Viene de Parte I
En lugar de orden económico hay reglas arbitrarias, inestables e incoherentes
CÓMO SE IMPLANTÓ LA DECADENCIA
Nunca podríamos entender el presente sin conocer el pasado y sin tener objetividad histórica. Porque la historia no sólo es ciencia del pasado. Ella «recoge, sistemáticamente, los hechos pasados, los clasifica y reagrupa según las necesidades presentes. Para mejorarnos, la historia interroga al pasado y, sólo en función de esa experiencia de vida, podremos organizar el presente”.
El fin de la II Guerra Mundial permitió una formidable e inédita comparación histórica entre Gran Bretaña y Alemania Federal. Ambos países organizaron distintos sistemas económicos y sancionaron diferentes regímenes jurídicos. Uno, basada en el predominio burocrático del Estado, el otro apoyado en el dinamismo creador del Mercado. En esa época surgió también el pensamiento político y social que hoy sigue dominando en Argentina: populista, igualitario, estatizante, sindicalista y corporativo, cargado de derechos y negador de deberes o responsabilidades personales.
I°. El experimento inglés del laborismo-fabiano se implantó en 1945 nacionalizando las grandes empresas británicas. Fue concebido por un grupo de intelectuales e ilustres aristócratas, económicamente acomodados, que pretendían imponer y dirigir un socialismo benévolo de posguerra, impidiendo que lo conduzca la “plebe inculta” o los “violentos agitadores de izquierda”. Tal grupo integró la Fabian Society, sociedad secreta que pretendía “instalar gradualmente el socialismo”. Los fabianos se definían como una elite de influyentes personajes que pretendían impregnar las instituciones existentes, digitar a los líderes naturales y guiar el desarrollo económico hacia objetivos distributistas con un ritmo lento. Su inspirador, fue el general romano Quinto “Fabio” (a) Cunctactor, seudónimo latino que significa “irresoluto o gradualista”.
Esos fabianos fueron: John M. Keynes, sir William Beveridge, Orson Welles, George Bernard Shaw, Virginia Wolff, Bertrand Russell, Julian S. Huxley, Sidney & Beatrice Webb, George D.H. Cole, Ramsay MacDonald , Clement Attlee y, más recientemente, Roy Jenkins , Harold Wilson, Shirley Williams , Tony Blair, Gordon Brown y Jeremy Corbin. Durante 34 años, de 1945 a 1979, el socialismo Fabiano gobernó Gran Bretaña y provocó una similar decadencia a la Argentina, hasta que Margaret Thatcher decidió liquidarlo definitivamente soportando una feroz huelga de mineros que duró varios años. Al revertir el modelo del socialismo fabiano, la Thatcher durante sus 12 años de gestión como primer ministro hizo que el PBI británico volviera a expandirse y creciera sin interrupciones al 4,1 % anual acumulativo.
II°. Frente al fabianismo inglés estuvo, el proyecto alemán de capitalismo bávaro o economía social de mercado, implantado el 20 junio de 1948 con la reforma monetaria que creó el Deutsche mark y la economía libre. Fue concebido por la Escuela Ordo de Friburgo y la Escuela Austríaca de economía integradas por Ludwig von Mises, Friedrich August von Hayek, Wilhelm Röpke, Walter Eucken, Ludwig Erhard, Fritz Machlup, Alfred Müller-Armak, Franz Böhm, Hans Großmann-Doerth, Leonhard Miksch. y Konrad Adenauer.
Dos inestimables autores: Johannes Messner (alemán) y André Pietre (francés) estudiaron paso a paso los resultados del experimento inglés del socialismo y del experimento alemán de capitalismo, y escribieron sendos libros con riquísima información histórica.
III°. Terminada la II Guerra Mundial, en 1946 el gobierno constitucional argentino eligió el mismo camino del laborismo británico, plagiando exactamente sus leyes y modelo económico. El Dr. José Arce, (1881-1968) médico y diplomático conservador, fue un importante agente intelectual de esta decisión política. Desde Londres, tradujo y publicó las propuestas fabianas del laborismo británico, incluyendo los libros de sir William Beveridge, que luego adoptó íntegramente el peronismo. El Gobierno militar lo nombró inicialmente embajador en China y Jefe de la Delegación Argentina ante la O.N.U. Fue presidente del Consejo de Seguridad entre 1946-1949. El Dr. Arce también participó en la creación del F.M.I. en 1945. Tenía una personalidad que inspiraba sumo respeto.
En estas instituciones defendió calurosamente los derechos de España vulnerados por un injusto bloqueo internacional decretado por Truman. Por ello, lleva el nombre de Dr. José Arce una de las más elegantes avenidas de Madrid, en los barrios Salamanca y Chamartín. Como curiosidad, hay que señalar que la Sociedad Fabiana Británica, compartía muchos principios del socialismo corporativo de Benito Mussolini escritos en la Carta del Lavoro de 1927, antes que deviniera en el totalitarismo fascista. Quien niegue esta vinculación debiera ver la película “Té con Mussolini” del cineasta Franco Zeffirelli (1999) y comprenderá la adhesión de las altas clases sociales británicas al orden fascista italiano.
En nuestro país, este violento y shockeante viraje institucional fue impuesto mediante 16.268 Decretos-Leyes del gobierno militar presidido por el Gral. Edelmiro J. Farrell, siendo secretario de Trabajo el Cnel. Juan D. Perón, que fueron apareciendo sucesivamente en el Boletín Oficial desde el 1 febrero de 1946 (DL 3.002) al 26 noviembre de 1946 (DL 19.270). Tal arsenal de “cambios jurídicos y económicos” fue luego convalidado por el gobierno del Cnel. Perón, mediante la Ley 12.922, sancionada por el Congreso en menos de 1 minuto en la noche del 21 de diciembre de 1946: caso único en la historia legislativa mundial de una ley ómnibus que consagrase como leyes a 16.268 decretos de facto.
