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¿Qué dijo Nietzsche sobre Compliance?

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“Esto es una hipótesis, pues al margen de lo doloroso que resulta 

es difícil llegar a ver el fondo de estas cosas subterráneas.”

La genealogía de la moral: un escrito polémico. F. W. Nietzsche, (1887)

 

Nada, no dijo nada. 

Esto parece que ya va de trilogía. Las dos columnas anteriores sobre Foucault, Kant y Compliance lo confirman. ¿Será una serie?

Al leer cómo Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900) revisa el origen y la evolución de las ideas de bien y mal, de culpa, de castigo y de responsabilidad nos deja -al menos- perplejos. Sin embargo, a pesar de esta dificultad, parafrasearemos sus pensamientos como si fuese un consultor de Lucha contra la Corrupción

¿Qué diría? Escuchémoslo.

 

  • Compliance como memoria

 

-: Los programas de Compliance que Uds. promueven buscan “criar y disciplinar a un animal para que pueda hacer promesas”. ¿Qué animal, se preguntarán Uds.? La empresa. ¿Qué promesas? No sobornar, no cometer fraude, no hacer balances falsos, las que Uds. ya conocen. 

Friedrich con gran elocuencia explica nuestra gran capacidad de olvidar. El olvido te permite hacer lugar a lo nuevo, te posibilita algo de felicidad, jovialidad y esperanza. Pero luego advierte:

-: Prometer ¡es todo lo contrario! Prometer es “decidir activamente no olvidar”. 

¿Cómo es eso? En este “no-olvidar” Nietzsche encuentra el fundamento de la idea de responsabilidad. Con la promesa, el hombre responde “de sí como futuro”.  Es como si alguien te dijera: podés contar con que actuaré de tal modo, no me olvidaré.

-: Uds. se preguntarán, entonces, ¿cómo hacer para que la gente tenga memoria de lo prometido? Los modos son dos; y Uds. ya los utilizan en las capacitaciones y comunicaciones de Compliance. El primero es “grabar a fuego ideas fijas, indelebles, omnipresentes” y el segundo, recordar los posibles castigos. Pueden quedarse tranquilos. Con esa “camisa de fuerza” los empleados llegarán a ser uniformes, adaptados a la regla y previsibles; es decir, memoriosos y responsables.

¿Habrá sido irónico?

 

  • Compliance como capitalismo reprimido

 

En la segunda parte de la reunión, Friedrich W. se puso más denso. 

No sé si recuerdan que él valora al hombre poseído por la voluntad de poder, agresivo, libre, salvaje, sin dioses ni remordimientos; y desprecia al “animal domesticado”, enjaulado, que sufre de mala conciencia. 

¿Qué es la mala conciencia para Nietzsche? Es una reacción, un sentimiento de culpa y remordimiento. Es una terrible enfermedad que se origina en el avergonzarse de los propios instintos e inhibirlos. “Todo lo que no se descarga hacia afuera, se vuelve hacia el interior”. La mala conciencia constituye una división interna que no tiene el SuperHombre.

Pueden imaginar ¡cuánto Friedrich Wilhelm valora a la SuperEmpresa! Festeja su estrategia de guerra y su voluntad de crecimiento, celebra su juego agresivo en los mercados, rinde culto a su espíritu salvaje, hostil, libre, optimista y sin remordimientos. Por eso, les dijo a las Compliancepersons:

-: ¡Uds. han resultado artistas involuntarios de un enfrentamiento! El Reino de Compliance le ha “declarado la guerra a los viejos instintos” del capitalismo; aquellos instintos -tanto creadores como destructores- “sobre los que descansaba su fuerza, su grandeza y fecundidad”. En el “pasado animal” de la empresa han quedado sus instintos vagabundos y predatorios globalizados. Hoy, sus empresas en lugar de perseguir agresivamente a los clientes y despedazar a los competidores ¡persiguen a sus directores y empleados a través de Compliance! Han reprimido la voluntad de poder. Han convertido a la empresa en deudora de la sociedad. Han aprisionado el instinto de libertad del capitalismo y lo descargan contra la misma empresa.

Silencio. ¿Habrá que volver a terapia?

