Palabras de cierre del Presidente de ACDE, Gonzalo Tanoira, tras la intervención del presidente de la Nación, Alberto Fernández.
Las empresas, con libertad e iniciativa, deben ser los vehículos principales de prosperidad para la sociedad y de desarrollo personal para todos nuestros trabajadores.
Quiero agradecerles a todos por su presencia durante la jornada. Hemos tenido oradores de primera categoría y a todos ellos mi más cálido agradecimiento. En especial al presidente de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social, Monseñor Lugones, al titular de la CGT, Héctor Daer y por supuesto, al Presidente de la Nación, Doctor Alberto Fernández, que nos han hecho el honor al acompañarnos. También quiero agradecer a la comisión organizadora y muy especialmente a Silvia Torres Carbonell por el magnífico evento que nos ha preparado junto a su equipo.
Aun siendo virtual, este vigésimo tercer encuentro anual de ACDE mantuvo el espíritu de reflexión y trabajo que caracteriza a nuestras convocatorias. Se dijo y se debatió mucho, con profundidad y altura. Pudimos tener de la mano de Pilar Rahola y Andrés Velasco un análisis muy interesante de la actualidad internacional, que nos mostró hacia dónde va el mundo en estos momentos tan complejos.
Nos nutrimos también de conocimientos y experiencias de empresarios y emprendedores argentinos que nos están mostrando el camino de como emprender, y que sin duda nos inspirarán para lo que viene. Y lo que viene no va a ser nada fácil, va a requerir de lo mejor de nosotros para salir adelante. Hemos visto las dificultades que enfrentamos por la pandemia y como ya lo he dicho en otras oportunidades, no me cabe duda de que para salir de la grave crisis económica y social debemos estar todos unidos. Porque como nos dijo el Papa Francisco, estamos todos en el mismo barco. Y quizás sea esta una de las enseñanzas que va dejando la enfermedad global: no nos salvamos solos sino en racimo, nos necesitamos unos a otros, somos frágiles e interdependientes, pero en ello reside también nuestra fortaleza. Aquí, en nuestro Encuentro Anual, intentamos replicar lo que vemos en las calles de Argentina por estos días: el valor del espíritu humano para rebelarse contra la adversidad y crear, innovar, potenciar y multiplicar los recursos por el desarrollo, intentando salvar cada emprendimiento y cada empresa. Porque al ser humano, cuando se lo convoca a causas buenas, responde bien, con grandeza. Y eso es lo que vemos hoy: La solidaridad, la templanza, la generosidad y el pensar en los demás. ACDE es una institución extraordinaria, formada por personas muy valiosas. Con ideas y con propuestas concretas. Llevo sólo dos meses en la presidencia y quiero decir que representar a sus socios de la mejor manera posible es probablemente el desafío más importante de mi carrera profesional. Porque ACDE nació con una misión muy clara, urgente e imprescindible, que nos impacta a todos y cada uno de nosotros: hacer carne la Doctrina Social de la Iglesia de humanizar la economía, promoviendo en las empresas los valores cristianos y comunicando el mensaje de Cristo, que es un mensaje universal a todas las religiones. Porque consideramos que la manera de tener un mundo mejor viene muy de la mano con tener empresas y, sobre todo, empresarios mejores. Quisiera resaltar tres conceptos que tenemos muy presentes los socios que conformamos ACDE acerca de la realidad actual y para tener en cuenta en la hoja de ruta hacia el futuro:
1) Las empresas, con libertad e iniciativa, deben ser los vehículos principales de prosperidad para la sociedad y de desarrollo personal para todos nuestros trabajadores. Los empresarios, invirtiendo nuestros talentos, somos una parte importante de la solución del país. Son las empresas privadas las que van a sacar al País adelante. Generando riqueza y trabajo digno para todos los argentinos.
2) El Estado, así como evitó un efecto mayor de la pandemia y llevó ayuda y alivio a la población vulnerable y a las empresas en dificultades, ahora debe esforzarse en construir rápidamente un marco de estabilidad que posibilite el afianzamiento del comercio y la industria, el despliegue de los servicios y las profesiones, el surgimiento de nuevas iniciativas, y que ayude al sector privado a conseguir inversiones y modernizar su tecnología.
3) Y, por último, esto no se podrá lograr sin un espíritu de unión y de confianza entre todos los argentinos. Como dije antes, tenemos que estar unidos en este largo camino que nos espera. De nada sirve mirar al pasado y agitar viejas disputas. Hoy la realidad nos exige un espíritu de superación con la mirada puesta en el futuro. Y aquí me gustaría resaltar una de las enseñanzas más importantes de Cristo, de hace 2000 años: el perdón. Para lograr la unión de los argentinos es necesario que sepamos perdonarnos entre todos tras casi un siglo de desencuentros. Sin un perdón genuino no conseguiremos nunca la confianza que nos permita encontrar una salida a esta grave crisis. Todo esto solo se logrará con diálogo y consenso. Fundamentalmente entre los políticos, empresarios y sindicatos en representación de los trabajadores. Con apoyo del saber universitario y de las organizaciones sociales. Se necesitarán talentos y capacidad de escucha, apego a la verdad sin ideologías y mucha pero mucha generosidad y humildad. Esta es una nueva oportunidad. La oportunidad de repensar todo desde cero. Tenemos la hoja en blanco. Pero tenemos que dibujarla juntos. Usemos la experiencia de otros países que lo han logrado y diseñemos, entre todos, la economía inclusiva que todos queremos para la Argentina.
¿Tenemos que hablar sobre cómo mejorar la distribución del ingreso? Bien, veamos entonces cuáles son las medidas que ayudan realmente a disminuir la desigualdad, como la educación o el acceso a la tecnología. No cortemos caminos, pensando que mayores impuestos, más regulación o más Estado van a lograrlo. Tenemos ya una de las mayores presiones fiscales del mundo; hoy más argentinos dependen de un ingreso del estado que de la actividad privada. Procuremos un estado inteligente, que ayude a generar más empleo genuino en el sector privado, producción y exportaciones, garantizando alimento, educación de calidad, salud y seguridad para quienes más lo necesitan. Pido a Enrique Shaw, nuestro fundador, que interceda ante Cristo por nuestra Patria en estas difíciles circunstancias. La pobreza y la falta de trabajo para nuestro pueblo nos duelen. Que nuestra Inmaculada Madre nos guíe por el camino del bien común y la paz social de todos y cada uno de los argentinos.
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Muchas gracias a todos por acompañarnos. ¡Nos veremos el año que viene!
Oremos para pedir al Señor, la Gracia de saber perdonar. Muy buen discurso del Sr. Tanoira. Felicitaciones