Allí se sacralizaron las actuales leyes, que forman la máquina de impedir, que traban la expansión y obstaculizan la personalidad creadora de aquellos que intentan emprender algo. Argentina es un gigante paralizado por su propio Estado. (Anales de la Legislación Argentina, ed. La LEY, T° VI 1946, Buenos Aires 1° quincena, junio de 1947)
IV° Quienes hoy examinen esos 16.268 Decretos Leyes se sorprenderán por sus detalles, extensión y minuciosidad. Es evidente que tamaño esfuerzo legislativo no pudo hacerse de la nada y en pocos meses. Sólo queda la alternativa de un plagio. Registros históricos y documentos de la época, dan indicios que toda la parte social y económica de las nuevas leyes, fue tomada de los Planes Laboristas británicos, incluyendo lemas políticos empleados en esa época; mientras que los aspectos militares de seguridad, vigilancia y control a la población, se sacaron de las instrucciones del Oberkommando der Wehrmacht (Estado mayor alemán) para la invasión de Europa (mariscal Wilhelm Keitel, OKW).
V°. Así nació la “Nueva Argentina” llamada también “Argentina laborista”, “Argentina peronista”, “Argentina justicialista”, o “Argentina potencia”. También nacieron “la columna vertebral del movimiento”, “los campeonatos infantiles”, “el país que merecemos”, “el premier hará lo que el pueblo quiera”, “combatiremos al capital”, “nuevos derechos sociales para trabajadores, niños y ancianos”. Todo terminó convertido en una “Argentina rentista” buscadora del éxito… ¡sin esfuerzos! Así surgió el Estado populista, corporativo, abusivo y sindicalista. Así seguimos teniendo un Estado elefantiásico e inútil, omnipotente e inepto, omnisapiente e ignorante, omnisciente y torpe, faraónico y despilfarrador, que ninguno se ha animado desmontar.
FALACIAS Y ERRORES HAY QUE REMOVER.
Este proceso de desvío demagógico del pensamiento económico, ha permitido adulterar el orden jurídico normal, basado en falsos y dañinos principios, infiltrados en multitud de leyes, decretos y resoluciones. También han penetrado profundamente en la mentalidad de los argentinos que creen que ciertas consignas descabelladas constituyen los principios jurídicos universales de la normalidad política e institucional. Son muy pocos los que se dan cuenta de su efecto dañino y depredador.
Las falacias y errores legislados en 1946 se basaron en la idea de la lucha de clases, el resentimiento social, el odio al capitalismo y la repulsión de las altas clases sociales de esa época, definidas públicamente como “oligarcas y explotadoras”. Por eso, sistemáticamente se pretendió construir un nuevo régimen, copiado de la propuesta laborista británica de 1940, para lo cual necesitaban demoler las bases del sistema conservador vigente, restringir el derecho a la propiedad, limitar las garantías individuales, aumentar el gasto público y sustituir la iniciativa privada por la intervención del Estado, otorgándole un omnímodo poder corporativo. En Argentina, el Estado lo es todo como una falsa Providencia divina.
Por ello, se crearon las empresas estatales, verdaderos esperpentos económicos y se sancionaron leyes con nuevos delitos como: el Agio, la Especulación, el Acaparamiento, la Remarcación de precios, la Escasez, la Restricción de la producción, la Coalición de tenedores, las Ganancias abusivas, el Desabastecimiento y el Terrorismo económico. Todo un arsenal de dislates que paralizaron las iniciativas privadas y el espíritu emprendedor. Para aprovechar este giro, muchos astutos empresarios y dirigentes sindicales pillos, se convirtieron rápidamente en cortesanos y proteccionistas para sacar ventajas con el tráfico de influencias.
Las demás empresas privadas competitivas fueron objeto de nuevas obligaciones, basadas en los principios de: justicia social, redistribución de la renta, solidaridad forzosa y metas de productividad aún bajo condiciones negativas. Durante estos 70 años, la política social predominó absolutamente sobre la política económica, contradiciendo las reglas elementales de la economía y los principios generales del derecho. Pero el mundo civilizado había aprendido, después de la II Guerra Mundial, cuáles eran las reglas necesarias para que la economía funcionase adecuadamente y pueda lograrse la paz social, el orden y la seguridad pública en los habitantes.
Tales reglas pueden sintetizarse en palabras de dos grandes juristas y filósofos Domicio Ulpiano (170-228) y el escocés David Hume (1711-1776). Ulpiano: para ser justos es necesario “honeste vivere, alterum non lædere, suum cuique tribuere” (vivir honestamente, no perjudicar a los demás y dar a cada uno lo suyo). Hume: el orden social se alcanza «respetando al prójimo, asegurando la posesión pacífica de los bienes, impidiendo el fraude y la violencia, garantizando la transferencia por consenso y exigiendo el cumplimiento de la palabra empeñada».
En Argentina, junto con la Inglaterra laborista-fabiana, seguimos al pie de la letra la tercera vía keynesiana, incorporando al corpus jurídico argentino los principios legales que paralizaron la posibilidad de crecimiento y armonía entre las clases sociales. Esta ha sido nuestra auténtica “máquina de impedir”. Tales son las causas históricas de un deplorable período en la vida argentina (1946-2020).