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La mentalidad compartida en la empresa, de María Marta Preziosa

Escrito por Patricia Debeljuh
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El proceso de elaboración de este libro parte de la tradición aristotélico-tomista e “invita –con palabras del prólogo escrito por el Dr. Joan Fontrodona- a reflexionar sobre la naturaleza de la empresa, utilizando como marco de referencia el esquema de las causas del ser. Es un enfoque que –a pesar de la larga tradición en la que se sustenta– no deja de ser novedoso en su propuesta de aplicarlo al mundo de la empresa. Quizás nunca nos hayamos planteado cuál es la causa final o la causa material de la empresa. Y, en cambio, intentar reflexionar sobre la empresa desde estas claves interpretativas puede aportar luces nuevas a nuestro modo de entender qué es –o qué debe ser– la empresa.” (p. 13)

No deja de ser ésta una propuesta osada frente al relativismo escéptico postmoderno, patente en nuestro ambiente cultural. La palabra osadía refleja esa capacidad de la autora de enfrentarse sin miedo y con entereza a los temas difíciles y a las situaciones complejas, presentando sus ideas con coraje y valentía, con atrevimiento y audacia.

En esa articulación entre teoría y vida, la autora capitaliza toda su trayectoria académica anclada en su tarea docente y en su experiencia de trabajo con las empresas, para afrontar el reto de entender las culturas corporativas a la luz de la mentalidad compartida facilitando una reflexión ética profunda y sincera. Adoptar esta perspectiva significa destacar que la búsqueda de la verdad ética no es un problema «teórico», sino que más bien se trata de una cuestión eminentemente práctica, pragmática y comunicativa.

Compromiso e valores

Y esto lo hace en su país de origen, Argentina, que bien necesitada está de ética y transparencia, en un contexto que demanda a las empresas, a las instituciones y a las personas un compromiso fuerte con los valores. No puede ser momento más oportuno para que este libro salga a la luz y dé luz en este contexto y momento actual.

En cuanto a su contenido, la autora diferencia entre cultura organizacional y mentalidad compartida, entendiendo a ésta como una “trama de presunciones básicas subyacentes. Estas son afirmaciones, juicios, prejuicios, creencias que explican la realidad cotidiana de esa organización y ofrecen criterios valorativos y de jerarquización para tomar decisiones.” (p. 58)

La mentalidad compartida es el corazón de este libro y el motor de muchas decisiones empresarias. A través de las páginas del capítulo dos se establece un puente entre las fuerzas de la cultura organizacional y la fortaleza de la integridad personal para entender cómo toda una empresa puede desviarse éticamente y cómo una tensión de fuerzas puede establecerse en la conciencia del individuo.

Como afirma la autora “la racionalización diluye la responsabilidad individual porque antes diluye el riesgo que toma quien decide mantenerse íntegro resistiendo a las presiones de la cultura en la que está inserto.” (p. 73) El autoengaño, la mentalidad de grupo, los prejuicios, la división entre vida laboral y personal, la rutina, la institucionalización de malas prácticas no dejan de ser maneras de racionalización típicas entre los directivos de empresas que muchas veces los lleva a la falta de objetividad, teñida por el egoísmo y los intereses que buscan obtener y que actúan como excusas para no asumir la responsabilidad ética de sus decisiones.

La mentalidad compartida

“La mentalidad compartida –afirma la autora- radica en el interior de cada uno de los sujetos que integran la empresa y circula en sus conversaciones, juicios, sentimientos, descripciones y prescripciones, y se cristaliza en procesos, símbolos, etc.” (p. 78) Influye no solo en la acción individual sino también en la acción colectiva, tiene algún tipo de fuerza social y por tanto, impacta en la comunidad. La mentalidad compartida señala algunos imperativos a los que muchos consideran que el individuo debe ajustarse pero no necesariamente indican que sean buenos desde el punto de vista ético o que lleven al logro de objetivos comunes.

Es bien sabido que muchas veces las empresas, sobre todo las que operan en diversas partes del mundo, en diferentes culturas y con legislaciones desiguales, buscan influir en la mentalidad y en el comportamiento de sus miembros. Ejemplo de ello es la proliferación de programas de compliance, acciones de clima organizacional o códigos de ética que se impulsan muchas veces como una estrategia para cubrir a la empresa de eventuales acciones incorrectas de sus empleados.

