Enrique Shaw Textos originales de Enrique Shaw

La función del dirigente de empresas en la promoción de los valores humanos

Escuchar artículo

Entre los escritos inéditos de Enrique Shaw quedaron 21 carpetas en formato para conferencias con apuntes, que se irán publicando por temas y fueron transcriptas por Silvia Bertani. 

El texto de la carpeta Nº 14, que se recopila en este artículo se encuentra en el archivo y biblioteca de Enrique Ernesto Shaw en la Biblioteca Central de la Universidad Católica Argentina.

Esta conferencia se realizó en Bahía Blanca en octubre 1959 y el presidente de ACDE de esa ciudad era Juan Carlos Castagnet. Enrique vivió cinco años en un lugar cercano a esa ciudad, Puerto Belgrano.

Es importante tener en cuenta que, si los obreros que trabajan en una empresa encuentran en ella una situación de oposición, descontento o frustración, pueden llegar a considerarla como causa de opresión.

Esto no facilita el “inspirado trabajo en equipo” que se sustenta en la participación y comunicación.

Cuando un empleado no puede desarrollarse, realizar su potencial, sentirse útil y sentirse valorado, se apoya solo con cumplir con el contrato de trabajo; trabajar ocho horas y ganar cierto dinero y punto.  No piensa en su personalidad, sino pone su énfasis en el dinero.

Esto producirá indefectiblemente, gente indiferente, apática, que hará que la organización sea “defensiva”, se resista y oponga a todo cambio. El individuo, la empresa, el país, se irá atrofiando en vez de crecer.

Valores humanos

Los esenciales son la personalidad y la solidaridad.

Todos tenemos el derecho y el deber de desarrollar nuestra personalidad y cumplir nuestro 

destino.

El auténtico e integral desarrollo de la personalidad es la prueba de la eficacia de un orden social. Y este se mide por si ayuda o pone obstáculos a que cada persona pueda cumplir su destino, su vocación y desarrolle su personalidad a imagen y semejanza de Dios.

¿Cuáles son esos valores humanos que tanto tenemos que respetar y ayudar a desarrollar?

  • En lo económico, un salario justo.
  • En la exigencia afectiva, se quiere ser apreciado, que se lo consulte

Las personas difieren de una máquina que se muda de un sitio a otro.

El trabajo de la persona tiene motor propio.

Dios nos da alimentos, pero nosotros debemos cultivar la tierra. No nos obliga, nos sentimos libres.

Cada trabajador, aunque obedezca, conserva su voluntad y su inteligencia.

Las personas se destacan, llaman la atención cuando hablan de lo que saben.

Con respecto a la solidaridad, las personas tienen el riesgo de “aplastamiento” producido por el totalitarismo, la tecnocracia y el abandono por parte del neoliberalismo.

La solidaridad, es la proyección terrestre de la economía de la Redención. 

La salvación es estrictamente personal, y una sola alma vale más que todo lo material.

Pero al mismo tiempo afirmamos esa misteriosa pero profunda solidaridad. Somos miembros de un solo cuerpo, el Cuerpo de Cristo.

Las instituciones tienen que estar al servicio de la persona. 

¿El sindicato para los trabajadores o los trabajadores para el sindicato?

Las empresas grandes, al tener un mayor número de empleados, aumenta la posibilidad puedan ocurrir más accidentes.

Influencia de la empresa

El trabajador, debido al maquinismo y división del trabajo, experimenta la falta casi total de proyección de su individualidad en el producto que elabora, y siente que no tiene posibilidad de asumir su parte de responsabilidad en la dirección del proceso productivo.

Si no hay, en todos los niveles, iniciativa, responsabilidad, riesgo, creatividad, cesarían las resistencias a las anónimas responsabilidades colectivas.

Tener en cuenta las necesidades de las personas en cuanto son seres humanos, sus méritos en cuanto productores, y sus aspiraciones, en cuanto seres sociales.

Función del dirigente de empresa

¿Debe hacer algo?  

deber de servicio

deber de progreso

deber de promoción humana

El de servicio, fundado en las palabras del mismo Jesús (Lucas 22, 27), hace que la actividad de cada uno, aunque dirigida por su propia naturaleza a favorecer su interés particular, represente al mismo tiempo un servicio prestado al prójimo, directamente o a través de la comunidad. Pero, sobre todo, se traduce en una actitud.

