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El deber de votar

Escrito por Enrique del Carril
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Entonces Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron y dijeron: —Maestro, queremos que nos hagas un favor. —¿Cuál es la petición? —preguntó él. Ellos contestaron: —Cuando te sientes en tu trono glorioso, nosotros queremos sentarnos en lugares de honor a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Jesús les dijo: —¡No saben lo que piden! ¿Acaso pueden beber de la copa amarga de sufrimiento que yo estoy a punto de beber? ¿Acaso pueden ser bautizados con el bautismo de sufrimiento con el cual yo tengo que ser bautizado? —Claro que sí —contestaron ellos—, ¡podemos! Entonces Jesús les dijo: —Es cierto, beberán de mi copa amarga y serán bautizados con mi bautismo de sufrimiento; pero no me corresponde a mí decir quién se sentará a mi derecha o a mi izquierda. Dios preparó esos lugares para quienes él ha escogido. Cuando los otros diez discípulos oyeron lo que Santiago y Juan habían pedido, se indignaron. Así que Jesús los reunió a todos y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de este mundo tratan a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacen alarde de su autoridad frente a los súbditos. Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá ser esclavo de los demás. Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos». Marcos 10:35-45 NTV

En la predicación de Jesús, son pocas las ocasiones en que nuestro Señor se refiere a la política de su época.

Judea y Galilea, en esos tiempos, formaban parte del imperio romano y sus sistemas de gobierno estaban basados en reyes, títeres del imperio, que ejercían el poder junto con delegados directos de Roma, quienes se reservaban las decisiones más importantes; la recaudación de impuestos y el poder sobre la vida o muerte de sus súbditos.

Salvo el clásico «dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» son pocas las citas que podemos encontrar sobre temas políticos.

Sin embargo, Israel era una parte del imperio convulsionado donde actuaban grupos armados que, al margen de la ley, luchaban por la libertad política inspirados en la promesa bíblica del Mesías. Los había violentos, como los zelotes y los sicarios, o más moderados como algunas ramas de los fariseos.

Entre los seguidores de Jesús había integrantes de estos grupos, pero, aunque no compartían los métodos, todos, en general, creían que era el Mesías y que su predica era una preparación que culminaría con la independencia de Israel y la constitución de un reino temporal que no tendría fin.

La cita que encabeza este articulo muestra esa confusión de los apóstoles, y como la ambición de poder personal era y es una realidad insoslayable. Nada menos que Santiago y Juan que lo habían seguido a Jesús desde el principio, le piden que los siente a su derecha y a su izquierda cuando alcance la gloria y el poder.

El enojo del resto de los apóstoles, seguramente ocasionado por la envidia, y la respuesta de Jesús están plenas de contenido y actualidad «¡no saben lo que me piden!», dice Jesús, para luego referirse a sus futuros sufrimientos que culminarán en la muerte ignominiosa y la soledad. Termina su predicación afirmando cual es la verdadera razón de ser del poder: “El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá ser esclavo de los demás.”

En los últimos tiempos, en nuestro país hemos presenciado cómo aquellos que pretenden ser nuestros líderes protagonizaron una lucha por las candidaturas descarnada, muchas veces utilizando el insulto personal o el desprecio por las ideas del adversario sin explicar en forma clara cuales son los medios que utilizarán para servir a su pueblo. No parece reflejarse en sus expresiones que, quien pide nuestro voto sea consciente del sufrimiento y el trabajo que le espera.

Pero, como suele decirse “es lo que hay”. A pesar de la obscuridad que muchos políticos trasmiten, debemos votar porque estamos ante una situación en donde la corrupción, las mafias y la mentira son moneda corriente. Donde el despilfarro del dinero público en lujos innecesarios o en sueldos excesivos de los funcionarios, muestran con crudeza la indigencia y el sufrimiento de los más pobres. Y donde la inseguridad insinúa la sospecha de complicidades entre quienes detentan el poder y los delincuentes.

Debemos elegir, aun al que consideramos «menos malo» y confiar en que Dios escuchara nuestra oración y premiara nuestros esfuerzos para que, quien en definitiva gane asuma su Cruz, gobierne para el bien común y tome conciencia que ha sido elegido para servir y no para ser servido

Sobre el autor

Enrique del Carril

Abogado. Ex director de la revista EMPRESA. Fue presidente del Colegio de Abogados de la CABA entre el 2006 y el 2010. Socio fundador del Foro de Estudios sobre Administración de Justicia (FORES).

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2 comentarios

  • EXcelente artículo para lo CATÓLICOS que «no se quieren meter en política» El DEBER de Ciudadano: tenemos la OBLIGACIÓN se votar, auque sea x el menos malo. Siempre y cuando respeten a la Vida Humana.
    No OBLIGANDO a hacerlo x un candidato en especial. «Ismos» e «itas» ya digamos BASTA!!!

  • Para sumar a este artículo, doy fe de que hay gente buena trabajando en política, y que capaz hoy no está en los máximos cargos pero aspira a eso para poder ser un mejor país.

    Invito a pensar la política como una vocación, para transmitirlo tanto en las escuelas como en las familias, y así lograr que más gente buena trabaje en los gobiernos.