A solo dos semanas de su estreno, la miniserie británica producida por Netflix se convirtió en tema de conversación global por la manera en que trata el drama de los adolescentes aislados, encerrados en su jaula online. Una muestra más de que el arte y la comunicación tienen un rol clave en la búsqueda de soluciones a los más profundos problemas humanos.
Cuidado. “It takes a village to raise a child” dice un viejo proverbio africano, después adoptado por los ingleses: hace falta un pueblo para criar a un chico. Se llega a adultos no sólo con la ayuda de los padres o de los maestros. Juegan un papel clave también los amigos, los abuelos, los primos, los tíos, los vecinos, los compañeros del club, los entrenadores, el kiosquero de la esquina, el florista, el panadero. Un chico es (o, mejor dicho, era) el resultado de todas esas interacciones. Y de los deportes que practica. Y de los libros que lee y de las series que mira.
Ahora —cada vez más—, somos el resultado de todo eso, pero sobre todo de las horas que pasamos online, interactuando con el algoritmo o con quien esté del otro lado. Eso es lo que alarmó a Stephen Graham, actor y productor de Adolescence, cuando se hicieron públicos algunos crímenes cometidos por adolescentes en el Reino Unido: creemos que nuestros hijos están seguros porque están en el cuarto de al lado, sin saber que su aislamiento puede estar escondiendo un cóctel explosivo de adicciones, depresión y violencia.
Adolescence, magistral en su factura técnica, está teniendo una repercusión global extraordinaria que presenta algunos ángulos que vale la pena considerar:
- Éxito en Netflix. Con apenas dos semanas desde su estreno —se lanzó el 13 de marzo—, la miniserie superó los 66 millones de reproducciones, con lo que se convirtió en la más vista de la plataforma. Doble mérito: no es entretenimiento liviano. Es un drama de enorme densidad, filmada en plano secuencia, que interpela a todas las audiencias. Para colmo, incurre en el spoiler: devela quién es el asesino en el primer capítulo.
- Apoyo de la crítica. Con excepciones aisladas, los expertos en cine y series parecen unánimes: Adolescence es una pieza extraordinaria, con un guion poderoso, filmada impecablemente, con actuaciones brillantes. Un elenco de grandes actores se completa con el debutante Owen Cooper (Jamie Miller en la serie) que resultó un prodigio de talento dramático. Notable.
- Repercusiones en redes y los medios. Millones de menciones, muchas sobre la miniserie misma, muchísimas sobre los problemas que plantea: el fenómeno de los incel (involuntary celibate), la “manósfera” (una subcultura online machista y violenta) y la regla del 80/20 (el 80% de las mujeres interesada en el 20% de los hombres). Una bomba de tiempo, hasta ahora oculta.
- Reacción del gobierno del Reino Unido. El impacto fue tan extraordinario, que el Primer Ministro Keir Starmer, tras una reunión en Downing Street con los productores de la miniserie, salió a apoyar oficialmente el plan de Netflix de mostrarla de forma gratuita en las escuelas de todo el país a través de la plataforma IntroFilm+. Un acierto.
Como en tiempos de Shakespeare, el público se conmueve por una historia en la que se entrecruzan el dolor, la violencia, la muerte y el arrepentimiento. Nada nuevo bajo el sol: es la siempre renovada necesidad del ser humano de enmendar sus errores, por grandes que sean.