Las formas nuevas de la Palabra
Los días 28 y 29 de julio de 2025, Roma fue escenario del primer Jubileo de Misioneros Digitales e Influencers Católicos, en coincidencia con el Jubileo de los Jóvenes. Un encuentro histórico que reunió a creadores de contenido de todos los continentes para celebrar la fe en el entorno digital.
En el corazón de la Ciudad Eterna, las campanas y las pantallas parecían hablar un mismo lenguaje. Durante dos jornadas intensas, el Vaticano abrió sus puertas a más de un millar de influencers y misioneros digitales de todo el mundo. Convocados por el Dicasterio para la Evangelización y el Dicasterio para la Comunicación, llegaron desde Latinoamérica, Europa, África y Asia con un objetivo común: descubrir cómo anunciar el Evangelio en un mundo hiperconectado.
Un encuentro histórico en Roma
El encuentro, integrado en el Jubileo de los Jóvenes, comenzó en el Auditorium Conciliazione. Allí, Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación, advirtió que “lo que verdaderamente une no es la red, sino algo que nos trasciende: Dios mismo”. Poco después, el jesuita Antonio Spadaro lanzó este desafío que resonó en los pasillos y en las redes: “No les pido que brillen, sino que ardan”. La frase enfatiza la importancia del testimonio personal y la autenticidad sobre la búsqueda de fama o popularidad en línea. La web no es solo un medio, sino un lugar real “que hay que habitar con fe”. El algoritmo conoce los datos, pero no el alma. No se trata de “crear una base de fans”, sino de fraternidad; no de perseguir “likes”, sino de generar vínculos. En una época dominada por reacciones y polémicas, el reto es comunicar con compasión. Spadaro subrayó la necesidad de tener “perfiles que transpiren misericordia. Palabras que no impongan, sino que acojan”.
El impulsor de este encuentro es nada menos que un argentino: Mons. Lucio Adrián Ruiz, actual secretario del Dicterio para la Comunicación, quien entiende que la misión digital es una vocación compartida que atraviesa fronteras y culturas, y que “impulsa a imaginar una Iglesia más cercana, más valiente y más presente en el corazón de la humanidad en la digitalizad”.
Vocación y misión en el mundo digital
Un mensaje que consuela, un video que provoca reflexión, una imagen que despierta esperanza, un testimonio que conmueve, son pequeños gestos cotidianos que van dejando huella, porque allí, en medio de algoritmos, tendencias y pantallas también está presente el Evangelio, que sigue invitando con las palabras de Jesús: “Ven y sígueme”. Puede cambiar el formato pero el mensaje sigue teniendo ese poder transformador en este nuevo tiempo.
En medio de las conferencias y testimonios, resonaba con fuerza una imagen bíblica: “El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo el que nace del Espíritu” (Jn 3,8). Jesús la pronunció en una conversación nocturna con Nicodemo, para explicar que la vida movida por el Espíritu Santo no se deja encasillar ni controlar.
En este Jubileo, esa frase parecía cobrar nueva vida. Como el viento, la misión digital llega a lugares insospechados. Hay un misterio en ese soplar del Espíritu: impulsa a salir, a hablar, a dar testimonio, aun sin saber con certeza a dónde llevará el soplo. El mensaje atraviesa pantallas y fronteras, y toca corazones que tal vez nunca se cruzarían en la vida física con un mensaje cristiano. Y como el Espíritu, no se puede reducir a una estrategia o a un algoritmo: es una corriente viva que impulsa a cada misionero —con su rostro y su voz— a ser portador de esperanza allí donde el Evangelio es más necesario.
El mensaje central: fe, autenticidad y esperanza
Además de conferencias y mesas de diálogo, los participantes compartieron momentos de oración y peregrinación, como la visita a la gruta de Lourdes en los Jardines Vaticanos. El cierre fue tan festivo como inspirador: un festival musical en la Piazza Risorgimento, en un clima de fraternidad que parecía anticipar el cielo. Las banderas indicaban procedencias —Irán, Suecia, Francia, Corea, Reino Unido, Argentina, Uruguay, Brasil, Portugal, México, Italia, Grecia, Sudáfrica…— pero en la plaza no había más que un mismo espíritu: el espíritu de los hijos de Dios que buscan paz y siembran alegría y esperanza por encima de cualquier división geográfica. Entre los que interpretaron canciones y subieron al escenario estuvieron The Sun (Italia), Junho Chu (Corea), Praise Louange (Francia), Hopen Music (Francia), Francesca Larosa (EE.UU.) y Josh Blakesley (EE.UU.), Aldana Canale, Pablo Martínez, Hakuna… Hacia el final, Mons. Lucio Ruiz subió al escenario con un ramo de rosas blancas, y mientras los presentes cantamos una versión del Ave María, lo dejó a los pies de una imagen de la Virgen de Guadalupe, ubicada en un ángulo del escenario. También no faltó la interpretación de la canción del jubileo por sus mismos autores —Pablo Martínez, Aldana Canale, Tomas Romero, Juan Delgado, Padre Jota— y coreada por “todos, todos, todos” los presentes.
Este Jubileo no solo marcó un hito en la historia reciente de la comunicación eclesial, sino que mostró que la evangelización digital es un lugar real de encuentro, misión y comunidad, donde los rostros y las voces llevan esperanza a cada rincón de la red y devuelven al verde su sentido original y profundo: verde esperanza.
La presencia de jóvenes argentinos en Roma
El martes 29 de julio, los jóvenes que fueron desde la Argentina se reunieron en la iglesia de los argentinos cerca de Piazza Ungheria. A las 10:00 comenzaron dos horas de oración intensa con cantos, lecturas y silencios. De allí peregrinaron hasta la Basílica de Santa Maria Maggiore donde reposan los restos del papa Francisco y donde Mons. Alejandro Pardo —el querido Padre Jano— celebró la Santa Misa. Era el día en que la liturgia conmemora a María, Marta y Lázaro, los amigos de Jesús y la homilía fue hacia allí: a resaltar el valor de la amistad. Una foto en las escalinatas de la basílica testimonia el encuentro y la auténtica alegría de todos. El jubileo de los jóvenes estaba empezando…