“Pilato le preguntó:” ¿Qué es la verdad?”
(Jn, 18,38)
En noviembre pasado, tras una puja de 7 minutos en la casa de remates Sotheby´s, se vendió en US$6.240.000 (incluyendo la comisión de la casa de remates) la obra conceptual del artista Maurizio Cattelan, titulada Comediante, que consiste en una banana pegada a una pared con una cinta adhesiva.
El comprador fue el millonario chino Justin Sun, quien recibió, junto a la banana y la cinta adhesiva que la sostiene en la pared, un certificado de autenticidad de esta, con instrucciones del propio Cattelan para montar la pieza: cuándo reemplazar la fruta (cada siete o diez días, es decir que en un año deberían consumirse aproximadamente 52 bananas para que la misma no se pudra) y la altura del piso a la que debe ubicarse (175 centímetros).
Lo curioso de esta llamada obra de arte es que no es la primera vez que se exhibe y se vende. Ya se vendieron tres ejemplares del Comediante en Art Basel en 2019: dos por US$120.000 y una tercera en el 2020 por US$150.000, cuyo adquirente anónimo la donó al Museo Guggenheim de Nueva York.
Por otro parte, Cattelan tuvo que enfrentar del artista Morford, un juicio por plagio de la obra “Banana & Orange”. Morford, declaró que Cattelan había plagiado su obra, que consta de dos paneles rectangulares uno con una naranja en el centro unida con cinta adhesiva gris, y el de abajo con una banana en el centro unida con cinta adhesiva gris. También se utilizó cinta alrededor de los bordes, creando un díptico vertical.
Pareciera que todos somos desmemoriados y después de 4 años volvió a existir un supuesto interés en adquirir una obra de arte, que carece del impacto de su originalidad, exclusividad y que estuvo cuestionada por plagio.
Tras la compra, Justin Sun anunció que honraría la pieza comiéndola, lo que hizo en una rueda de prensa en Hong Kong. “Sabe mucho mejor que otros plátanos. Es realmente bueno”, comentó desde el lujoso hotel Península en Tsim Sha Tsui, reportó AP.
La fruta en la instalación de Cattelan, ya había sido comida anteriormente en dos oportunidades, en 2023 un estudiante en Corea del Sur la tomó de la instalación que era exhibida en el Museo de Arte de Leeum en Seúl y en 2019 en el Art Basel de Miami, el artista estadounidense David Datuna, también se comió la fruta, la que fue reemplazada por los organizadores, sin que se tomaran medidas contra el desprejuiciado artista.
Es decir que toda esta puesta en escena del Comediante es una farsa repetida. Carece de originalidad y no es más que una vulgar reedición de lo hecho en el año 2019 y el 2023. No sé si la obra de arte es el Comediante de Cattelan o la “comedia” de repetir de manera idéntica la secuencia de lo hecho en los años 2019 y 2023.
Sin duda que este acto de marketing fue montado a través de una acción coordinada y conjunta entre Cattelan, Sotheby´s y el empresario Justin Sun.
Sotheby’s, previo a la subasta, la expuso en una gira mundial por diez ciudades, ocupándose de publicitarla y preparando la expectativa del remate.
¿Cuál es la razón por la que en esta cuarta subasta se haya pagado tanto más dinero que en las ventas anteriores? ¿Por qué alguien paga US$6.240.000 por una obra de arte ya conocida, cuyo precio en las ocasiones anteriores rondó el 2,4% del precio de esta última subasta?
Todo es oscuro, irracional y al mismo tiempo pareciera ser no casual.
Vivimos en un mundo globalizado saturado de fake news. Nos dice Byung Chul-Han que “hemos perdido por completo el impulso a la verdad, la voluntad de verdad … todos los valores humanos se han vuelto en la actualidad económicos y comerciales. La sociedad y la cultura se están mercantilizando. La mercancía sustituye a la verdad.”[1] Y este caso es emblemático y al mismo tiempo bochornoso. Detrás de todo este montaje hay un negocio. Y el éxito de este es justamente la captación de la atención del mundo. No importa cómo.
Y como si la puesta en escena de esta farsa circense no fuera suficiente con todo lo hecho, el apetito voraz de este negocio mediático encontró en el vendedor callejero de frutas Shah Alam de Manhattan, una historia atractiva adicional para mantener la atención pública. Shah Alam vendió la banana de la obra Comediante subastada en Sotheby´s en US$0,25, resaltándose de esta forma la distancia abismal con el precio que abonó el empresario Justin Sun en el remate.
Alam, vende bananas en Manhattan por US$0,25 cada una, y nunca imaginó que una de ellas sería utilizada en esta supuesta obra de arte, alcanzado un precio desorbitante.
