Estamos llegando al último tramo del año, se acerca el 31 de diciembre, levantaremos la copa y nos prometeremos un montón de planes. Nuestros pensamientos, seguro van a transitar en distintos ámbitos, laborales y profesionales, pero seguro sentiremos una sensación de agotamiento y su consecuente disminución de energías.
Estamos cerrando un período y vamos a querer hacer lo imposible para alcanzar los objetivos planteados en el inicio, tenemos que prepararnos para enfrentar este último mes y, por qué no decirlo, para maximizar la calidad de nuestro trabajo.
Ya vendrá el nuevo año para seguir prestando atención sin distraernos en proyectos que son secundarios y de bajo valor acompañando los caminos creativos, innovadores en relación al crecimiento global, seguiremos dialogando para trabajar por el bien común, la amistad y tratar siempre de servir al prójimo dando siempre el testimonio del gran compromiso y amor por nuestra Patria, sus principios solidarios y valores democráticos.
Debemos mantener las perspectivas, ya que solo termina un año, pero nuestros proyectos son mucho más extensos que el mismo.
Muchas de estas palabras son similares a las que utilice para comunicarme el año pasado, pero no me quiero abstraer de la dura realidad. Hoy, la Argentina está en una seria crisis, qué mejor que recordar los cientos de desempleados y los millones de niños en estado de pobreza para comprender la magnitud. Esto me lleva con rapidez a decir: la Argentina está en decadencia. Pero lo primero que hago es evitar caer en la falacia, esa mentira en que con tanta rapidez nos hundimos consciente e inconscientemente los argentinos, apresurándonos en hacer afirmaciones sobre nuestras posibilidades y virtudes, que nos arrebatan hasta la euforia, que nos deprimen hasta la desesperación cuando descubrimos la realidad.
Y me arriesgo a decir, la Argentina no está en decadencia, aunque sí en una grave crisis, no solo económica sino de valores, por lo cual digo, no está en decadencia, pero está gravemente enferma, y el desafío lleno de esperanza que es una virtud teologal pero también ciudadana, es construir una Argentina que fue y que dejó de ser, como lo pintan Discépolo con su tango Cambalache y Ortega Y Gasset en su última visita a la Argentina. Ambas reflejan en sí mismas el momento actual, para lo cual antes de seguir adelante, los invito a leer el adjunto (se descargará un documento Word) y escuchar Cambalache. Veremos cómo distintas letras, nos explican la misma realidad.
Por lo cual el deseo y la esperanza es que se produzcan cambios de fondo que hagan que, Discépolo, Ortega y Gasset si hoy volvieran del Cielo sus comentarios serían distintos, porque verían que existe una Argentina oculta, que le reclama a sus dirigentes vocación y capacidad para ponerse de acuerdo en cómo hay que hacer frente a la crisis. Una Argentina que busca y cree en la necesidad de seguridad jurídica y, que el requerimiento y honestidad de los dirigentes pasa a ser una exigencia, que se desprendan del ego el peor de los pecados, que sepan conciliar ideas para el bien de todos a través del diálogo.
El argentino de esta Argentina oculta no quiere vivir más con la impunidad, y que una vez por todas la esperanza se traduzca no en un mito sino en una realidad.
Una gran inmensidad de argentinos espera con esperanza aquello que uno puede lograr a través de su protagonismo, la esperanza insolente que aparece sin pedir permiso cuando uno piensa que la ha perdido, es la que dice que la adversidad por más que hoy pretenda paralizarnos no tiene la última palabra, la esperanza es el rasgo distintivo que insiste en ser, ese empeño convertido en acto que consiste en ocupar los sitios donde nada en apariencia la invita a florecer y preservar.
La Argentina sigue contando con mucho potencial favorable para encarar el mundo nuevo que viene detrás de la pandemia.
En el momento de ir cerrando, acude a mi memoria cuando no me resulta fácil seguir esperanzado ante la grave situación del país, la frase de Monseñor Karlic, en donde la apertura del día 7 de mayo del 2001 que dio lugar al lanzamiento del Consejo Económico Social cuyo acuerdo tanto ayudó a la recuperación de la crisis del 2001, nos dice que la oración puede sostener el espíritu de muchos.
Muy bueno, me parece excelente el formato y la remisión a material escrito de imagen que invita al lector a intraducirse en textos o videos más largos. Creo que El Portal debe también cumplir la función de invitar a profundizar temas