La XIII° edición del Encuentro de Diálogo CELAM-UNIAPAC, un espacio de encuentro entre Obispos y Empresarios, organizado en el centro de capacitación y retiro “El Refugio” en Monterrey, México, tuvo lugar del 5 al 7 de mayo. En él se invitó a reflexionar sobre “La Empresa como constructora de paz”.
El hecho de haber participado en el Encuentro fue una experiencia muy enriquecedora en donde pude, no sólo comprender el contexto en el que operan las empresas, las parroquias y las asociaciones pertenecientes a UNIAPAC en Latinoamérica, sino también entender los desafíos a los que nos enfrentamos para alcanzar la Paz y el Bien Común de la sociedad en su conjunto.
Durante su desarrollo, tuve la oportunidad de escuchar y compartir experiencias, reflexiones y propuestas de especialistas y líderes sociales y de empresa de 15 países de América Latina, quienes basados en el principio de gratuidad y la lógica del don en el Cambio de Época, realizaron un análisis de la región a través de la metodología del Ver, Juzgar y Actuar.
Luego de una profunda reflexión, se llegó a la conclusión de que el denominador común de la región Latinoamericana es la violencia y la inseguridad que han ido incrementándose en las últimas décadas, por diferentes razones, muy complejas, que desatan terribles efectos no sólo a nivel regional, sino también a nivel global; generando, así, un clima de desconfianza hacia las instituciones y una ruptura de la sociedad que impactan directamente en el mundo de la empresa. A todas luces, en una sociedad en donde reina la violencia y la inseguridad y en donde no existe paz, la empresa no puede ser exitosa.
Ahora bien, ¿quiénes son los responsables de la violencia, de la inseguridad y de la ruptura social? Todos nosotros. Como cristianos no podemos ni debemos mantenernos al margen, dado que la paz es uno de los dones de Dios. La paz es al mismo tiempo el regalo más preciado de la humanidad y es obra de cada uno de los hombres y de las mujeres que habitamos este planeta.
Es por ello que, con el corazón abierto, con honestidad, sinceridad y humildad, debemos comprometernos a encontrar caminos posibles para la paz. La empresa es un camino, no el único, pero necesario, a través del cual se puede llegar a ella. Para eso, como líderes y dirigentes de empresa debemos ejercer un liderazgo de servicio; llevar la Enseñanza Social de la Iglesia a la empresa para mantener en equilibrio el desarrollo económico y el desarrollo humano integral y sostenible; contribuir a la formación de los dirigentes de empresa con programas, herramientas y ejemplos de buenas prácticas empresariales; crear oportunidades para que más personas participen de la economía y de sus beneficios; y contribuir a mejorar la calidad de vida de los grupos de más bajos ingresos involucrándolos como consumidores y como productores.
Asimismo, junto a Obispos y sacerdotes, los líderes y dirigentes de empresa debemos trabajar en conjunto para desarrollar planes de acción concretos en pos de la construcción de la paz en la región; buscar, mediante el diálogo y encuentros, nuevas formas de entender la economía y el progreso; y luchar contra la corrupción, contra el crimen organizado y a favor una sociedad transparente.
Finalmente, se puso de manifiesto que para lograr dichos objetivos resulta imperioso que cada uno de nosotros gocemos de coherencia entre el SER y el PENSAR para poder HACER lo éticamente correcto y de esta forma TENER una Cultura de responsabilidad y de buenas prácticas.
Gracias por el testimonio. Muy enriquecedor