Liderazgo C-Level: dejemos de negociar con la ética
Estamos en una época donde, en nombre de la eficiencia o la libertad, parece que todo es opinable. Pero para CEOs y directores de P&C, la ética no es un debate filosófico; es la línea de flotación de su organización. Si se dobla, el barco se hunde.
La peligrosa trampa del “relativismo cómodo”
Manejamos una distinción crucial:
- Lo relativo (relación): La ética es relativa en el sentido de que existen relaciones objetivas que deben respetarse. Los acuerdos con stakeholders, el vínculo con el talento, la relación con la realidad… todo es relación.
- El relativismo (a la carta): Aquí está el veneno. El relativismo propone una conducta “a la carta: que cada uno haga lo que tenga ganas”. Cuidado: vivimos en un ecosistema donde a los gobiernos y las empresas les resulta cómoda esta situación. El que controla la información y permite que “todo sea opinable” puede controlar el poder. ¿Estamos, sin querer, habilitando este caos para nuestra conveniencia?
El mandato Innegociable: “el bien no justifica los medios” Este es el criterio núcleo, el que separa un líder íntegro de uno oportunista: No se puede hacer un mal para lograr un bien o el bien no justifica los medios.
Pensá en esto con la agudeza de un CEO:
- ¿Es lícito bajar la calidad (un mal) para cumplir el target de ganancias (un bien)?
- ¿Es ético manipular datos de clima laboral (un mal) para obtener un bonus (un bien)?
- ¿Vale la pena ocultar efectos secundarios (un mal, como en los medicamentos o los autos) para lanzar un producto más rápido (un bien aparente)?
Cuando se negocia con esta regla, se abre una puerta que no se sabe dónde termina. Este es el camino que lleva a los malos ejemplos que vemos todos los días, que además tienen “prensa y redes sociales encantados de mostrarlos como ‘buenos’ ejemplos”.
P&C: La conciencia, su firewall moral.
La historia de Giges (La República. Platón) no es un mito antiguo; es la prueba de concepto de lo que pasa cuando se encuentra una forma de “saltar alguna norma” para un beneficio impensado. Aquí es donde entra el rol crítico de P&C: Debe proteger la conciencia colectiva de la organización.
La conciencia es la brújula que señala la posición del bien, de la ley natural. No es una voz misteriosa, es la razón que juzga la bondad o maldad de nuestras acciones, fundada en la realidad.
El peligro actual es que esa brújula se está volviendo laxa:
- Debilitamiento por repetición: En la medida que nos acostumbramos a los malos ejemplos, la conciencia se debilita y se va transformando cada vez más laxa.
- Umbral bajo: Dejamos de percibir lo malo; se transforma en “algo común”.
- Validación tóxica: Escuchamos estas conductas valoradas positivamente:”¡¡¡Qué bien que la hizo!!!”.
El costo de una conciencia laxa
Una conciencia debilitada lleva a la justificación interna para hacer algo que se sabe que es malo. Una actitud semejante nunca puede ser buena. Quien elige lo que es malo, se hace malo a sí mismo.
Tu misión como líder es clara: seguir la propia conciencia es una condición necesaria para ser una persona honesta. La rectitud moral no se juzga por el impacto externo, sino por la rectitud de la voluntad.
No se trata de crear un código de ética; se trata de fortalecer el músculo de la conciencia en cada colaborador, exigiendo que la verdad sea la adecuación entre el entendimiento y la realidad, y no la opinión conveniente. De lo contrario, solo estaremos construyendo empresas eficientes… pero podridas desde la base.