Middle-manager es una categorización de ejecutivos, pero totalmente relativa al tamaño de la organización. Se puede ser gerente o jefe y ser el jamón del sándwich -que no es lo mismo precisamente que ser jamón del medio. Estos líderes y pichones de líder son para las ciencias de la administración los sujetos más interesantes de estudiar porque no están totalmente identificados con la empresa como el top management y no están tan distantes como los de la base de la pirámide organizacional.
Lo cierto es que el jamón del sándwich sufre presiones de arriba y de abajo y, a su vez, ejerce presión hacia arriba y hacia abajo, tanto para que las cosas se hagan, como para hacerse él mismo un lugar o conservarlo. En ese cruce de fuerzas que lo atraviesan y que delimitan su capacidad de tomar decisiones va experimentando un desgaste progresivo que no siempre se ve retroalimentado. El reconocimiento suele venir en distintos envases y mililitros, por eso es muy interesante ver y escuchar cómo algunos mandos medios denominan “vaciamiento” a ese desgaste progresivo.
Seguramente, esta experiencia no sea exclusiva de los mandos medios, pero son los que más he observado y con quienes más he interactuado y discutido. Por otra parte, aunque lo parezca no es una pintura pesimista, ya que las diversas muertes son susceptibles de ser resucitadas.
Darlo todo
Los Middle empujan hacia arriba, pero no todos llegan. Algunos logran dejarlo todo en la cancha y otros quedan en el banco o, ahí al costado, precalentando la ansiedad de ser elegido para jugar el partido. Todos saben de algunas de las reglas del juego: que hay una tarjeta roja, que casi nunca hay un manual que las explique todas o un VAR que permita revisar las decisiones.
La metáfora del vaciamiento surgió del dibujo grupal que ilustra esta nota. Fue realizado por mandos medios que están haciendo un MBA y su interpretación es confirmada como representativa de su mentalidad por otros dibujos análogos registrados repetidamente en la investigación que realizo desde hace 16 años (*).
“Vaciamiento” contiene tiene muchas alusiones o significados implícitos. Por un lado, da idea de un proceso, de algo que avanza progresivamente, por otro, remite al vacío que es fruto del desgaste de fuerza o energía, así como al sinsentido o el vacío existencial. También, vaciamiento incluye en su campo semántico la idea de derrame de algún liquido valioso que se está desperdiciando, que no se puede contener o que se escapa de las manos y desde una perspectiva femenina, vaciamiento también incluye la noción de infertilidad, como remoción de lo que no fructificó, sin vuelta atrás.
Verter, volcar
En la empresa grande está todo dado para estructurar a un sujeto que no quiere darse forma a sí mismo con sus propias decisiones. No todos sus integrantes funcionan así, eso es claro. Pero en ese progresivo volcar las propias capacidades en la empresa -que siempre los mandos medios imaginan ordenada y gobernada por las lógicas causa/efecto y mérito/recompensa- hay implicada una expectativa de reciprocidad -o justicia. Es decir, en el ejecutivo opera una presunción de que la empresa dará, concederá, reconocerá el “haberlo dejado todo en la cancha” y premiará tal entrega. A veces y, a algunos, esto les sucede, pero no a todos. Algunos se van y otros se quedan esperando en el banco. Esa presunción también suele incluir la fe en que ese premio/reconocimiento/nuevo cargo investirá al sujeto de una identidad que lo diferenciará del resto y lo sacará de cierto anonimato y la creencia de que al que venía peleándola le dará una dignidad, un rostro propio del que el sujeto creía carecer.
Inflarse, hincharse
Y es que cuando la dependencia del reconocimiento es muy fuerte y la apuesta está hecha a pleno sobre la mirada del otro, el yo necesita inflarse para que el otro lo vea. ¿Te pasó? Quizás a vos no, pero a otro sí y nunca te lo va a confesar. Hacés más que lo posible, te disfrazás de superhéroe, te creés inmortal y que lo que hacés es más que importante. Y ahí es cuando te despegas de la tierra y bajo la apariencia de que es pura entrega -o excelencia o necesidad- te invade la soberbia. Agustín de Hipona dice que la soberbia no es grandeza sino hinchazón o deseo de sobresalir.
Ahora ¿inflarse no es lo contrario de vaciarse? Y es que todo reclama un sentido. Lo reclama el esfuerzo realizado, un esfuerzo productivo, exhaustivo y demoledor -a veces tan solo para encajar o encontrar un lugar en el rompecabezas organizacional. Los repetidos reveses en las idas y vueltas del Juego de la Oca también reclaman un sentido. Por eso, hacés de tripas, corazón; de vaciamiento, hinchazón. Y como Midas, todo lo que tocás se convierte en oro -o en herrumbre tóxica -tal vez, quizás, por qué no.
Y es que claro, no podés arrepentirte de todo lo vertido, vaciado, derramado, no podés permitirte darte cuenta de que fuiste ingenuo y vulnerable; no podés permitirte reconocer que perseguiste un fantasma, una imagen y te derrochaste en tu reflejo en el rio.
Y antes que admitir esta ingenuidad, esta vulnerabilidad, tu yo pequeño y agrandado, invisibilizado por vos mismo en su capacidad de decidir, que dejaste abandonado jugando solo y entretenido en la empresa sin pasarlo a buscar, la alternativa casi definitiva para no desarmarte es el resentimiento, la ira, la acusación, el reclamo. No solo porque es otra forma de soberbia o de inflación, sino porque al poner todo en el afuera te permite mantenerte aparentemente en pie.
Porque sabés, en lo secreto, que cuando ya no estés en la empresa y no sea ella quien delimite tu yo y te contenga sin afecto, pero sí con esa lógica que vos supusiste que la regía, vas a tener que tomar tu globo desinflado, tu deseo, tu yo y encontrar ¡cuanto antes! manos compasivas en las que depositarlo.
Cuanto antes, antes de que llegue el momento de quedar definitivamente bajo tierra.
Referencias
(*) Preziosa, M (2023) La mentalidad MBA, un estudio empírico (2007-2023). Seminario de Investigación, FCE, UCA. 25 de octubre 2023.
Disponible:
Muy bueno!
Otra manifestación de cómo la economía productiva va siendo reemplazada por la economía financiera, dejando de lado las personas. Lo que ellas invierten no vale tanto como el dinero.
Cada vez habrá menos empresas y más finanzas
Como siempre, muy buena nota y buenas metáforas empleadas. A pesar del final demasiado trágico para mi gusto, seguro que será material que ayudará muchos «middle managers» a reflexionar sobre sus momentáneas malas experiencias laborales.
Gracias Horacio ! Tenés razón un poco tráfico el final. Pero a veces nos sentimos inmortales, je. Por la mitad del texto, se compensa con una referencia a la resurrección.
Será cierto que el norte está puesto ej un capitalismo más responsable?