Nota del Director: Con mucha alegría y gratitud empezamos a publicar las respuestas recibidas a nuestra convocatoria para debatir como crear riqueza en la Argentina, originada en este artículo. Presentamos respuestas recibidas con diferente ángulo temático, que ilustran con claridad conceptual aspectos de significativa relevancia para alimentar nuestro entendendimiento sobre el desafío de lograr una respuestas consistente a los interrogantes planteados.
En este caso, Graciela Sturm nos acerca un estudio sobre la riqueza y la pobreza. Esperamos que puedan disfrutar de estas significativas contribuciones y que las mismas sirvan para nutrir nuestra reflexión y ánimo para continuar el debate.
“En vista de la gravedad de las consecuencias de la diferencia entre la riqueza y la pobreza, ¿cómo hace la mayor parte de nosotros para llevar una vida sin esperanza? Y la ausencia de una reflexión ética, ¿se debe a una falta de empatía o a una especie de ceguera moral y de egocentrismo supremo que aflige y extravía nuestro modo de pensar y actuar? O, ¿acaso existe una visión menos negativa de nuestra psicología y nuestros valores?”
Amartya Sen (2**)
El desarrollo como libertad (3), es una hermosa pieza de la literatura académica, no solo por la belleza de los términos y conceptos (tan dura pero sensiblemente expresados por su autor) sino por la claridad y contundencia de lo que expresa.
¿Por qué prestarle particular atención? Justamente porque pone el foco en la pobreza de las sociedades que estudia y es ese y no otro, el motor, el fundamento de sus afirmaciones. No le fue gratis ni al autor ni a sus contemporáneos la penosa situación social de su propio entorno. El hábitat de los juegos y los sueños puede ser el lugar de las imposiciones y las prohibiciones donde transitan largamente la niñez y la juventud en la oscuridad, la frustración y el enojo. Pero no y jamás no, del desarrollo.
La libertad individual y la consecución del desarrollo personal y social están tan intrínsecamente unidas que tratar de separarlas se convierte en una afirmación paradojal. Como tan paradójico es pretender que en un sistema público, en una institución, en la elección de representantes, en los plebiscitos políticos diarios y urgentes, las sociedades no se expresen y, sobre todo, en todo momento que hace a la toma de decisiones.
La educación forma parte de la libertad instrumental, personal, habilitante y exponencialmente enriquecedora de cada persona, en su universo individual y en su diaria interactuación social. La educación ennoblece a la persona, le permite poder aprehender los medios necesarios para su propio crecimiento, para su propio desarrollo. La educación es el camino para desandar las dificultades, los tropiezos, las limitaciones físicas, motoras y psicológicas. En sus diferentes procesos y vías de conformación organizacional, capacita a los individuos. Y es solo la igualdad de capacidades (como garantía de recursos y deber irrenunciable del estado) lo que asegura el acceso de todos y cada uno de los individuos a poder elegir y lograr lo que se desea y se sueña. Lo contrario es la no -capacidad, la no-posibilidad, el no-poder ser.
Entonces, para nutrirse de la expansión de las libertades propias y colectivas, el desarrollo necesita poner fin a la ausencia de libertad, entendiendo por esto el abandono, la falta de recursos para desarrollarse individualmente, la pobreza, las oportunidades económicas escasas y las privaciones sociales sistemáticas, la intolerancia y los estados represivos (4). Mas que igualdad de oportunidades (Rawls:1971)(5) se trata de la igualdad de poder acceder a situaciones básicas de: movimiento, alimentación, vivienda, servicios. Hablamos entonces de dignidad y eso nos coloca, como en un círculo virtuoso, en el plano de las cuestiones filosóficas y morales. Luego, en consecuencia, hablaremos de Justicia.
No se trata de lo que las personas “pueden tener” sino lo que “ellas hacen” con aquello a lo que pueden acceder para su bienestar y desarrollo. En libertad.
¿Es el libre albedrío entonces, un importante motor del desarrollo? Sí, siempre y cuando podamos afirmarlo desde la razonabilidad y la efectividad. Condiciones indispensables para un proceso de desarrollo. La razonabilidad exige razón evaluativa, que es la valoración del progreso en función de la libertad de las personas y, la efectividad, conexiones con la realidad que refuerzan el progreso empírico. Es la razón-efectividad la que logra resultados de progreso desde el libre albedrío, la libre y propia elección.6
El interrogante que se abre es cómo accede la persona a aquellas funciones o factores que harán posible su bienestar. Obviamente es la libre elección personal el instrumento con el cual el sujeto va a objetivar su deseo de aprehender, de lograr, de alcanzar, de “hacer realidad”. ¿Qué se necesita? Una oferta de medios o instrumentos a su alcance. ¿Quién los provee? En este caso,
las políticas públicas. Multifocales. Variadas. Plurales. Inclusivas. Que hagan que la no-capacidad sea una forma de capacidad a partir de un proceso de elección. ¿Cuándo comienzan a responsabilizarse los poderes públicos, las políticas pertinentes? desde el año cero de la persona, la oferta debe estar presente en los entornos institucionales y organismos de cuidado.
