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La sociedad global tecnológica competitiva a la deriva

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Los valores y la dicha en pequeños círculos 

Tal como reza el título, comenzaremos a entrelazar valores y dicha y pequeños círculos sinérgicos como lugares para cultivarlos. 

  1. Los valores, la dicha y los pequeños círculos 

Valores. Siguiendo en parte a María Marta Preziosa, más que mencionarlos se trata de que no sean “palabras que de tanto cargarlas ya no suenan, ni graves ni aflautadas; se hablan amortiguadas por el barbijo social”(1). Relacionémoslos con dicha, hermoso vocablo que alude a felicidad, júbilo, ventura y fortuna, y luego a estas dos cuestiones – valores y dicha – con espacios donde mejor florecen: pequeños círculos de pertenencia. “Pequeño círculo”, y no “sociedad en general”, es el grupo humano donde interactuamos con nuestras razones y emociones; familia, amigos, trabajo (clave para Enrique Shaw que veía la empresa como una comunidad capital-trabajo)(2) y/u otros espacios. 

Así, interactuando honestamente en “pequeños círculos”, podemos ser realmente dichosos, cultivando valores en la práctica, antes que concibiéndolos como algo separado de nuestra vida real muchas veces sumida en una lógica input-output con personas que entran y salen de nuestras vidas como “contactos” o clientes(3)

2. La sociedad global tecnológica competitiva a la deriva

Podemos repetirnos “cada persona es un mundo”, cual Principito de Saint-Exupéry; mejor situarnos en el “sistema”, el mundo socio-psico-cultural real que enmarca posibilidades de nuestro libre albedrío. No vivimos, aunque duela, “en el mejor de los mundos posibles” sino en una sociedad global competitiva a la deriva. Veamos.

  • Sociedad: concepto de la sociología del siglo XIX, se opone a lo gregario comunitario, y expresa un modo contractual de vinculación humana; negocios, trabajo e incluso la familia es hoy más contrato que mandato. 
  • Global tecnológica: desde hace décadas, y siempre acelerándose, nuestro mundo hiperconectado en lo afectivo, laboral y social nos volvió dependientes de tecnología portátil e internet, cuando hasta no hace más que cuatro décadas no estaba del todo difundido el aparato de televisión o el teléfono fijo. El todo global está en “el mundo de cada individuo”, es más: este último no podría existir sin ese “holos” interconectado que tiene al humano abrochado a la máquina(4)
  • Competitiva: el mercado y la competencia aceleraron su penetración en nuestra vida, sea entre trabajadores para conseguir o mantener un empleo, entre emprendedores por quedarse con un “nicho de mercado”, o entre diversas empresas que indirectamente escuchan nuestras conversaciones registradas por el celular para automáticamente enviarnos publicidad. Las lógicas de “target”, consumidor y competencia están hoy muy por encima de las del ser humano, el ciudadano y la empatía. 
  • A la deriva: sumado a lo expuesto, vivimos una gigantesca incertidumbre acerca del futuro inmediato como nunca, en todo: trabajo, supervivencia, proyectos, afectos y más. 

Es entonces en esta sociedad global tecnológica competitiva a la deriva donde situamos la reflexión sobre los valores y la dicha. Desde ya, como parece hacer Carlos Barrio, creemos que “existe una luz escondida en las tinieblas” en este mundo productivista que nos quita tiempo para meditar, pensar y observar(5)

Preguntémonos pues, ¿es prudente ignorar este contexto viéndolo algo crudamente o sería preferible “mirar al mal de frente” para poder pararnos mejor ante la vida? 

  1. Los valores, entre la salvación y la competencia

En esta sociedad competitiva, los valores y la dicha se encuentran en una encrucijada, pues por un lado en la “ley de la selva” del mercado, “salvación” significa triunfar, subsistir, ser “el más apto” en términos darwinianos. Ahora bien, “salvarse” significa no olvidemos otras etimologías, ser salvo.  En consecuencia, ser dichoso (feliz, pleno, venturoso, afortunado en un amplio sentido) poniendo en práctica nuestros valores (el amor al otro, la solidaridad, la empatía) en el mundo de hoy, no es sencillo. ¿Será entonces necesario enfrentar la tensión que implica obrar en lo cotidiano de acuerdo con valores pensando en nosotros y nuestro círculo inmediato o en algo que trascienda ello? Para seguir pensando…

Referencias

  1. María Marta Preziosa, Ya no hablo de valores, Portal Empresa, 11 de febrero de 2024
  2. tremi, Martiniano, UN EMPRESARIO CAMINO A LOS ALTARES, La vida de Enrique Shaw, un padre de familia y empresario siendo levadura en el orden temporal, Dios y el hombre, vol. 5, n. 1, e075, 2021, UCALP.  En ese artículo comenta que E. Shaw manifestó, luego de recibir donaciones de sangre de obreros de su empresa “Puedo decirles que ahora casi toda la sangre que corre por mis venas es sangre obrera”
  3. Antonio Argandoña, Un error de la señora Tatcher. Argandoña, Antonio; Profesor Emérito de Economía y titular de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE, Business school, Universidad de Navarra. Margaret Thatcher afirmaba que “no existe sociedad, tan solo individuos”.  Nota de 2013, ver en https://blog.iese.edu/antonioargandona/2013/04/25/un-error-de-la-senora-thatcher/
  4. Es bien sabido que “Blackberry”, modelo de celular anterior a los “smartphones”, es literalmente el grillete-bola negra con la que ataban a los esclavos en EE.UU.
  5.  Carlos Barrio, Encontrar la luz de Reino en la oscuridad, portal empresa, sección valores, 6 de mayo de 2024

Sobre el autor

Mauricio Stelkic Aberg

Prof. de Enseñanza Media y Superior en Historia, UBA. Docente, capacitador, investigador independiente y conferencista desde 2005. Se ha orientado a desarrollar educación familiar psico-ambiental neurosensitiva y proyectos de microciudades autosuficientes cooperativas, siguiendo criterios de desarrollo integral de la persona y la comunidad.

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