El viernes 5 de noviembre pasado, organizado por el Consejo de Abogados ACDE, se realizó su Jornada Anual, bajo el lema “La función social del abogado – su aporte a la institucionalidad”. Dividido en dos Paneles, el primero, bajo el título “El pro bono y el trabajo colaborativo” estuvo a cargo de Fernanda Mierez (Presidente de la Comisión Pro Bono del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires), Delfina Balestra (Directora Ejecutiva de la Comisión Pro Bono y Red Federal Pro Bono) y Juan Thomas (Fundador y Director Ejecutivo de Fundación Potenciar Solidario), moderado eficazmente por Tomas Rigo.
El segundo Panel, versó sobre “El rol del abogado para promover la institucionalidad”, a cargo de Alberto F. Garay (Presidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires) y de Manuel Sobrado (Director ejecutivo de Insud Argentina), magistralmente moderados por María Gabriela Berta. Vale la pena rescatar (y reflexionar) algunas de las frases allí dichas: “Es necesario poner al servicio de los demás, lo que sabemos hacer. Dar una solución legal, a un problema social. No podemos, sino, trabajar en red” (Fernanda Mierez). “La motivación del pro bono es, alinear la vocación con el trabajo, y poder ayudar. La vocación, es todo lo que te hace feliz” (Delfina Balestra). “Los problemas, no son cifras, son personas. Todo lo que compartimos, vale la pena” (Juan Thomas). “Para combatir la incredulidad en la Justicia, debe haber previsibilidad, estabilidad, dignidad y certeza. Para todo ello, hay que trabajar desde los consensos” (Alberto F. Garay). “La falta de separación de los Poderes, afecta a la Justicia, que termina siendo no accesible. El Bien Común, se ve directamente afectado por la degradación de la confianza en nuestras instituciones” (Manuel Sobrado).
De todo lo allí aprendido, y para iniciar una reflexión, tomo las palabras de Richard Kennedy quien, para la plegaria de inicio, eligió la Oración del Buen Humor, de Santo Tomás Moro (quien como abogado fue Santo, y como Santo, es abogado) donde dice: “Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden”.
La función del abogado, se define esencialmente como social y ordenadora, en busca de la Justicia. La Justicia es, obviamente, mucho más que uno de los Poderes del Estado. La Justicia es, Virtud y Cardinal. La Justicia es, al mismo tiempo un derecho, pero también un deber. La Justicia como Virtud Cardinal es, el dar a cada uno lo suyo, y el Derecho, la Justicia en un caso concreto.
El buen ejercicio del Derecho, es una vocación por restaurar la igualdad, es volver a poner las cosas en su lugar. No existe Derecho, sin Justicia, y ninguno de los dos, sin considerar al otro, al prójimo. El Derecho, es claramente una Ciencia Social (nunca exacta), no hay derecho sin sociedad (y viceversa). No puede haber abogado, que no persiga la Justicia, ajustándose al derecho ético. Saber decir SI, pero también saber y mantener un NO. El ejercicio de la abogacía es, ser un bastón de ciego en una neblina normativa, que nos conduzca a la luz.
El trabajo Pro Bono es, una lógica consecuencia de la coherencia del pensar con el obrar. No hay Fe, sin actos. Al momento de devolver el envase y frente al Creador, seremos juzgados en el amor, pero en las obras. En la res, no en la verba. Pro Bono, significa “para el bien público” y eso es. El buen ejercicio de la abogacía, comprende también la constante construcción de la institucionalidad y de su preservación, como Bien Público. ¿Cómo? Haciendo lo que hay que hacer, no basta. No haciendo lo que hay que hacer, no funciona. Tan simple (y tan arduo) como tratar de cumplir (y hacer cumplir) nuestro Preámbulo, promoviendo el bienestar general, afianzando la Justicia, constituyendo la unión nacional y todo ello, invocando (y dejándonos llevar con) la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia. Para concluir, evoco las palabras de Enrique Shaw, quien decía: “Para que haya justicia y paz y se avance en la calidad de vida de la población es necesario hacer acciones concretas, (y) que se resuelvan problemas de la vida cotidiana”.[1]
Entonces, coincidiremos en que la función del abogado se define esencialmente como social y ordenadora, buscando la justicia, pero en cada caso concreto. Res, non verba. Argentinos/empresarios/abogados, a las cosas, a las trascendentes.
#Referencias
[1] Página 205, “Viviendo con Alegría” Testimonio y breve biografía de Enrique Shaw. Autor: Sara Shaw de Critto. Editorial Claretiana. Año 2017. ISBN: 9789505129034
Todos los ciudadanos deben ser protegidos de los abusos cotidianos, incluso debe empezar por todas las empresas que vienen a este país a ofrecer sus productos, sus servicios, y la justicia como uno de los tres poderes de una nacion debe ser claras en sus leyes y deben cumplirla y no permitir que vengan a saquear la nación, o hacer monopolios , no invirtiendo dejando a los ciudadanos que a través de los aumentos inviertan y realicen algo de lo que deberían hacer llevándose el dinero fuera del país. El estado la Nación no puede dejar de mirar esto, ni sus ciudadanos ni una Nación crece con esta situación: empresas = $ ciudadanos = o , las fronteras deben ser como cualquier otra nación controlada a raja tabla, y preguntar a qué viene? Turismo, ver familiar, a trabajar vino contratado porque quién? Cuanto tiempo se queda? Cuanto trajo para vivir? Y no empezar a dar planes . Hay leyes que deben ser modificadas con sentido común , porque las excusas de la fraternidad con otros países no tiene nada que ver con permitir monopolios, saqueos a la Nación, falta de credibilidad en la justicia de una Nación, no permitir intervención de las políticas partidista debido que más allá de sus ideologías o profesiones, son ciudadanos de esta Nación incluidos sus familiares etc