Editorial

La Biblia

Escrito por Enrique del Carril
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  1. Las religiones de “El Libro»

Este mes la Iglesia lo ha proclamado como “el mes de la biblia”, en conmemoración del libro sagrado por excelencia, reconocido como tal por tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Las tres religiones consideran a la Biblia como de inspiración divina y de esa manera la honran y se proclaman como “religión del libro”.

A mi juicio las razones de esta veneración tienen diferentes motivaciones y orígenes. Podemos afirmar que el pueblo judío venera la biblia en su consideración cómo libro sagrado. El cristianismo, que nació como una secta o parcialidad dentro del judaísmo, agregó a los textos bíblicos el denominado “Nuevo Testamento”, cuyo mensaje principal es la revelación de Jesús como el mesías prometido en el Antiguo Testamento y, de esta manera, confirmó el relato del cumplimiento de las promesas realizadas por los profetas y manifestada en los Libros Históricos desde el Genesis hasta los acontecimientos que vivió el pueblo de Israel.

Por su parte, el islam, que reaccionaba contra el politeísmo de las tribus de Oriente, veneró la biblia para reivindicar el monoteísmo

  1. Como leer La Biblia

Por mucho tiempo la Iglesia no fue partidaria de la interpretación libre de la biblia. Se consideraba -con cierta razón- que aquellos que no estaban preparados para interpretarla podían caer en pensamientos heterodoxos que llevaran al cisma o a la negativa de deberes esenciales (Concilio de Tolosa, 1229; sínodo de Tarragona).

Esta visión, que fue controvertida en los movimientos reformistas del siglo XVI, consideró como un gran riesgo la lectura de la biblia y la jerarquía llegó a prohibir la imprenta porque al facilitar su lectura cuestionaba la versión ortodoxa de nuestra Fe y fomentaba movimientos cismáticos como los cátaros o los valdenses).

Fue el Concilio Vaticano II quien reaccionó contra esta manera de pensar y recomendó la lectura orante de la biblia, tanto en su Antiguo como en su Nuevo Testamento incorporando a los laicos en este menester.

Gracias a Dios, hoy rezar y meditar con los textos bíblicos es moneda corriente en nuestras comunidades religiosas.

Pero existen obstáculos importantes a la lectura y la interpretación bíblica: la tendencia por parte de quién la lee de aplicar sus textos a la realidad social y política de nuestro tiempo y el visceral rechazo al relato cuando describe escenas violentas y pone al propio Dios como propiciador y autor de estas.

La guerra, las matanzas, las ejecuciones y las migraciones de pueblos enteros buscando mejores formas de vivir, eran las formas de expresarse del hombre primitivo autor material de los textos sagrados. Por lo tanto, era lógico que este idioma, que tanto nos impresiona hoy, fuera el más adecuado para dirigirse a este.

Por eso, a mi juicio, no nos debemos asombrar por esos pasajes violentos o truculentos que nos muestra el texto bíblico, siendo lo correcto extraer del texto el mensaje que el mismo transmite.

  1. El NUEVO TESTAMENTO, continuidad bajo nuevos valores

Otro aspecto problemático del tema que analizamos es la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento (también integrante de La Biblia). Suele considerarse que el Nuevo Testamento no tiene vinculación alguna con el Antiguo; muchas veces se lo trata como dos libros diferentes y se califica al Nuevo Testamento como un producto auténtico y singular del cristianismo.

Pero Jesús fue bien claro afirmando la continuidad de La Ley y que él venía a cumplirla. Dijo: “No crean que vine a quitar la ley ni a decir que la enseñanza de los profetas ya no vale. Al contrario: vine a darles su verdadero valor.” (Mateo 5:16.).

Para completar en forma cabal la interpretación de este texto debe entenderse que, tanto para los cristianos, los judíos y también el islam, la religión se interpreta como una forma de revelación de Dios al Hombre a través del Amor y el respeto a su libertad. El Génesis muestra al Dios creador que concibe y crea al hombre a su imagen y semejanza. Ello quiere decir que crea un ser libre a quien propone el Amor como medio de cumplir su finalidad. A su vez, el diálogo directo de Dios con el hombre, una de las cualidades de la religión y su inmenso Amor, lo lleva a perdonar cuando el hombre se desvía y a sellar distintas alianzas representadas en la promesa del mesías. Prueba de ello es el final del diluvio con Noé y la promesa de la tierra prometida con Moisés que completa la realizada con Abraham aconsejándolo dejar las tierras de Ur de Caldea donde reina el pecado y la perversión.

Es que, en el siglo I DC habían surgido movimientos que contradecían el orden de valores del paganismo, basado en la adoración de la naturaleza, la negación a la libertad como libre albedrio del hombre, substituyéndolo por el destino impuesto por los dioses y, en definitiva, un nuevo ateísmo que llevaba a la adoración del poder y de los bienes materiales.

El pueblo judío en muchos de sus grupos coincidía con los principios predicados por Jesús quien habían adoptado valores de otras sectas como los esenios que reaccionaban contra la falta de piedad y la complicidad con la clase dominante de entonces.

  1. Los MACABEOS

Un libro del antiguo testamento que preanuncia el mensaje de Cristo es el de los Macabeos.

Se trata de la historia de la rebeldía iniciada por una familia -los macabeos- contra el rey Antíoco I, de formación griega (era uno de los descendientes de los generales de Alejandro Magno que, a su muerte, se repartieron su imperio). Los hechos relatados suceden al rededor los años 162 AC y su repercusión llega a los primeros años de nuestra era. 

Por lo tanto, puede considerarse un libro histórico nuevo. Los macabeos se levantaron contra la helenización que pretendían imponer la religión griega y prohibir el antiguo culto al Dios Único.

La importancia de este libro y su inserción en la biblia es que la actitud de los macabeos estaba guiada por la de defensa de la liturgia y de los rituales que propiciaban la adoración al Único Dios que propició la alianza con su pueblo bajo los signos de la libertad y el Amor.

  1. Conclusión

La Biblia fue y es un libro inspirado que inspira; porque de sus páginas surge la descripción de hombres y ritos cuyo fin era acercarlos a su Señor. Me refiero tanto al Antiguo como al Nuevo Testamento pues ambos mantienen una continuidad en su finalidad de cambiar el mundo guiándolo hacia la virtud que tiene su culminación en la Encarnación y la muerte de Jesús, víctima de la injusticia en donde su adhesión a la verdad, le impusieron una pasión ignominiosa, tal como había sido adelantado por los profetas del Antiguo Testamento.

Sobre el autor

Enrique del Carril

Abogado. Ex director de la revista EMPRESA. Fue presidente del Colegio de Abogados de la CABA entre el 2006 y el 2010. Socio fundador del Foro de Estudios sobre Administración de Justicia (FORES).

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