La educación, el sistema educativo, será entonces la práctica institucional, el hábitat natural de una capacidad en ciernes. La educación es una capacidad esencial. Esta afirmación, que no admite análisis subalternos, relaciona capacidad y libertad en un mismo valor.
En los análisis modernos se ha comenzado a dejar de lado la visión del desarrollo como una acumulación de capital físico para analizar los procesos que tratan la capacidad productiva de las personas; consecuentemente, se empezó a hablar de “capital humano”(7). Sin embargo, no se trata de la capacidad de las personas de contribuir al aumento de producción sino que la visión del desarrollo como libertad, valora la capacidad (libertad fundamental de los individuos) para vivir la vida que presente posibilidades racionales para valorar y para aumentar las opciones entre las que puede elegir que impliquen crecimiento y bienestar.
Las personas son agentes y no pacientes de los procesos de desarrollo. El individuo no debe ser considerado un ente pasivo sino un motor generador de cambio y justicia en lo social:“[…] con suficientes oportunidades sociales, los individuos pueden configurar su propio destino y ayudarse mutuamente […]los individuos no tienen por qué percibirse como receptores pasivos de las prestaciones de ingeniosos programas de desarrollo.”(8)
Por supuesto, esta visión no rechaza sino que se complementa con el concepto de mercado(9), considerándolo uno de los mecanismos más eficientes para la distribución de los recursos y para lograr el desarrollo como libertad. Lleva implícita una crítica a cierta visión moderna, quizás gastada en la actualidad, que considera al mercado en su rol principal centrado en determinado objeto, que mira las utilidades y la renta y no el valor de las libertades. Incluso en la lectura de Sen se observa una suerte de reclamo de la herencia de la ciencia económica moderna. Constantemente retoma la idea del mercado como mecanismo; del mercado donde la libertad básica es intercambiar bienes(10) Incluso desde el pensamiento smithsiano. “La libertad para realizar intercambios y transacciones, constituye en sí misma una parte de las libertades básicas que los individuos tienen como razones para valorar […] La virtud del sistema de mercado no es sólo su capacidad para generar resultados finales más eficientes, sino que, además de hacerlo deberá conseguirlo a través de un proceso que permita a los individuos conseguir su libertad” (Sen, 2000:23) En síntesis, Sen reafirma el valor del mecanismo de mercado pero solamente a partir del reconocimiento de la importancia de la libertad de intercambiar. La estabilidad macroeconómica debe evaluarse dentro de un amplio espectro de objetivos sociales. Así, “[…]los trascendentales poderes del mecanismo de mercado han de complementarse con la creación de oportunidades sociales básicas para conseguir la equidad y la justicia social” (Sen 2000:38)
Por último y en síntesis, las medidas institucionales relacionadas con estas oportunidades están estrechamente ligadas con las libertades políticas, con los poderes sociales que aseguren, acondicionen, garanticen la educación básica y la buena salud. Y la libertad de las personas en los actos de representación colectiva, elección de autoridades, conformación de consejos, entidades, cooperativas, etc. En fin, toda vez que se proyecte el destino de cada uno de los actores sociales en un todo políticamente organizado, jurídicamente responsable y económicamente sustentable.
REFERENCIAS
2(**) Sen, Amartya. “Globalmente resignados”. Revista de economía institucional. Vo. 4, n° 6, primer semestre 2002. Págs, 222-226. Universidad externa de Colombia. Bogotá. Colombia
3 Sen, Amartya: (2000) Development as freedom. Alfred A. Knof, Inc. New York
4 Sen, Amartya: (2000) Development…” op. cit.
5 Rawls, John (1971) Teoría de la justicia. FCE España. Para el autor la libertad es la equidad, la igualdad. Hace un particular aporte a la filosofía política cuando sostiene que el principio de justicia es el verdadero principio de equidad, proponiendo volver a “la posición original” en referencia a un orden político y social universalmente válido, según el concepto roussoniano de “contrato social”. Ver también: Rawls, John. (2001). Justice as fairness: a restatment. Belknap Press.
6 La libertad es esencial para los procesos de desarrollo por dos razones: la razón evaluativa y la razón efectividad. Sen, Amartya. “Development…” op. cit.
7 Sen, A. Capacidad y bienestar. Eumed.net: 76/77[…] “si bien en escritos previos he comentado la relación del enfoque de la capacidad con alguno de los argumentos de Adam Smith y Marx, las relaciones conceptuales más importantes parecen estar en la noción aristotélica del bien humano.”
8.Sen, A. (2000) “Development…” op cit.
10.Difiere de otros enfoques que usan otra información, por ejemplo la utilidad personal (que se concentra en los placeres, la felicidad o los deseos de realización), la opulencia absoluta o relativa (paquetes de bienes, el ingreso real o la riqueza real), la evaluación de las libertades negativas (que se concentra en la evaluación de procesos para que se cumplan los derechos de libertad y las reglas de no interferencia), las comparaciones de los medios de libertad (por ejemplo, la tenencia de bienes primarios, como en la teoría de la justicia de Rawls) o la comparación de la tenencia de recursos (como el “criterio de igualdad de recursos” de Dworking)
Excelente Estudio!!!