Valores

Trabajar Orando (Miércoles)

Escrito por Carlos Barrio
Listen to this article

«¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos? Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: «Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.» (Mateo, 18, 1-4)

Mañana

Padre, gracias por esta mañana que me anuncia la buena nueva de la vida, con aromas y flores que despiertan, señalando que Jesús está resucitando y vive en medio de nosotros, entre el caos y la jungla del mercado.

Silenciá mis ruidos interiores para que pueda encontrar sin prejuicios ni temores nuevas sendas y caminos que me lleven a tu encuentro. Fortificame y sosteneme en la soledad de la ciudad y la competencia tantas veces despiadada.

Te ofrezco todas mis luchas, desvelos y dificultades que tenga que afrontar. Que sea un santuario vivo. Transformame en ofrenda y que sepa administrar los bienes con justicia, para que lleguen a todos.

Pongo en tus cálidas manos de padre a mis seres queridos, y en especial a ………………………… . Protejelos con tu mano y tu amor.

Envolveme con la brisa cálida de tu paz, para así poder sobrellevar el día.

Mediodía

Madre, en este mediodía en el que puedo reparar mis fuerzas y encontrarme con el manantial de vida que brota de tu santuario, te pido que renueves mi espíritu y mi voluntad para continuar con alegría y sentido mi jornada.

Arrancame de mi rutina, despertame del letargo para transformar en bienes mis actitudes de incomprensión, violencia y dureza de corazón, que llevo muchas veces al trabajo. No permitas que las proyecte a quienes están conmigo.

Dame alas y grandeza para superarme. Inculcame la hondura de tu sabiduría. Que lleve salud y equilibrio ecológico a mis reuniones, alejando la polución de esquemas de trabajo tóxicos y totalitarios.

Quiero vivir en alianza de amor con vos y tu Hijo, siendo pobre de espíritu y abierto.

Tarde

Padre, te alabo con todo mi corazón, porque me revelaste que el mundo es un sacramento de tu presencia, en el que, a pesar del dolor, la incomprensión y las urgencias del trabajo, se manifiesta tu espíritu divino, a través de mi quehacer cotidiano y el de las personas que me rodean.

Te pido perdón por los egoísmos y miserias que tuve en esta jornada. Enseñame a compartir el pan y la vida.

Te ofrezco mi corazón vulnerable y abierto para reconciliarme mañana con quienes ofendí o no traté con la dignidad y respeto o la debida atención que se merecían.

Te entrego mis necesidades, deseos y logros. Tomalos en tus manos de Padre y transformame para vivir con plenitud y alegría mi misión laboral y de vida.

Gracias Padre por no abandonarme, aunque todo parezca silenciarte.

Las oraciones que se presentan son extraídas del libro Trabajar Orando (Editorial Claretiana, 2013)

Trabajar Orando… lunes.
Trabajar Orando… martes.

Sobre el autor

Carlos Barrio

Abogado (UBA) con una extensa carrera en el sector legal de multinacionales. Coach Profesional (Certificación internacional en el Instituto de Estudios Integrales). Posee posgrados en Harvard y UBA.

Deje su opinión