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Agenda Woke: Un día tuvimos una pandemia llamada Woke

Imagen: Pixabay
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En el universo existe mucho más de lo que vemos y comprendemos. El cuento infantil “El Hilo Invisible” de Patrice Karst nos invita a reflexionar sobre el vínculo que nos une como humanos. Existe algo que nos conecta y permite que aprendamos a habitar en comunidad, como una “Internet Invisible”.

Desde la Antártida hasta el Ártico, el “Internet Visible” que desarrollamos hace posible que desde las pantallas fluyan imágenes que se difunden, por un azar engañoso, desde plataformas virtuales. En esa tormenta de contenido llegan también tsunamis de advertencias sobre una pandemia mortal, un asteroide en trayectoria de impacto, los devastadores cambios climáticos que supuestamente desencadenamos, y las frivolidades de un romance de la famosa o el famoso del día.

Hablamos a diario de la predisposición que hemos desarrollado a ser influenciados por esos contenidos catastróficos que fluyen por la “Internet Visible”. Pero, también sin notarlo, nos fuimos alejando del arte de la reflexión, del silencio y la prudencia. Todo debe ser breve, nada que lleve más de 5 minutos, porque todo debe caber en un día, en un presente, porque el mañana está condicionado por el asteroide YR4. (Te recomiendo ver el film “No miren hacia arriba” y la serie “El Problema de los 3 Cuerpos” en la plataforma Netflix).

Así fue como nos sumergimos en el pánico colectivo que llamamos COVID-19. Nos imaginamos en un apocalipsis, indefensos ante un ser invisible. Quienes gobernaban condicionaron nuestra libertad, con muy pocas razones, solo para “salvar nuestras vidas”. En este camino de salvación de la especie humana aparecen el cambio climático y la caída de la tasa de natalidad.

Nos han convencido de que el cambio climático es responsabilidad del ser humano. Pero ¿y si no fuera solamente nuestra culpa? ¿Y si el cambio climático respondiera a ciclos del Sistema Solar o a un cambio exógeno al ser humano?

Cualquiera sea el caso, se requieren acciones, porque el cambio climático tiene un impacto directo sobre los recursos. Las acciones humanas se pueden corregir, se pueden inducir cambios sociales que modifiquen conductas y cultura, y esta es la misión de la Agenda Woke.

En marzo de 2024, publiqué mi primer artículo sobre los efectos de la abrupta caída de la natalidad a nivel global. Esto es grave porque, en promedio, el mundo no repone población. Aunque seguiremos en expansión poblacional por el aumento de la expectativa de vida y una tasa positiva de natalidad en el centro de África, la caída de nacimientos implicará, a partir de 2050, la modificación de la pirámide poblacional hacia una proporción similar de personas de 0 a 20 años que de 70 a 90 años. Además, se espera que 2/3 de la población mundial se mantenga en Asia.

Thomas Robert Malthus, a fines del siglo XVIII, propuso la relación entre población, recursos y sostenibilidad. Un debate que se dio entre los pensadores de su tiempo y que obedece a experiencias vividas en Occidente, por sequías muy prolongadas que causaron hambruna y violencia.

En este escenario de nuestro planeta, se ha planteado reducir la población mundial como objetivo para enfrentar el cambio climático, por la esperada caída de recursos. En el modelo de la “Culpa Humana”, la fórmula es: más humanos, más calentamiento, menos recursos.

Entonces, ¿cómo convencer a las personas de que no tengan hijos? La respuesta ha sido la Agenda Woke. Llevar a las nuevas generaciones a demorar la formación de familias, acotando la edad reproductiva de la mujer, y, además, inducir percepciones de género que desalienten la procreación.

Pero, ¿qué es esta Agenda Woke? Es un conjunto de enunciados muy válidos que la humanidad debería alcanzar para su desarrollo, pero cuyos contenidos se focalizan en negar cualquier visión de trascendencia; desvincularnos del pasado a través de su tergiversación, negando los procesos evolutivos en la historia humana; desplazar la centralidad de la familia hacia una convención social no indispensable; restringir la autoridad paterna y materna; e imponer una autocracia ideológica.

En algún punto de la historia reciente, nos volvimos mansos y aceptamos sin renuencias un cambio sustancial de nuestras vidas. Aceptamos que la humanidad alcanzó su población máxima, que ya no es viable la producción de recursos sin dañar gravemente el ecosistema, intensificando el cambio climático. Y aquí volvemos a Malthus con el planteo de recursos vs. población y a la Agenda Woke a la que aceptamos con mansedumbre.

Hace unos días, Horacio Bolaños, amigo y filósofo, me compartió unos borradores de un ensayo suyo sobre las corrientes que influyeron a principios del 1900, disparadas por los avances en matemática, física y química. Motivado por su visión, observé cómo esas corrientes filosóficas impactaron en la vida de sus generaciones futuras. Esto me lleva a proponer que, para entender nuestro presente, debemos desandar el camino de la historia reciente humana. Como Aristóteles, salir a la búsqueda del “Primer Motor inmóvil” (primum movens).

No hay dudas de que se ha desacelerado la expansión de la población y que no podemos cambiar esta tendencia en los próximos 100 años. Por lo tanto, debemos adaptarnos y encontrar soluciones a los desafíos que plantea este cambio.

La “Internet Visible” devenida de la tecnología que desarrollamos, y la tecnología asociada a esta, podrán ser las herramientas que aporten las soluciones que necesitaremos. Aunque no importa lo extraordinario de la tecnología que desarrollemos, siempre llevará nuestra impronta y limitaciones.

Las soluciones que aceptemos para resolver los problemas que aquejan al mundo se frustrarán si olvidamos nuestros orígenes y los principios que nos trajeron al presente, porque perderemos nuestra identidad como seres humanos. 

Por ello te propongo que imagines la existencia de una red micelar humana que también existe en un plano trascendente a través de la cual somos capaces de decidir cuáles son las mejores opciones para nuestra evolución, esa “Internet Invisible” que te permite vivir en comunidad. Si tomas más de 5 minutos para reflexionar y decidir hacia dónde quieres que evolucione la humanidad, harás que eso suceda.

Sobre el autor

Pablo A Bevilacqua Mayan

Analista de Sistemas. Gestión de Riesgos. Gerenciamiento de Activos Físicos del Estado. Asesor en CONICET.
Gestión de Riesgos del Estado con Financiamiento BID. Insurance Broker Management (CEO - Insurance's Broker) Insurance Product Development Portfolio Development Training Work Groups Staff Training In Company.

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3 comentarios

    • Gustavo, gracias por tu comentario.

      Europa necesita volver a escuchar a San Papá Juan Pablo II, en los discursos dirigidos a aquellos líderes de la Unión Europea advirtiendo que se estaban alejando (negando) de los principios cristianos que trajeron a Europa al Presente.

      No es otro el camino, es necesariamente cultural, no político. Lo político quiso donar a la cultura, y la cultura vuelve a reclamar no robarle esos principios que le dieron vida, que concibieron Occidente.

  • Es una realidad el cambio de cultura en cuanto a descendencia. Promovida por el costo que tiene tenerla, Europa, y el interés de CULPAR al ser humano del cambio climático. Cuando éste es un ciclo natural de 1700 años de duración. El hombre puede aportar a la modificación de la velocidad del suceso pero siempre a un período de calentamiento le sigue uno de enfriamiento o glaciación. Entonces, seamos proactivos en las soluciones pero no en la fijación de los problemas. Una buena solución podría ser la internet invisible.