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La crisis desatada por el aumento de las tarifas contribuyó a generar una ola de desconfianza que agravó el efecto de factores externos y generó la corrida al dólar y el aumento de la tasa de interés.

La protesta por los aumentos se concentra mayormente en la clase media urbana de Buenos Aires y el conurbano que, durante muchos años, gozó de tarifas subsidiadas en perjuicio del interior y de los más pobres.

La oposición se une para votar en el Congreso un congelamiento de tarifas lo cual implica mantener subsidios que aumentan el gasto público y, frente a ello, las tres soluciones posibles son la emisión con mayor inflación, el endeudamiento o el aumento de los impuestos. Estos tres “remedios” que indirectamente propicia la oposición son, a su vez, fuente de su permanente crítica a las políticas oficiales.

La cuestión que muchos se plantean es: ¿por qué el actual gobierno que ya vivió la experiencia de ajuste de tarifas en anteriores oportunidades no preparó una estrategia para explicar lo que tenía previsto realizar?

El gobierno ahora recurre al a una experiencia que ya vivimos como es requerir el apoyo del Fondo Monetario Internacional. En realidad, es el prestamista que cobra las menores tasas de interés, pero se aduce que impone medidas severas que afectarían la soberanía. Estos argumentos populistas fueron los que llevaron al anterior gobierno a cancelar la deuda más barata -la que teníamos con el FMI- para endeudarnos a tasas más altas y tener la “libertad” de imponer impuestos a la exportación, falsear los índices, imponer el “cepo cambiario” y otras medidas que no es del caso enumerar.

Muchos se plantean: ¿por qué el gobierno no tomó ese camino – el del FMI – antes explicándolo con un plan de comunicación estratégico y no apareciendo ante la sociedad como alguien que reacciona ante circunstancias que lo superan?

Algunos de quienes ahora lideran el proyecto de congelamiento, apoyaron y suscribieron en el 2014 un plan energético elaborado por ex secretarios de energía de todos los partidos que, con sus más y con sus menos, es el que ahora aplica el gobierno. A su vez votaron la ley de presupuesto donde estaba previsto la reducción del subsidio a la energía por medio del aumento de las tarifas.

En síntesis, la oposición pretende: el congelamiento de las tarifas mediante subsidios, la baja de la inflación y que no se aumenten los impuestos. Todo no se puede. Además, implicaría desandar el camino recorrido por el actual Gobierno. Ello indica que nuevamente estamos ante un brote populista traccionado por quienes no gobiernan; una vieja historia en nuestro país donde quienes gobiernan toman medidas demagógicas y cortoplacistas para mantenerse el poder y, cuando se van, dejan al que sigue una herencia difícil de manejar lo cual les permite, desde la oposición, fustigar a su sucesor en una postura hipócrita consistente en negar la responsabilidad que tienen en una situación estructural cuya causa principal es la desconfianza de los inversores internos y externos.

En definitiva, la ocasional oposición insiste en la política “del atajo” criticada reiteradamente por ACDE. Es necesario que, de una vez por todas, gobierno y oposición piensen a largo plazo, pero ello solo se logrará si madura la sociedad, especialmente la clase media por su ejemplaridad y capacidad de liderazgo, y comprende una simple realidad: nada es gratis en esta vida.

Sobre el autor

Director Portal Empresa

Director de Portal Empresa, la revista digital de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).

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