Enrique Shaw Los 100 gestos de Enrique Shaw

VI entrega: Presencia de Dios en 100 gestos de Enrique Shaw

Foto real de plantas sobre la arena
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Desde noviembre de 2021, desde Portal Empresa comenzamos a compartir fragmentos del trabajo «Presencia de Dios en 100 gestos de Enrique Shaw», elaborado por Sara Critto y Virna Bergoglio. Para leer la entrega anterior, la quinta de la serie, que hace referencia a su trabajo, hacé clic acá.
En la presente, las autoras desarrollan los últimos gestos referidos a su trabajo.


51) En sus obras de misericordia dando consejo al que necesita.

Esa capacidad de escuchar, que después la fui viendo cada vez más con el tiempo, cómo se preocupaba, y cómo, aunque uno dijera una “pavada” él explicaba por qué, qué era y cómo debía ser. Se preocupaba por la gente. Hay cuentos de que la gente, obreros, sindicalistas… le decían: “Don Enrique, ¿Ud. cómo sabe tanto de la gente?” Conocía los nombres de cada uno”[1].

Cuando algún colaborador se iba a casar además de un buen regalo le daba algún consejo como no enojarse los dos a la vez.

52) En sus obras de misericordia visitando al enfermo

Yo recuerdo haber ido una vez con él, no recuerdo a qué villa, porque el capataz o el subcapataz estaba con cáncer, entonces iba a visitarlo. Así era. Me llevaba a esos lugares. Es decir, conocía el problema de cada uno” (testimonio Máximo Bunge)[2].

53) En sus detalles de afabilidad para con los demás

“¡Era tan amable! Teniendo tantas cosas en la cabeza, él se interesaba por todos los empleados. Nos hablaba con afabilidad, con respeto. Era como un niño inocente, que no tenía maldad. ¡Era tan atento! Un día, una de nosotras comentamos: “¡Qué calor!”. Fue a comprar helado, y nos trajo. Éramos una familia (testimonio Mabel Cañete de Scassa)[3].

En esos años nuestra oficina no tenía aire acondicionado… ¡El día que soportamos 43 grados, se apareció con dos kilos de helado y no encontrábamos como agradecerle! Estos eran gestos que lo hacían una persona muy considerada. Cuando lo nombraron Administrador Delegado en reemplazo de Sr. Texier, imaginé que su primera acción sería colocarnos aire acondicionado, y así lo hizo” (testimonio de Catalina Carberry)[4].

Edgard Harztentein dice que al recibir a alguien tenía vacío el escritorio y no se distraía con otros temas[5].

Lo nombraron director de la Fábrica de Parque Patricios. Y ahí una de las primeras cosas que hizo fue tratar de mejorar la situación de la gente. Hizo traer heladeras y las proveyó de frutas y agua fresca, para que la gente tuviera agua fresca y algo para comer a media tarde.Y a la chica que era encargada administrativa, Elsa Lapeyriére, le dio dinero personal de él para hacer préstamos al personal. Después se lo devolvían, pero en cuotas pequeñas. Con su plata propia hacía muchos préstamos que yo le ordenaba administrativamente y cuidaba cuando él me daba lo que le pagaban (testimonio Ricardo Palermo)[6].

54) En ser criticado por su búsqueda de la justicia.

Esta actitud de Enrique le valió en su momento críticas e incomprensiones.El desarrollo de las instituciones en los últimos años le ha dado la razón. Hoy nadie obtiene eficiencia y competitividad a largo plazo si no es teniendo en cuenta todos los aspectos relacionados con los recursos humanos de su institución.Enrique Shaw en ese sentido y sin quererlo fue un “precursor” y nos dejó a los que trabajábamos con él y a mí en particular ese pensamiento y esa forma de actuar (Testimonio Alejandro Fernández Mouján)[7].

Cuando envió a todos los empleados la circular sobre la desocupación en 1959 para evitar los despidos fue criticado por los directores de las Cristalerías Rigolleau, aunque luego de un tiempo le dieron la razón[8].

55) En su generosidad

“Yo llevaba un cuadernito con las anotaciones del dinero que Enrique Shaw le daba a la gente. “Anote que me devolvieron $50”, decía. Cuando Mabel se retiró, un día viene Shaw y me dice: “Cuando un obrero tiene un problema y Ud. ve que se puede solucionar económicamente, no le ponga plazo, que él devuelva cuando pueda”. Unos devolvían enseguida, otro no (testimonio Elsa D Lapeyriére)[9].

