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‘C.I.N.E’: Comprender el estrés para luego combatirlo

Escrito por Laura Maffei
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Muchas veces nos decimos que estamos estresados pero ¿sabemos que es el estrés? Hay muchas encuestas que muestran que la percepción sobre el estrés es siempre negativa y asociada a la sensación de estar abrumado y con falta de tiempo para nada.

Sin embargo, el estrés, es una reacción hormonal vital ya que, sin ella, estaríamos muertos. Desarrollada para la supervivencia, solo las especies que la tienen han llegado a la actualidad y es tan importante como la posibilidad de reproducirse. Se piensa que las células que pueden recibir las señales de las hormonas de estrés vienen de un gen presente desde hace 500 millones de años que estaban presentes en los peces primitivos.

¿El estrés tiene mala prensa o es definitivamente la causa de nuestro malestar actual?

Cuando el cerebro percibe una amenaza, manda una orden a un par de glándulas denominadas suprarrenales que están sobre los riñones y que fabriquen dos hormonas: la Adrenalina y el Cortisol. Estos, nos preparan para decidir, luchar o huir. Para ambos, nuestro cerebro necesita lucidez, visión y memoria, además de tensión muscular y buena irrigación de estos. Esto, aumenta la frecuencia cardíaca y la tensión arterial y aumenta la frecuencia respiratoria, que permite una buena oxigenación y genera en la sangre la azúcar necesaria para dar energía a todo este conjunto de reacciones. Todo esto se lo debemos a la adrenalina. Si el estímulo estertor continúa, aparece el Cortisol para sostenerla en el tiempo y mantiene la tensión arterial elevada, la frecuencia cardíaca y el azúcar alto, entre otras.

En épocas primitivas, el estrés se definía en cierto sentido más fácil. Solo había estresores absolutos que son los que ponen en peligro la vida. Hasta hace unos 150 años, los que prevalecían eran las fieras salvajes, los tsunamis, terremotos o incendios. Estas eran situaciones de estrés agudo en las cuales la secreción de hormonas aumenta y luego disminuye durante un tiempo de descanso. Cuando estas amenazas fueron dominadas o por lo menos mejoradas, las alertas que empezaron a desencadenar la reacción de estrés fueron los estresores relativos, es decir, aquellos que no ponen en riesgo la vida y son vividos de forma muy personal. Estos son los estresores psicosociales.

Este tipo de estresores, no dan respiro ni descanso ya que están presentes permanentemente. Hoy en día el cerebro vive conectado por ellos. Una persona puede estar en un lugar, una clase, leyendo un libro, participando de una conversación y, sin embargo, el cerebro no descansa de las alertas cotidianas: ¿Mi hijo estará bien en el jardín? ¿Mi jefa ya no sé lo que quiere, siento que se la toma conmigo, que pasará con mi matrimonio? ¿Mi hija está rara? ¡Me robaron el celular! ¡Me pusieron un nuevo programa y no llego a aprenderlo! En fin, un número de situaciones que quizás nunca ocurran pero que hace que el cerebro esté siempre activo.

Contra la salud

Al estar activo, siempre segrega adrenalina y cortisol. El cortisol alto, sin descanso, perjudica y atenta contra la salud psíquica y física. Este es el estrés que agobia y es generador de la mayoría de las enfermedades crónicas no transmisibles y que hay que optimizar para juegue a favor y no en contra. Cansancio, falta de motivación, ansiedad, arritmias, hipertensión arterial, alergias, enfermedades autoinmunes, cáncer}, obesidad, diabetes y otras patologías en las que el estrés crónico, juega un rol muy importante.

En 1967, mediante la evaluación de miles de pacientes, los psicólogos Holmes y Rahe definieron las situaciones que más impactan en la vida y desencadenan mayor estrés. Así fue como validaron una tabla que demostraba que los hechos que más estrés generaban eran: la muerte de cónyuge, separación o divorcio, proceso judicial con riesgo de cárcel, muerte de algún familiar o amigo íntimo o tener una enfermedad grave que obliga a guardar cama, entre otras.

Hoy sabemos con lo dicho anteriormente que no hace falta pasar por estas situaciones extremas para llegar al estrés crónico. Las miles de situaciones cotidianas que alertan el cerebro hacen que las hormonas de estrés permanezcan elevadas o bajas, pero permanentes, y que no dan respiro y/o reacción de cambio. Frente a una amenaza (y como consecuencia el aumento del cortisol y adrenalina), muchas amenazas de seguridad y secreción permanente de las hormonas de estrés.

Es así como cada uno tiene su propio desencadenante de estrés. No todos reaccionan de la misma forma a los estímulos como puede ser la relación con la tecnología, la relación con los hijos, la empatía que generan con su medio social, el tráfico o la vida cotidiana en general.

El C.I.N.E.

La Doctora Sonia Lupien, fundadora del Centro para la Investigación sobre el Estrés Humano en Montreal (Canadá), define 4 situaciones incluidas en el acrónimo ‘C.I.N.E’ que desencadenan la secreción de las hormonas de estrés: Perdida de Control (C), Imprevisibilidad (I), Novedad (N) y Afectación de Ego (E).

