Management

El gerente cristiano

Escrito por Pablo Lamas
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Vivimos en tiempos donde el liderazgo suele estar asociado a la visibilidad, a la palabra que resuena más fuerte, al nombre que figura en los titulares o en el organigrama. Se habla mucho, demasiado, de la figura del líder. Sin embargo, el líder efectivo es aquel que logra pasar desapercibido. Por eso, san José es un modelo hermoso de liderazgo cristiano: el líder que se anonada.

De algún modo, podemos entender que todos los misterios del cristianismo se reducen a uno: el anonadamiento de Dios (kénosis). Cristo se “niega” a sí mismo. Y esto lo hace tres veces. Primero, dice san Pablo, se anonada de su condición divina para hacerse hombre (el Dios que todo lo puede se vuelve un bebé que todo lo necesita); segundo, se anonada en su condición de justo (y justificante) y ocupa el lugar del pecador en la cruz; tercero, se anonada en su condición espiritual y se esconde en un pedazo de pan y de vino.

Esta idea de partir del anonadamiento de uno en los demás nos permite enfocar el liderazgo en su componente de servicio. El líder se convierte en el primer servidor, y su rol es despejar cualquier obstáculo que se les presente a los miembros del equipo para la consecución de su meta. Liderar es, ante todo, servir. Servir es, ante todo, anonadarse.

Tres notas prácticas se desprenden de esta idea

  • Desaparecer para hacer aparecer al otro

El verdadero gerente no busca figurar. No busca el reconocimiento, sino que se goza cuando el equipo brilla, cuando los logros se atribuyen al conjunto y no a su liderazgo.

  • Negarse para afirmar lo común

Anonadarse no es negarse por debilidad, sino por amor. Es una forma de liderazgo servicial que no construye poder, sino comunidad. El gerente sabe que su misión no es su proyecto personal, sino el bien común de su empresa y su gente. No busca “perderse”, sino fundirse en la obra común, como el hilo que cose una trama sin sobresalir.

  • Descentrarse para liderar desde el margen

En lugar de ocupar el centro, el gerente lidera desde el borde: acompaña, sostiene, escucha. Esa es la lógica del anonadamiento, del vaciamiento voluntario. En un mundo saturado de egos y protagonismos, este liderazgo es contracultural, pero profundamente transformador.

En este concepto de liderazgo, emerge la figura de san José como un modelo perfecto de liderazgo cristiano. Benedicto XVI lo define por la correspondencia automática entre la revelación y la acción. En el Evangelio se le anuncia un hecho (la maternidad de la Virgen, la huida a Egipto y la posibilidad del regreso), y de inmediato se gestionan los medios para lograrlo.
San José aparece como el gran gerente de la Sagrada Familia: el proveedor, el cuidador, el que resolvió, con medios y sin ellos, todas las necesidades. Sin embargo, cuando aparecen los pastores, la Escritura señala que encontraron a la Virgen y al niño. San José no sale en la foto. San José permanece oculto y brilla en el resultado común.

El gerente cristiano que se inspira en san José entiende que su trabajo está bien hecho cuando se vuelve invisible, cuando su liderazgo se ha transformado en cultura, en equipo, en autonomía. Así como un buen carpintero deja que la madera hable por sí sola, un buen gerente deja que su equipo exprese el fruto del trabajo conjunto, sin necesidad de firmar cada logro.
La vocación del gerente cristiano no es brillar, sino hacer brillar a los demás. No es hablar, sino sostener. No es mandar, sino servir. Y en ese camino de anonadamiento y entrega encuentra su verdadera fuerza. Porque, al final, a quien se hace nada por amor, el reconocimiento le vendrá por añadidura.

Sobre el autor

Pablo Lamas

Profesional (Abogado – Mag. Propiedad Intelectual) orientado al desarrollo de negocios y la gestión y gerenciamiento de proyectos complejos. Con 10 años de experiencia en la industria farmacéutica en distintas funciones y posiciones.

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