El de progreso, inspirado en el mandato bíblico de “Dominar la tierra” y en la parábola de los talentos, nos induce a estar a la cabeza de todo adelanto técnico que libere al hombre, multiplique su capacidad creadora y evite todo desperdicio de lo material. El usar todo el potencial de los hombres y de la tierra da un beneficio material, pero también deja un beneficio espiritual. 

En cuanto al deber de procurar la ascensión humana, no es más que la consecuencia lógica de la enseñanza básica del cristianismo sobre la eminente dignidad de todo ser humano. Santo Tomás manifiesta concretamente qué debemos “hacer que todo converja al máximo incremento de la personalidad”

Estos deberes han de cumplirse en los dos planos en que, conscientemente o no, gravita todo dirigente de empresa: en el de la empresa misma y en el de la sociedad en que vivimos.  (Misión de los Dirigentes de Empresa, pág. 25/26).

El error es querer moldear sus colaboradores según la propia personalidad. Hay que estimular, corregir. Si no se siente apreciado, sino que se desconfía. El dirigente también se pone duro. Formar y crear el ambiente. Clasificar según actitudes. Estimular; demostrar, sin por ello dejar de vigilar, gran confianza.

 

  1. … que se domine a sí mismo: para aquellos que deben dirigir a otros, ninguna cualidad es más firmemente necesaria que el autocontrol. Catón, el estricto cónsul romano, dijo sucintamente: “El peor gobernante es aquel que no puede gobernarse a sí mismo”.
  2. que use la inteligencia: Hay técnica de la acción, no querer estudiarla ni aplicarla es tentar a Dios” (Misión de los Dirigentes de Empresa, págs. 42/42).

Hay que tener jefes y capataces de alta calidad. Un índice de ello es si son capaces de aceptar, de suscitar constantemente gente de valor entre los subordinados. Pagarles, si necesario del propio sueldo y corazón. ¿Cómo sabe la madre lo que el hijo necesita? Lo quiere, pone calor.

La empresa, además de célula económica es una comunidad de vida.

La empresa, consciente o inconscientemente, es un molde, bueno o malo, para los hombres que en ella trabajan.

Más que nunca en los tiempos actuales, y a pesar de las dificultades, tienen el deber los dirigentes de empresa, como intelectuales y dirigentes, de aportar un mensaje y la luz de la fe al desarrollo de los espíritus, de esforzarse por secundar, a la luz de los principios sociales cristianos, la búsqueda de las soluciones adaptadas a las realidades siempre mudables.

Para ello invoco a ese modelo de dirigente de empresa que tuvo que dirigir la más importante que había sobre la tierra, y que lo hizo con el verdadero espíritu, no de dueño sino de intendente, de quien siente que inmerecidamente dirige algo superior a él; me refiero a San José, Patrono de la ACDE y bajo cuyo patrocinio el Episcopado ha puesto la acción por la promoción la afirmación de la responsabilidad de los trabajadores.

Invoco a la Santísima Virgen para que nos dé a nosotros y a todos los dirigentes de empresa miembros o no de ACDE:

 Luz para nuestra inteligencia para que tenga la lucidez necesaria para estar a la altura de las circunstancias;

Para que nos dé un corazón capaz de comprender, de sentir la miseria de otros y la nuestra, eso quiere decir ser “misericordioso”;

Para que nos sirva de modelo en nuestra acción y así, luego de renovarnos nosotros mismos, demos no tanto nuestro dinero como nuestro propio yo.

Esto me lleva a hablar de la Eucaristía. Solamente con su ayuda podremos renunciar a nuestro egoísmo y tendremos energías, ingenio y habilidad “para hacer que la dignidad personal del trabajador, lejos de perderse en la ordenación general de la empresa misma, la lleve a una mayor eficiencia, no sólo materialmente, sino también, y, sobre todo, procurándole los valores de una verdadera comunidad.

Y sin la Eucaristía no tendremos, para hablar en lenguaje sindical, ni la luz ni la fuerza para cumplir auténticamente con la misión de los dirigentes de empresa”. (págs. 53/54)

*Recopilado por Sara Critto de Eiras con la colaboración de Sara Shaw de Critto.

Sobre el autor

Sara Critto de Eiras

Abogada (UCA) y Magister en Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra (2012). Además realizó la Maestría en Derecho y Economía en la Universidad de Buenos Aires.

Deje su opinión