No todos son sensibles al mismo tipo de situación. Algunos pueden tener una autoestima más frágil y ser más sensibles “al qué dirán” y otros, a lo imprevisible. Por otro lado, también hay quienes necesitan tener todo bajo control o lo nuevo los desestabiliza. Hay situaciones que atraviesan todo el acrónimo y ese es el C.I.N.E que eleva las hormonas de estrés con mayor intensidad.

Por otra parte, los hombres y mujeres tienen una reactivada diferente al estrés y les influyen distintos las experiencias de vida y las etapas de la vida. Un estresor aletea mucho más a un anciano que a un adulto, por ejemplo, ya que su control sobre la situación es menor y la incertidumbre es siempre mayor. Las jubilaciones retrasadas, el costo de los medicamentos, por ejemplo, son situaciones frente a las que no pueden hacer nada. Los adultos atraviesan situaciones muy difíciles cuando pierden un trabajo, pero tienen chances de encontrar otro, no así un anciano. Un niño sufre marcas muchas veces indelebles en su salud a largo plazo, pero tiene más tiempo para lograr mejorarla.

También influye la vida intrauterina como marcados, como pueda ser la reactivada futura al estrés. El Cortisol pasa la placenta y el estrés materno se trasmite al bebé. Hablamos de estresores fuertes de violencia por ejemplo (¡que no se sientan culpables las madres!). Las suprarrenales del feto van a acostumbrarse a manejar niveles más altos de cortisol y quedarán programadas para reaccionar en la vida post natal. Esto condiciona así la posibilidad de tener mayor incidencia de enfermedades cardiometabóliucas o cualquiera de las que nombramos anteriormente.

El nivel socio económico también impacta en la reactividad al estrés.  La pobreza se relaciona con una mayor reactivada al estrés sumándolo a la posibilidad de sufrir enfermedades crónicas relacionada con esta condición.

Pero es importante tener en cuenta que, frente al mismo estresor, la reactivada también dependerá de la resiliencia de cada uno. La resiliencia es una palabra que viene de la ingeniería para definir la flexibilidad que tiene una estructura para resistir una presión determinada. La misma flexibilidad que cada personalidad tiene podrá enfrentar las dificultades que la estresan. La personalidad es también entonces un factor muy importante. El mismo trauma de la infancia puede doblegar al adulto futuro o, según la resiliencia que tenga ese niño, lograr sobrellevar una vida sana.

¿Podemos mejorar la resiliencia? Para algunos está genéticamente determinada, pero para muchos, si hay un buen trabajo psicoterapéutico, se puede lograr cambios muy interesantes.

Es importante reflexionar sobre las situaciones que genera el estrés de cada uno, a que factor C.I.N.E, uno es más sensible, para trabajar en ese aspecto. A veces se necesita la ayuda de un psicólogo cognitivo conductual que ayude a mejorar

Además, tengamos en cuenta que siempre hay un antídoto en la naturaleza y el cortisol tiene el suyo: la oxitocina. Esta es una hormona fabricada por la hipófisis y se segrega en particular durante el parto, ayudando a las contracciones uterinas y a la lactancia, estimulando la contracción uterina y mamaria. Pero además logra consolidar el lazo emocional materno filial tan poderoso, a pesar de haber transitado el parto, uno de los momentos más estresante tanto para la madre madre, como para el niño.

Pero los hombres y mujeres fuera del embarazo, ¿pueden tener oxitociona? ¿Cómo? Dejando un espacio para una actividad placentera que, junto a la actividad física y las relaciones sexuales, son poderosos estímulos para su secreción. No hay tiempo perdido, solo ganado para un mejor rendimiento laboral y emocional.

La buena alimentación, sana y con poca sal, rica en frutas y verduras y a veces suplementos vitamínicos logran un buen equilibrio, La actividad física además de estimular la secreción de oxitocina, consumen el azúcar estimulada por el Cortisol, mejora la serotonina y las endorfinas que dan sensación de placer y son los llamados antidepresivos propios.

Buscar el soporte de amigos es una de las mejores acciones para neutralizar el Cortisol, no aislarse y compartir acciones agradables.

Si nada de esto funciona, es importante pedir ayuda, a un médico especialista en psiconeuroinmunoendocrinología y a un psicólogo conductivo conductual. Ellos solicitaran los estudios diagnósticos necesarios para evaluar el impacto de su estrés, así como la realización de dosajes hormonales y eventualmente un diagnostico mediante un Biofeedback. Este estudio, indoloro y fácil de hacer, permite conocer la reactivad al estrés y si se está en una etapa de estrés crónico para enfocar mejor el tratamiento.

Sobre el autor

Laura Maffei

Directora de Maffei Centro Medico. Es especialista en Endocrinología Clínica. Es miembro de la Sociedad Argentina de Endocrinología (SAEM).

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