Pasó el tiempo, y el “Balancero”, una persona muy mayor, al enterarse que yo me estaba haciendo la casa, me dijo que, si precisaba un favor, se lo pidiera al Sr. Shaw. Él le había pedido una máquina de coser, para que su señora pudiera ayudar en la casa con costuras. A los pocos días recibió una cartita junto con la máquina. No lo podía creer.Y así sucedía con uno y con otro, que recibían su ayuda: distintas máquinas, heladeras, cocinas. A nadie le negaba nada (testimonio Luis Jorge Prigioni)[10].

Todos los 6 de enero, en la fiesta de los Reyes Magos, la fábrica Rigolleau hacía regalos para los chicos. No era para ayudarnos a comprar los regalos, porque nosotros ganábamos bien, nos alcanzaba como para poder comprar regalos. Pero era una alegría para los chicos. Iban todos, las mamás, las abuelitas. Íbamos a repartir los juguetes que eran hermosos. Yo me ponía tan contenta… y a los chicos les brillaban los ojos. ¡Haría tanta falta gente, así como Enrique, gente que ayuda!Me acuerdo de que cuando Adelma estaba muy atareada, ocupada con otras cosas y la estaban llamando por teléfono, iba Enrique corriendo y atendía” (testimonio Adelina Humier)[11].

En él encontré: armonizar una mentalidad empresaria con una predisposición de amor con la gente que trata.En 1958, me incorporé a un plan de construcción de mi actual vivienda, por el sistema de propiedad horizontal. A Enrique E. Shaw, le encantaba interiorizarse de las vivencias personales y familiares de sus colaboradores, por lo que no resultó extraño que lo comentara con él. En el ínterín se fue desarrollando un proceso de encarecimiento de costos que me llevó a una situación económica preocupante. Sabedor de su ayuda en casos similares al mío, estaba preparado para no aceptar con firmeza y delicadeza su eventual ofrecimiento. Tal como lo preveía, me insinuó su ayuda, a lo que respondí con las mejores palabras posibles que no podía aceptarla. Insistió, pero mantuve mi posición, rogándole que comprendiera que aceptar su ofrecimiento significaría una preocupación más para mí. Siguiendo la política de entonces, Cristalerías Rigolleau S.A. anualmente otorgaba gratificaciones a los colaboradores jerarquizados. De ello se encargaba, como también de los incrementos en los sueldos, Enrique E. Shaw en forma personal, con un conocimiento personal prodigioso de los perfiles individuales y de sus nombres, lo que facilitaba la evaluación. Me entregó el borrador del listado que había confeccionado, al tiempo que me aclaraba que, por causa de que el resultado económico anual de la empresa no había sido del todo satisfactorio, las gratificaciones no habían experimentado cambios en sus montos con respecto al año anterior. Pero -me miró sonriendo- hay una sola excepción: Ud., para una ventanita más para su departamento. Comprendí que había buscado una forma digna de cooperación, ante la cual me era imposible no aceptar” (testimonio Ricardo Palermo)[12].

56) En sus obras de misericordia dando posada al peregrino

“Recuerdo ver a un linyera aparecerse en esas columnas que tenían en el frente las oficinas de Rigolleau, con todos sus bártulos. Nos llamaba la atención porque no era común ver a un tipo así. El Señor Shaw llegó con el coche, se bajó y al rato apareció con el portero y ahí no más, él mismo lo agarró, le habló y lo metió en el coche. Le llevaba todas las cosas…que en realidad uno no las tocaría, seamos sinceros. Y se lo llevaba. Se lo llevó, si mal no recuerdo, a un lugar que patrocinaba el señor Shaw, algo francés o un hogar para ancianos. Él podría haber dicho “manden llamar un remis o una ambulancia” y pagar para que se lo llevaran, porque era un hombre de mucho dinero. Al tiempo, volvió el linyera. El directorio estaba al lado de mi oficina. El señor Shaw estaba en reunión de directorio y le avisan que está el linyera. Interrumpe la reunión, se baja y se lo vuelve a llevar al linyera. Y yo le preguntaba por qué hacía eso con el linyera y él me decía“puede ser Jesús que está dando vueltas por la tierra… aparte es mi hermano”[13].

*Para leer la siguiente entrega, hacé clic acá.

Referencias

[1] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, páginas 116/117.

[2] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 116 y 117.

[3] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 116.

[4] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 116.

[5] Comunicación personal 2020.

[6] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 127.

[7] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 117 y 118.

[8] Comunicación personal Emilio Van Pevorgh a Sara Critto de Eiras.

[9] Shaw de Critto, Viviendo con alegría.

[10] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 122.

[11] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 122.

[12] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, págs. 122 123.

[13] Shaw de Critto, Viviendo con alegría, pág. 123.

Sobre el autor

Sara Critto y Virna Bergoglio

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