Estamos todos de paso. Este tránsito es algo que tenemos en común los vivientes. Lo peculiar es cómo lo hace cada uno.
Si quisiéramos describirlo, si buscásemos decir en unas pocas líneas algo esencial del propio transitar, del sentido del camino y su horizonte, sin caer en una mención de sucesos ni entrar en matices, ¿qué diríamos? ¿Qué dirías acerca de lo que es aprovechar el tiempo presente?
Ofrezco mi respuesta personal, sintetizando en extremo y consciente de que sonará algo extraña: creo que algo esencial en el aprovechamiento del tiempo es estar abiertos al sentido de trascendencia que tiene nuestra vida; más específicamente, estar ubicados en la vocación al amor como aquello que no terminará.
Personalizando más aún, digo esto: no quiero vivir como si solo existiese la dimensión temporal en nuestra historia, o como si ésta estuviera separada de algo más grande y duradero.
Considero que una ubicación así ofrece un buen parámetro para dimensionar lo que vivimos cotidianamente, y resulta ser todo un detector de prioridades. Nos ayuda, a la vez, en la renuncia a empeñar la vida en lo que puede perderse de un momento al otro. Incluso, nos cuida de nosotros mismos cuando nos invaden obsesiones por algo que se vuelve inmenso solo porque no salió exactamente como los pensamos, imaginamos o quisimos.
El tema es que, si “trascendencia” nos significa algo irreal, separado del aquí y ahora, de nuestra cotidianeidad, es difícil que pueda ser para nosotros un parámetro, una referencia, un ancla… Nada tiene, entonces, para decirnos al presente de nuestro camino, a cómo transitar la vida. En este caso, creo que se desdibuja nuestro horizonte y el rumbo se nos hace más errante.
La búsqueda de aprovechar el presente, entiendo, aplica no solo a lo que hacemos, sino también a lo que nos toca atravesar (que generalmente irrumpe sin aviso). Sin dejar de considerar, de todas maneras, que hay muchas situaciones que nos vienen, precisamente, como consecuencia de lo que hacemos.
En fin, más allá de esta salvedad, podemos reconocer que sobre muchísimas de las cosas que nos suceden, o el otro nos hace, no tenemos el control, pero sí podemos elegir el modo de vivirlas. En este sentido, un desafío que se nos va a presentar constantemente responde a este interrogante: “¿Cómo vivo lo que me toca?” También en medio de lo incontrolable, aparecerá ese espacio donde se jugará lo propio y el aprovechamiento del tiempo presente. Ante lo adverso, por ejemplo, quizás eso propio consista en estar menos concentrado en que termine (aunque lo desee y lo pida) o en qué va a pasar, qué voy a hacer mañana, y más ofrecido para amar en el hoy, para vivir el hoy en medio de lo que está sucediendo. O por supuesto, intentando cambiarlo, ir a mejor, si es que está en nuestras manos tal posibilidad.
Sumaría un último matiz: es posible una mirada con perspectiva de trascendencia, sobre uno mismo, el otro, las vinculaciones, las experiencias de vida. No se trata de adivinar, especular, inventar o fantasear; más bien, de percibir y captar otros significados, otras implicancias, otro sentido, y hasta de llegar, cuando nos toque, al paso de la muerte de otra manera. Sobre esto último, guardo en la memoria la pregunta que hizo alguien, conmovido, en un velatorio muy especial donde despedíamos a un joven creyente: “¿Cómo hay que vivir para morir así?”
El mundo no es un lugar definitivo, permanente. Es donde se empieza a transitar la vida, donde todos contamos con un tiempo limitado. Creer que la vida del amor tendrá continuidad tiene la capacidad de iluminar lo cotidiano, acercándonos motivos sólidos para intentar estar atentos a qué nos pide el amor en cada momento y situación. Hermosa manera de aprovechar el tiempo presente.
Que mirada integradora de la vida tiene la autora, me amplia la perspectiva del aquí y ahora, del estar siendo en este presente, del estar viviendo… En donde el sentipensar y hacer tiene un sentido más profundo en nuestra vida.
El amor no tiene fronteras, ni limites, «es siempre», el amor nos transciende. Coincido con Viviana que nuestra vocación es el amor aprovechemos este tiempo presente «amando siempre». Gracias Viviana por poner palabras a lo que siento, vivo y hago.
Hermoso artículo me conecta con el camino de mi propia vida, aquel don que me fue dado como regalo y que me es tarea cotidiana vivir con un sentido profundo y real, con ese sentido profundo que nos da la mirada trascendente como dice el artículo. Sería como vivir la vida con una mirada más completa lo que nos hace seres más integrales en todos los sentidos: personales, vinculares, familiares y laborales. Gracias Viviana por recordar este don, esta vocación al amor y esta tarea para mi vida.