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Liderazgo en tiempos de incertidumbre: autoridad vs. autoritarismo

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En el complejo entorno actual, la conversación sobre el liderazgo es más crítica que nunca. Si bien el liderazgo es esencial para el éxito empresarial, la pandemia ha acelerado un fenómeno que merece nuestra atención: la concentración excesiva de poder. Esta dinámica, que vemos tanto en países como en empresas, ha erosionado las estructuras jerárquicas tradicionales, creando organizaciones con una peligrosa estructura casi binaria: un líder todopoderoso y el resto del equipo.

¿Por qué este estilo de liderazgo ha resurgido con tanta fuerza? 

La historia nos ofrece una respuesta clara. En momentos de crisis y profunda transformación, la sociedad, y por extensión las organizaciones, tienden a demandar y aceptar liderazgos autoritarios. No es una cuestión de juicio moral, sino un patrón histórico recurrente. Un líder con poder concentrado puede ofrecer soluciones inmediatas y una dirección clara, lo que resulta sumamente atractivo en tiempos de caos.

En las empresas, esta estrategia puede parecer la más eficiente a corto plazo. La firmeza, como la demostrada por Gene Kranz en “Apolo 13” con su célebre frase “el fracaso no es una opción”, es crucial en momentos de máxima presión. Sin embargo, este enfoque, si se mantiene, tiene un costo elevado a largo plazo.

El control detallado y la falta de delegación frenan el crecimiento, impiden la innovación y, lo más importante, socavan la creación de una cultura colaborativa. Una cultura sana es la base para el desarrollo de nuevos talentos y el bienestar del equipo.

Autoridad y autoritarismo: la diferencia vital

Para entender el problema, debemos distinguir entre autoridad y autoritarismo. A menudo se confunden, pero son fundamentalmente distintos.

Autoritarismo: Es un estilo de liderazgo basado en el control estricto y unidireccional. Impide la participación, coarta la iniciativa y se centra en la obediencia. 

Autoridad: Es la capacidad de influir y guiar a otros hacia un objetivo común. Reside en la persona y se manifiesta a través de dos tipos:

  • Autoridad formal: Deriva del cargo, la experiencia o la formación. Es el tipo de autoridad que un gerente tiene sobre su equipo o un especialista sobre su área de conocimiento. Es necesaria y fundamental para la estructura organizacional.
  • Autoridad moral: Es la más poderosa y se basa en la integridad, la coherencia y la ética personal.

Un líder con autoridad moral inspira a través del ejemplo, no a través del miedo o la imposición. Es la capacidad de actuar con firmeza, como Katharine Graham en la película “The Post“(magistralmente interpretado por Meryl Streep), sin perder el enfoque humano y participativo.

El camino hacia un liderazgo sostenible

En un mundo en constante cambio, los líderes que perduran no son los más autoritarios, sino aquellos que demuestran una autoridad moral sólida. Ellos entienden que la verdadera fuerza no reside en la concentración de poder, sino en la capacidad de inspirar, empoderar y colaborar.

Para construir una organización resiliente y preparada para el futuro, es imperativo que las empresas desafíen el modelo binario y fomenten líderes que cultiven la autoridad moral

Un liderazgo que sepa ser firme en la crisis, pero lo suficientemente flexible para construir una cultura humana, donde el fracaso sea una oportunidad de aprendizaje y el talento pueda florecer.

La pregunta que debemos hacernos no es quién tiene el control, sino quién tiene la capacidad de guiar a la organización hacia un futuro más sostenible y humano.

Post de origen en Linkedin. | Créditos de la foto: Portalempleo.gob.ar

Sobre el autor

Fernando Ferreyra Ezcurra

Consultor. Liderazgo, Gestión y Desarrollo de Talentos.

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