Shah Alam tiene 74 años, es viudo y emigró a Estados Unidos en 2007 desde Bangladesh. Vive en un sótano en el barrio de Bronx, abonando u$s 500 mensuales por una habitación que comparte con otras cinco personas y trabaja 12 horas por día en el puesto de frutas, donde gana 12 dólares por hora. ¡Su contraste con el empresario Justin Sun no podría ser más perfecto!
“Soy un hombre pobre”, dijo Alam a la prensa, con la voz entrecortada al conocer el destino de la fruta (¡excelente actor de esta obra de teatro en su segundo acto!). “Nunca he tenido esta cantidad de dinero; nunca he visto esta cantidad de dinero”.
El empresario Justin Sun, fundador de la plataforma de criptomonedas Tron, (¿conmovido por la historia de pobreza de Alam Shah?) anunció su intención de comprarle 100.000 bananas, para después donarlas gratuitamente en todo el mundo a través de su puesto”, escribió en X.
Me permito sospechar que se trata de una farsa de sensibilidad humanitaria de Sun, montada con una escenografía sin fisuras.
Cabe tener presente que la fortuna de Sun está valorada en US$1.400 millones. Y para agregarle más sal a esta ensalada, hace poco anunció una inversión de 30 millones de dólares en World Liberty Financial, una plataforma de préstamos e inversiones en criptomonedas respaldada por Donald Trump semanas después de las elecciones. De acuerdo con ‘The Washington Post’, esta plataforma de préstamos está promovida por Trump y sus hijos mayores, y es criticada por su potencial uso como herramienta de influencia política. Antes del préstamo de Sun la empresa estaba lejos de cumplir sus objetivos de ingresos, y su vínculo directo con la familia Trump ha despertado preocupaciones sobre posibles conflictos de intereses.
Sun enfrenta cargos por fraude y manipulación del mercado por parte de la “Security Exchange Commission” (SEC) por presuntas prácticas fraudulentas y manipulaciones en el mercado de criptoactivos. Por ello, su inversión genera dudas sobre posibles influencias políticas en la administración de Trump, que ha prometido apoyar las criptomonedas y convertir a EE.UU. en la «capital criptográfica del planeta».
En este tiempo de Navidad, siento frente a estos hechos mediáticos producidos en torno a la obra Comediante, que el nacimiento de Jesús en Belén se ubica justamente en el polo opuesto.
Jesús llega en silencio, sin estridencias ni publicidad, de manera imperceptible, callada, casi incomprensible para nuestra lógica exitista, calculadora y utilitaria.
Nace en Belén de forma improvisada en un pesebre, es decir en el lugar en donde comen los animales (“… porque no había lugar para ellos en la posada”[2]), alejado de toda estridencia y publicidad, en la mayor humildad y anonimato.
A diferencia del montaje mediático del Comediante, Jesús se muestra como “la piedra que desecharon los arquitectos …” [3] “…actuando como un hombre cualquiera … hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz.”[4]
¡Qué personaje poco atractivo es para el mundo actual un dios que nos dice que su reino es como un grano de mostaza (imperceptible)!
No es casualidad que, en una sociedad que vive “… obnubilada por la diversión, el consumo, el placer y la obligación de ser feliz”[5], tenga tanto protagonismo esta supuesta obra de arte llamada “Comediante”.
Me pregunto, ¿cómo me presento hoy frente a los hombres? ¿Cuál es la imagen que muestro en mi vida y el trabajo? ¿Qué maquillaje utilizo con más frecuencia?
¿Cuál es mi verdad? ¿Soy en alguna medida también un comediante? Y si así lo fuera, ¿qué comedia tiendo a representar? ¿Cuáles son mis manipulaciones que tienden a distorsionar la verdad y la verdad de mí vida?
¿Publicito y vendo mi imagen en el mercado laboral? ¿A qué precio pretendo ser subastado? ¿Soy capaz de vivir en la verdad para que ella me haga libre?
Pero nuestro desafío es ser levadura que fermente toda la masa, al igual que Eduardo “Coco” Oderigo, fundador de los “Espartanos”, quien en el año 2009 comenzó a transitar los pabellones de la cárcel de San Martín, ofreciéndose para enseñarles a jugar al rugby. En el primer encuentro sólo se presentaron once presos, pero la levadura comenzó a fermentar hasta transformarse en un cambio revolucionario de humanización de las cárceles argentinas.
[1] Byung Chul-Han, “Infocracia”, Ed. Taurus (2022), págs. 73 y 84.
[2] Lc. 2, 7
[3] Salmo 117
[4] Flp. 2, 6-11
[5] Byung Chul-Han, “Infocracia”, Ed. Taurus (2022), pág. 31.