus anotaciones, es más claro al respecto y dice: “Se debe crear la conciencia de una función empresaria concebida cristianamente, para lo cual tenemos que usar el método de la aplicación concreta. El sacerdote no solo eleva a Dios, sino que trae a Dios a los hombres en la comunión, con la predicación, etc. El empresario debe encarnar a Cristo en la empresa. La forma de hacerlo es aplicando sus enseñanzas… Estas anotaciones son más directas en relación al sacerdote y la importancia de su función en la educación y formación de los empresarios. Aquí es donde vemos a las claras que para poder lograr ese propósito es necesario disponer de sacerdotes bien formados, con una sana doctrina, con la capacidad de poder ayudar a las personas a crecer en lo espiritual y profesional.
Por esta razón y por estar involucrado en la promoción de la formación de Sacerdotes y Seminaristas en FONSAC, imagino que ACDE tiene un campo de acción, en la formación de Sacerdotes, que luego formarán a los empresarios y obreros de nuestro país.
Para poder cumplir otra afirmación del Siervo de Dios, en otra anotación: “Esta es una misión de religión y vida: tratar de santificarnos a través de la profesión y de santificar la profesión”. Si no hay Sacerdotes que formen a los empresarios, ¿cómo lograr el objetivo que veía tan claramente Enrique Shaw? “Como el Sacerdote trae a Cristo a la tierra en cada misa, así el empresario cristiano debe encarnar a Cristo en la empresa”.
FONSAC promueve la formación de sacerdotes y ser parte de ella es una inversión, un valor agregado, a la finalidad de la tarea que realiza ACDE.
Si lo tuviese frente a mí a Enrique Shaw ahora y le pidiera una beca para un sacerdote, ¿Qué me respondería un hombre tan santo? Sé que no solo ofrecería becar a un hombre elegido de Dios, sino a varios o quizá, como buen empresario que deseaba multiplicar sus talentos, invitaría a otros a sumarse a esa finalidad, pues tenía clarísimo el verdadero sentido de la vida y de lo urgente.