-: Es más. El área de Compliance es la mismísima sede de la mala conciencia corporativa, es “el laberinto en el pecho” de la empresa. Uds. no se dan cuenta de que ésta es una forma de auto violentarse, de negarse como empresa. Y aunque Uds. sufren esa escisión, esa división interna, ese doble mensaje, no lo ven. Buscan tanto la rentabilidad como “el bello resultado” de la empresa ciudadana que colabora abnegadamente en la lucha contra la corrupción. ¿Qué dios los está mirando? ¿Zeus, los mercados, la OCDE? ¡Uds. sabrán quién es su espectador! Toda mala conciencia lo tiene.

Coffee-break. Algunos se fueron.

III. El castigo como espectáculo

Ya lo habíamos escuchado decir a Nietzsche que “los procedimientos judiciales son un espectáculo”. Es más, dijo también que impiden que el delincuente considere que su acción estuvo mal, porque “ve que sus castigadores hacen lo mismo, pero con la conciencia tranquila”.

En modo-profesor explica las premisas de dicha conclusión:

  • El vocablo Schuld (=culpa), en el idioma alemán, deriva de Schulden (=tener deudas). 
  • La idea de culpa deriva de la antigua práctica de los contratos entre privados.
  • El delincuente es alguien que rompe el contrato, falta a la palabra dada y se convierte en deudor. 
  • El acreedor adquiere el derecho y el placer de humillar al deudor. “No le avergüenza la crueldad”. 
  • Por tanto, desde tiempos originarios, los jueces no tratan con un sujeto responsable que pudo haber actuado de otro modo, sino simplemente con el causante de un daño. 

Luego de recomendar algunas series y películas sobre mafias para entender “el inseparable encadenamiento entre las ideas de ‘culpa’ y ‘dolor’”, profetizó:

-: Aunque ahora contemos con el refinamiento jurídico de solo castigar al responsable, esta medida de los tiempos antiguos puede volver a darse otra vez en cualquier momento. 

Fue ahí cuando todos querían preguntarle su opinión sobre la lucha contra la corrupción. Tenían muy presente que alguna vez F. W. N. había dicho que “también los grandes castigos contienen elementos festivos”. Leyendo la inquietud en el rostro de los asistentes, dijo:

-: Los castigos tienen muchos usos, pero no sirven para el remordimiento de conciencia en los delincuentes, si es lo que Uds. buscan. El castigo, puede llegar a domesticar a algunos, pero no los mejora, los endurece, los hace resistentes y aumenta su sentimiento de aversión.

Y fiel a su estilo desconcertante y críptico, sentenció: 

-: Sean como las vacas, rumien esto. Una comunidad empodera al derecho penal y expulsa a los delincuentes de su seno, solo si se encuentra débil. Si la comunidad está consciente de su poder, puede permitirse el lujo de dejar impunes a los que la han perjudicado. Si experimenta la voluntad de poder que la atraviesa, si sus integrantes se sienten vivos, activos, libres, sin remordimientos, salvajes, sin dios, pueden llegar a decir: “¿Qué me importan mis parásitos?, que vivan y prosperen ¡sigo siendo lo bastante fuerte para eso!”

Otro silencio. Se complació en la perplejidad provocada y dijo antes de irse:

-: Yo sé que “todo esto es interesante en extremo” y, a la vez, “presenta una tristeza fúnebre, sombría y agotadora”. No me gustan los pesimistas, pero les recomiendo “evitar mirar demasiado tiempo en semejantes abismos.”

Salieron hashtageando.

#siamotuttinietzscheani

#cambalache

#nadanoslibranadamasqueda

Bibliografía: Introducción y Segundo Tratado (pp. 41-50; 87-133) de Nietzsche, F. (2011). La genealogía de la moral. EDIMAT Libros S.A. Madrid.                                                                  

Sobre el autor

María Marta Preziosa

Dra. en Filosofía por la Universidad de Navarra. Master in Business Administration por IDEA. Investigadora, Facultad de Ciencias Económicas, UCA. Docente en diversas universidades de la región. Consultora. Temas que suele tratar: management, ética, compliance, cultura organizacional entre otros.

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