Nuestra economía no crece desde hace una década y lo ha hecho lentamente desde hace mucho más tiempo. Las peores consecuencias son los actuales records de pobreza y desigualdad. Para salir de esta situación, los desafíos centrales de la Argentina son los mencionados en el nombre del proyecto Productividad Inclusiva (PI), hace dos años en marcha en el IAE Business School y en la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral.
Por qué la Argentina necesita una estrategia de productividad inclusiva
¿Por qué la Argentina necesita aumentar, conjuntamente, la productividad y la inclusión? Mayor productividad es esencial para crecer, pero no es aceptable por sí sola, políticamente. Y la inclusión sola, más frecuente en la Argentina, no es sostenible sin desarrollo económico[1]. Por eso deben ir juntas. Sus claves son aumentar la calidad y cantidad de inversión en capital humano y en capital físico, para así crear millones de empleos formales, erradicando la pobreza y reduciendo la desigualdad. Obvio y fácil de enunciar, difícil pero posible, pocas veces intentado y nunca realizado nuestro país.
En el mundo post pandemia, la PI será aún más necesaria, dados los aumentos de la pobreza y la desigualdad y un entorno de gran cambio tecnológico. Ese marco sería ideal para acordar políticas que promuevan la PI.
La macroeconomía de corto plazo es insuficiente sin un rumbo claro
La PI conlleva la necesidad de un rumbo claro y acordado por los actores relevantes, del que carecemos hace tiempo. Las políticas económicas suelen centrarse en “la macro” de corto plazo: reducir la inflación y el déficit fiscal, encarrilar el precio del dólar, dotar de recursos a la ayuda social y lograr una reactivación, casi siempre pasajera. Lo dicho es necesario, pero no suficiente, aunque consiga la “bendición”, no sencilla, del FMI. Buena parte de las políticas sociales tienen un tinte de ayudas pasajeras, a veces también de dádivas políticas, y mucho difieren de las que ayudarían a una auténtica inclusión, reduciendo la pobreza y la desigualdad.
Pareciera no advertirse que un rumbo claro es esencial y se necesitan mutuamente con la macro de corto plazo. Si hoy el rumbo del país estuviera en marcha clara y correctamente, la Argentina podría crecer más y, por la mayor inversión y la creación de empleos, se morigerarían las privaciones para los más necesitados, asociadas a la imprescindible reducción del déficit fiscal. En más de un año y medio de gestión, el gobierno no ha definido su rumbo. Estas omisiones y, más aun, optar por rumbos equivocados, como el que con frecuencia se adopta ampliando sin ton ni son las estatizaciones o amigándose con países muy cuestionables, atenta contra la inversión, en capital físico y en capital humano. Esto genera “mudanzas” de empresas al exterior o emigrar. Se estima que hay cerca de un millón de argentinos económicamente activos en el exterior, dos tercios de ellos profesionales, técnicos o personas con oficios.
La puesta en práctica de la PI requiere acuerdos mayoritarios
Poner en práctica una PI que ayude a sacar a la Argentina del prolongado decaimiento requiere acuerdos básicos mayoritarios[2]. Por ejemplo, una ley de responsabilidad fiscal, la autonomía del Banco Central, el aumento sustancial de la productividad del sector público, con rendición de cuentas anuales, una reforma impositiva compatible con un salto en la inversión y en las exportaciones, una apertura gradual de la economía y políticas sociales que, mediante la educación en todos los niveles y la capacitación laboral apuntalen al desarrollo tecnológico y a la creación de empleos.
[1] Como hace muchas décadas, reservamos la palabra “desarrollo” para denotar que no es sólo crecimiento de la economía, sino también, cuantitativa y cualitativamente, la educación, la salud y las instituciones.
[2] Contra lo que suele creerse, la Argentina logró acuerdos mayoritarios relevantes no hace tanto tiempo. El principal culminó en la Constitución de 1994. Otro caso fue el Diálogo Argentino de 2002, que el Presidente Duhalde dijo que sería su programa de gobierno. Lamentablemente no lo fue, porque, otra y mucho mejor habría sido la Argentina de adoptarse ese programa. También merecen citarse los acuerdos alcanzados en países en situación aún peor que la de la Argentina, tales como España y Sudáfrica.
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La teoría de la productividad inclusiva suena muy interesante si en Argentina pudiera implantarse. Desgraciadamente los capitales no son traidos al país debido a la inherente inseguridad que existe desde el año 1946. O cambiamos la estructura del gobierno o cualquier proyecto como este resultará una quimera. Desgraciadamente los gobiernos en general están dirigidos por manipuladores que apuntan a destruir no a construir. Necesitamos uns legislación que convierta el actual sistema en una auténtica democracia donde los gobernantes no puedan hacer impunemente lo que quieran y donde los ciudadanos cuenten con los medios legales para imponer su voluntad a un mal gobierno. Un Plebiscito público podría tener más fuerza que la de un Congreso tripulado por políticos comprados y llegar a imponer: limitaciones a las actividades del gobierno, nueva ley electoral, eliminación de fueros (si un funcionario comete una irregularidad no debería poder efugiarse detras de presuntos fueros sino al contrario la Ley debería ser incluso más dura con él), incluir en la Constitución los derechos propios de los ciudadanos así como los medios legales para hacerlos valer. Los ciudadanos deben siempre poder imponerse a su propio gobierno.
Un cordial saludo
Luis A. Merlo Flores
Ing. Civil de la UBA y ,miembro desde hace 50 años del Presidents Association del American Management Association
Coincidencia plena, incluso con los comentarios de Merlo Flores. Sin Embargo me suena todo muy conocido …… Me refiero a varias décadas de pensamiento social y económico . También varias décadas de prácticas de administración del Estado fallidas . Por lo que tengo la sensación de una fuerte ausencia de educación ciudadana . No de la educación que estamos acostumbrados a mencionar sino de aquella que refiere específicamente a la convivencia y por ende al sabio cumplimientos de normas , sin este principio no creo posible un cambio en la dirección y práctica diaria en la Argentina .
El comentario de J.J. Llach es impecable, pero…
Para llegar a acuerdos debe existir una confianza mutua entre los actores. Esta situación rara vez se observa en nuestro país. ¿Cuál es la causa? Identificando la causa estaremos en condiciones de adoptar la medidas correctivas del caso.
En mi humilde opinión la causa principal es la corrupción, cáncer que viene carcomiendo nuestra sociedad hace demasiadas décadas. Lamentablemente la corrupción tiene sus comienzos en nuestro sistema educativo que nos muestra una complicidad inexplicable entre padres, alumnos, docentes y sindicatos a favor de la ley del menor esfuerzo tolerada e incluso alentada por las autoridades educativas de turno
Hasta que no encaremos este flagelo de la mediocridad será casi imposible superar nuestros desencuentros tan certeramente descritas en el artículo en cuestión.
Cordialmente,
Francisco F. von Wuthenau