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Cosmovisión actual: Apuntes sobre la tecnocracia actual

Escrito por Roberto Estévez
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El ser humano es, desde diversas perspectivas, una naturaleza intermedia. No es una bestia, pero tampoco un dios, es individuo y también comunidad. Por otra parte, en todo ser humano está la posibilidad de Hitler, o la de los alemanes de su misma generación que se le opusieron a riesgo de sus vidas, y que en muchos casos murieron, porque no decirlo, como mártires y santos.

La naturaleza humana, es mucho más compleja aún, pero bastan las tres realidades que acabamos de evocar, para darse cuenta que la vida social necesita el servicio de la organización. El discernimiento de los fines adecuados a cada aquí y ahora. Los griegos fueron los primeros en formular la ambigüedad de esta actividad diciendo que esta organización podía ser despótica, propia de las bestias, o política, propia de los hombres libres.

Si la política es alternativa al dominio despótico, es porque lleva implícita una simetría, o comunidad de naturaleza en la relación de poder, más que una relación de mando y obediencia. Si existen diferencias son en relación a las necesidades del servicio y no privilegios.

Las razones por las que los hombres desean el poder político, y una vez que lo tienen, les cueste tanto renunciar a él, podrían simplificarse a tres: Para alcanzar un mejor orden social (un fin que lo trasciende), para fortalecerse a sí mismo (un motivo intrínseco), y por las ventajas que se pueden obtener del poder (un motivo extrínseco).

En lo motivacional humano, siempre hay mezcla, pero si predominan las dos últimas, implica una curvatura sobre sí mismo, pocas veces la curvatura es solo emocional sobre la voluntad, y casi siempre lo es de la voluntad y la inteligencia, con la implicancia emocional. En ambos casos, se ve al poder, como una relación de mando/obediencia; visión que se complementa (aunque solo sea potencialmente) con la relación amigo/enemigo, por lo que justifica una asimetría o diferencia de naturaleza entre ambos términos de la relación, haciendo posible el dominio despótico, sea amo/esclavo, señor/siervo, patrono/cliente, jefe/empleado, líder/masa.

No estoy tratando aquí de valorar, sino de distinguir. En términos clásicos, o se está en una progresión al dominio político, o se está en una progresión al dominio despótico, lo humano nunca está en un “punto de indiferencia”.

 

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Sobre el autor

Roberto Estévez

Profesor titular ordinario de filosofía política FCS – UCA. Presidente Asociación Santo Domingo, Tandil

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