Reseña de “La dirigencia política argentina. De la Organización Nacional al Centenario”, de Bragoni, Beatriz; Míguez, Eduardo y Paz, Gustavo (editores). Edhasa. Buenos Aires, 1923.
Hace falta un estudio social profundo acerca la dirigencia política argentina del presente. También, un trabajo más ambicioso que exceda la política. Por lo pronto contamos con un excelente libro sobre las características y atributos de las elites políticas durante el período de la obra gigantesca que fue erigir el Estado argentino entre 1860 y 1910.
El libro “La dirigencia política argentina. De la Organización Nacional al Centenario” reúne una serie de capítulos sobre la composición de las dirigencias políticas provinciales que lideraron la construcción de los cimientos del país. El resultado de tal aventura histórica tuvo un éxito irrepetible ya que dio lugar a un período inusitado de prosperidad entre la última década del siglo XIX y las tres primeras del XX.
El libro es editado por tres historiadores con trabajos de investigación impecables. Beatriz Bragoni, Eduardo Míguez y Gustavo Paz no necesitan presentación detallada en el campo de la historia argentina. Los tres son miembros de número de la Academia Nacional de la Historia y cuentan con obras luminosas en su trayectoria.
Al leer los capítulos que componen el ejemplar es difícil no relacionarlos con un clásico de la sociología argentina de la segunda mitad del siglo XX como es “Los que mandan” de José Luis de Imaz. Buena es la excusa para releerlo.
El viaje por la historia política nacional es fascinante. Las elites de Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza, Salta, San Juan y Tucumán permiten mostrar cabalmente como se articularon regiones y personalidades diversas para lograr un crecimiento común, algo por demás no sencillo.
Dentro de las conclusiones ofrecidas por los editores hay un punto destacable: en las elites que hicieron el país no prevaleció la riqueza sino la formación intelectual. Se trató de personas ilustradas antes que poseedoras de cuantiosas fortunas. Eso no supone que quienes dirigieran esta transformación del país fueran pobres. Pertenecían al sector social más acomodado del país, pero esto no era el rasgo primordial para dedicarse a lo público. Son los primeros esbozos de una dirigencia profesionalizada que conoce el saber de cómo construir y dirigir una maquinaria administrativa estatal en desarrollo.
Había apellidos que continuaban desde el fin del período virreinal y el comienzo del período independiente. Sin embargo, esto no fue obstáculo para que nuevas figuras ascendieran a las tarimas de la política. Un ejemplo elegido por los editores es el del salteño Victorino de la Plaza, quien a pesar de provenir de una sociedad con una de las elites más endogámicas de la Argentina, pudo avanzar hacia la vicepresidencia primero y luego ocupar la presidencia (1914-1916). Había nacido en Payogasta, en los Valles Calchaquíes, a pocos kilómetros de Cachi y no era parte del núcleo social de la provincia. Su origen rural no fue obstáculo para formarse sólidamente en el derecho, las finanzas y la diplomacia.
El ámbito de socialización de estas elites eran las universidades y en gran parte los colegios secundarios. Uno de los nodos destacados para vincular estas redes fue el Colegio de Concepción del Uruguay, al que acudían jóvenes de diversas partes del país.
El libro abre preguntas al lector. ¿Qué cambió en la Argentina y su dirigencia política de un siglo atrás al presente? ¿Cómo son nuestras elites hoy? ¿Hay una dirigencia que comprenda a la vez al país y al mundo? ¿Dónde se forman, dónde se relacionan? ¿Por qué el papel de los líderes provinciales fue significativamente menor a partir del siglo XXI? ¿Qué acciones deberían emprender los líderes provinciales para recuperar el terreno perdido ante una dirigencia política preponderantemente porteña? Estas son apenas una pequeña muestra para interrogarnos sobre nuestra presente.
Bragoni, Beatriz; Míguez, Eduardo y Paz, Gustavo (editores). La dirigencia política argentina. De la Organización Nacional al Centenario. Edhasa. Buenos Aires, 1923.