Management

El Gen Innovador del Funcionario del Siglo XXI

Escrito por Romina Benítez
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¿Que skills necesitan los funcionarios del Siglo XXI? ¿Cómo podemos hacer que la innovación sea un valor en los espacios que gestionamos?

Después de trabajar en grupos multiculturales de diversos tamaños y gestionar proyectos con organizaciones muy distintas, empecé a identificar cuáles son los patrones de los líderes que hacen que sus equipos puedan crear valor de innovación en sus acciones. Estos últimos años, acompañando equipos de gobierno, me han permitido dilucidar esos “skills” que necesita este líder del futuro.

En un mundo en constante cambio, las necesidades de nuestros equipos nos demandan más metas y menos límites, el líder debe y tiene que resignificar su rol, volviéndolo cercano. Las personas siguen personas y hoy estamos en un contexto en donde nuestros equipos eligen o no acompañarnos. Los equipos exigen un líder inspiracional, que permitan que podamos escalar la potencialidad de los proyectos que abordamos y que nuestra gente, de lo mejor de si, no porque se lo pedimos sino porque el propósito los trasciende (y por qué los inspiramos a ello). ¿Y que hace que un líder transpire inspiración? la empatía que viene dada en gran parte, por la resiliencia.

Creo profundamente en el liderazgo circular, en la innovación como recurso y como centro de las nuevas habilidades que la gestión nos demanda. Se confunde la innovación con apertura, con “co creación sin límites” cuando en realidad descartamos la potencialidad que tiene esta, si está enmarcada dentro de un objetivo claro, asertivo y determinado. La innovación sin framework es cómo darle a tu equipo una cancha de futbol sin pelota y sin demarcaciones, vamos a hacer jugar a las personas en un juego divertido pero que carece de sentido, aburre y frustra. Los equipos se desgastan y las organizaciones se pierden buenos recursos.

Entonces, ¿cuáles son esas habilidades? detallamos algunas aproximaciones:

Empatía. Tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de comprender su visión de la realidad, su postura y sus opiniones libre de prejuicios.

Repensarse – Desaprender. Tener la capacidad para dejar ir las viejas ideas y armar un nuevo mapa mental. Por su parte, la metáfora que mejor explica la visión del mundo de hoy es la del organismo vivo, tal como nos lo han venido diciendo Morin y Capra, entre otros. Ello porque la naturaleza muestra un nivel de complejidad, variación y especialización en constante crecimiento en donde el cambio y la emergencia forman parte de su código genético. Esta visión incorpora el cambio y la incertidumbre como elementos constitutivos de su ser, pero ¿cómo enfrentamos esto? La innovación se levanta como una respuesta metodológica factible.

Resignificar el error. Tenemos una mirada negativa de las equivocaciones cuando en realidad equivocarme es lo mejor que nos pudo ocurrir. Resignificar, es detectar la diferencia entre lo que es y lo que debería ser, entre el deseo y el logro y aprovechar ese desvío como desafío y como comienzo del aprendizaje. Me gustan las retrospectivas, son espacios para abrir, trabajar lo que duele de nuestras organizaciones, y volver al ruedo aprendiendo de los desafíos.

Explorar. El explorador siente el impulso a salir afuera de sus límites organizacionales, a buscar aquello que le permita mejorar lo que hace. Activar la curiosidad, tener la inquietud por buscar soluciones allí donde no parece haber nada. Al explorador no le incomoda lo difuso, no necesita certezas y es capaz de arriesgarse para generar respuestas acordes ante las necesidades de los ciudadanos.

Intuición. Navegar por la incertidumbre con una hoja de ruta. Entender que no tenemos todas las respuestas y que podemos hacer nuevas preguntas.

Liderar para transformar y facilitar procesos de aprendizaje colectivo. Quien se haga cargo de la gestión de la innovación debe tener grandes capacidades de liderazgo, pero no de cualquier tipo de liderazgo, sino de aquel con la potencialidad para transformar y facilitar los procesos de aprendizaje. Como dice Peter Senge, las organizaciones son comunidades de propósito aglutinadas en torno a un sentido y significado.

Construcción de confianzas. En las organizaciones que se mueven en la incertidumbre y la complejidad las personas que las integran representan su capital más preciado, por lo tanto no es propicio considerarlos simplemente como un engranaje cambiable. Somos nosotros cuando somos con otros.

Lateralidad. El gestor innovador debe desarrollar una mirada lateral de los fenómenos. Afrontar lo inesperado y lo incierto requiere no solo de una exigente preparación estructural, competencial, sino también implica estar premunido de buenas herramientas predictivas.

Responsabilidad con los resultados e impactos. Generar evidencias ante todo lo que hacemos, porque no podemos gestionar lo que no podemos medir.

Y como valor transversal, la coherencia. En donde practiquemos con el ejemplo los valores que pregonamos.

El rol de la Innovación en el funcionario del Siglo XXI

La innovación es una forma de gestionar, que cuestiona de modo creativo y lateral las formas respecto de cómo hacemos las cosas con un único objetivo: incrementar la capacidad de generar valor público y dar respuesta a los ciudadanos y a las necesidades de los sistemas democráticos.

El innovador del siglo XXI debe tener un gen fragmentado, ser lo suficientemente Hard para crear procesos que “controlen” la innovación desenfrenada, “la cancha de fútbol, el framework” y ser lo suficientemente Soft para que la agilidad permita fluir, pivotear y romper procesos. No es vivir un liderazgo fragmentado, es vivir el liderazgo complejo que el futuro demanda.

Sobre el autor

Romina Benítez

Design Thinker - Innovation Leader. Relaciones Públicas UCES, con estudios de posgrado en Universitá Di Bologna y en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). Es consultora independiente y emprendedora pública.

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