Por eso, el eje central del capítulo tres gira en torno a la mentalidad compartida y su lugar en la empresa. En primer lugar se propone indagar si la mentalidad compartida tiene alcance ontológico, es decir, si al promover un modo compartido de actuar, se moldea la entidad, el ser de la empresa. El análisis del grupo social (no reductible a la suma de las acciones de sus integrantes) que hace la autora hunde sus raíces en la filosofía aristotélico-tomista iluminada con el manuscrito del filósofo argentino Guido Soaje Ramos que propone estudiar la noción de relación y la noción de orden para entender la realidad y la unidad de todo grupo social.

A partir de allí el libro muestra claramente cómo la mentalidad compartida “pertenece al orden de las conductas interiores o acciones internas al grupo social (empresa) y contribuye a la unidad práctica de la misma, a su articulación e inhiere en sus integrantes. Esta unidad conforma un todo frágil en la medida que depende de la libertad de las personas.” (p. 91) y “de la fuerza prescriptiva que le da el hecho de ser compartida por un número significativo de integrantes.” (p. 121)

Humanizar el management

La razón es genuinamente humana cuando es creativa, cuando se sale de los supuestos, cuando organiza nuevas constelaciones de sentido para datos de la experiencia que están ahí a la vista de todos. Sin duda, las páginas dedicadas a las causas aristotélicas aplicadas a la empresa son una muestra de cómo se puede ensanchar la razón humana, para ver lo que otros no ven, para que haya más espacio para entender las coordenadas en las que se mueve la empresa. Se trata de un gran aporte de este libro para humanizar el management.

Ahora bien, el camino recorrido hasta aquí no se queda en la identificación de un problema, intenta dar más, intenta bajar a la realidad, para entenderla y cambiarla. Por eso, en el capítulo cuatro la autora explica cómo la mentalidad compartida influye en las decisiones de los integrantes de la empresa. “Al ser un modo ‒consensuado y diseminado en la organización‒ de ver y juzgar de modo práctico la realidad organizacional, se impone como criterio para las decisiones personales, sin restar libertad individual. Debido a su certeza, permite estimar cómo se comportarán los otros y se constituye es un puente compartido ‒fácil de cruzar‒ entre el pensamiento y la acción.” (p. 158)

Muestra también cómo los programas de compliance y los códigos de ética se presentan como “oportunidades inestimables para inducir un aprendizaje en la mentalidad compartida” (p. 159). Y puesta a dar más, y como fruto de su larga experiencia de capacitación en empresas, la autora propone un método para reconocer las representaciones sociales de los empleados y su influencia en el cumplimiento de normas. Se basa en dibujos y metáforas que son expresión de un sistema de creencias compartidas que estructuran nuestras actitudes y moldean nuestras decisiones y constituyen una herramienta diagnóstica de la organización de un modo práctico y replicable.

Más allá de la rentabilidad

Este libro tiene el gran mérito de ayudar a cuestionarse lo que nos viene dado habitualmente, lo que se ha hecho o dicho hasta ahora, aquello que tendemos naturalmente a pensar. Esto llevado al mundo empresarial supone desafiar a sus directivos para que en cuestiones de ética dejen de lado ideas preconcebidas, prejuicios culturales, sesgos inconscientes y se decidan a conocerse más a sí mismos, a llamar las cosas por su nombre, a identificar esas creencias implícitas y presunciones compartidas y así facilitar una reflexión ética que los interpele y a la vez los comprometa en la construcción de empresas con sólidos valores morales que no busquen solo una rentabilidad económica sino que contribuyan al desarrollo integral de todos y a la construcción de un bien común.

En efecto, la mentalidad compartida se constituye en un factor de unidad que permite que las personas y las empresas se integren en un proyecto que no es algo lejano o abstracto sino que es el suyo, porque ha surgido de ellos, del interior de sus personas y de sus organizaciones, y entre todos han empeñado sus mejores energías para sacarlo adelante pensando en el bien de todos.

Ficha

Título: “La mentalidad compartida en la empresa”
Autor: Dra. María Marta Preziosa
Páginas: 226
Editorial: TESEO
Año: 2016

Sobre el autor

Patricia Debeljuh

Doctora en Filosofía (Universidad de Navarra). Directora del Centro de Conciliación Familia y Empresa (CONFyE) y Profesora en Prácticas de Dirección del Área Académica de Comportamiento Humano, Universidad Autral.​

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