LUNES
«Amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.» (1 Juan, 4, 7-8).
Mañana
Padre, gracias por esta mañana en la que despierto a la vida y voy descubriendo tu rostro sinfónico con sus múltiples voces y sonidos en todo lo que me rodea. Gracias por tus regalos.
Me entrego a vos con todo lo que llevo. Tomalo en tus manos de padre. Bendecí mi trabajo y ayudame a construir con sencillez y audacia un mundo de amor y justicia en medio de las exigencias, presiones y desafíos.
Dame hoy apertura de corazón …
para reconocer tu rostro en lo que emprendo …
en mis proyectos …, las personas …
en las llamadas telefónicas y los correos electrónicos …
los reclamos y frustraciones …
en una palabra, en todo mi trabajo …
Que sea solidario y comparta mis brazos con los esfuerzos de los otros, para que la carga sea más liviana. Que lleve luz y alegría a mi gestión.
Te ofrezco mi trabajo de esta semana por …………… .
Recibilo como ofrenda a la fuente de gracias del santuario laboral, donde María vive transformándome y renovando mis fuerzas.
Mediodía
María, en este mediodía en el que se detiene el vértigo del trabajo, vuelvo a tu santuario, en donde encuentro paz y hondura a mi vida. Seréname, cobíjame …
Lléname con tu dulzura y sosiego de madre, renovando mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra todo mi ser, para vivir en el mundo como un hombre nuevo y comprometido.
Que no mida el valor de los demás por su jerarquía en el trabajo o su posición social. Presérvame de los juegos de poder, la codicia y la corrupción, que se esconden muchas veces agazapados, sigilosos, disimulados …
Descorre mi velo y dame apertura para ver la dignidad de las personas.
Enséñame a observar viejos paisajes con una mirada nueva para ser más libre e integrado, vinculado a la fuerza de mis ideales y mi misión.
Llévales esperanza y fortaleza a aquellos que no tienen trabajo y sufren la angustia de necesitar el sustento para sus familias y se sienten inútiles a los ojos del mercado laboral. Que no me distraiga y sea indiferente frente al dolor de tanta gente.
Tarde
Señor, en este atardecer en el que se pone el sol y me invita a descansar, dame paz en el santuario de mi corazón, donde siempre sonríe la alegría y nunca se apaga el fuego del amor. ¿Te reconocí en las reuniones que tuve? ¿Te ví en las discusiones? ¿Pude transformar las tensiones en oportunidades de crecimiento?
Me acepto con mis sombras, limitaciones y prejuicios que nublan mi capacidad de amar y ser más libre y orgánico. Dame una nueva mirada para descubrir más horizontes.
Que sepa trabajar junto a otros en vinculación solidaria, creando comunidad y dando lo mejor de mí, para construir un mundo sano e integrado.
Llévame en tu mano, dame tus gracias, para que encuentre sentido a mi quehacer. Que conserve las cosas en mi corazón.
Que al igual que tu cuerpo y tu sangre, pueda ser pan vivo, para llevar vida a los hombres con mi trabajo.
Las oraciones que se presentan son extraídas del libro Trabajar Orando (Editorial Claretiana, 2013) Siga leyendo
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