Solemos encontrar mentes virtuosas que a través de las producciones audiovisuales nos hablan de temas que aún no dimensionamos. Recuerdo la serie estadounidense ALF de los años ‘80, cuando a ese extraterrestre peludo del que nos encariñamos todos, le preguntaron qué había sucedido con su planeta Melmac, él respondió que todos los melmacianos encendieron al mismo tiempo sus secadores de pelo provocando la explosión de Melmac.
¿Quién era consciente en esos años del incremento del consumo energético que devendría a partir del siglo XXI inducido en gran medida por el desarrollo tecnológico? “Con el diario del lunes es fácil …” reza el dicho, por ello, para anticiparnos al “lunes” debemos proyectar escenarios posibles de la humanidad del futuro.
Les propongo considerar tres cuestiones para modelar los escenarios posibles de nuestro futuro: la caída de la tasa de la natalidad, que es irreversible dentro de los próximos 100 años; las nuevas tecnologías impulsadas desde el concepto de Inteligencia Artificial (IA) y los recursos que hacen posible el desarrollo sostenible.
Quiero invitarlos a dar un salto en el tiempo, al año 2095 y presentarles a Güáli que acaba de cumplir 80 años y hace 5 años obtuvo su jubilación. El cambio del clima ha afectado negativamente el acceso a los recursos y el costo de la abrupta caída de la Natalidad que inició a principios del siglo XXI ha obligado a cambios drásticos en la organización social. No es un tiempo distópico ni un edén, es el resultado del desarrollo humano impulsado por los aciertos y desaciertos.
Casi todas las mañanas a las 8 AM Güáli suele sentarse en una mesa redonda con dos sillas mirando hacia la Avenida. El devenir de los transeúntes y sus conversaciones son su distracción. La rutina se repite sin variar: desayunar, leer algún artículo y ver algunos streamings. Salvo en aquellos días que su hija Maya (45 años) puede acompañarlo. Sin ella sus recuerdos no bastarían para sobrellevar la vida. Muchos de sus amigos solo tienen sus recuerdos.
En la mañana de un jueves, Maya le pregunta a su padre por el día en que la humanidad comenzó a tomar conciencia de las implicancias de la IA.
— Recién había cumplido 20 años. Fue un jueves, como hoy. Amaneció cálido y húmedo. Preparé todo para participar de la presentación de la nueva IA, era el mayor evento mundial imaginable. Prendí la notebook, el aire acondicionado, el celular para chatear con el grupo, preparé el mate y el termo infaltables y me conecté. La presentación comenzó a las 10hs. El contador de participantes superaba cualquier expectativa. De repente a las 10:20 se cortó la luz. Traté de conectarme con mi celular, no quería perder esa oportunidad que me llevaría al futuro, pero no tenía datos y tampoco red de telefonía. Mi vecino tampoco tenía luz ni conexión a internet, telefonía o datos. Todo el edificio estaba apagado, todo el barrio, toda la ciudad … Ese día comenzamos a tomar conciencia.
Hoy, 2025, la humanidad no produce la suficiente energía para mantener un desarrollo sostenible, la red de distribución es deficiente y está estancada en el modelo productivo del Siglo XX, pese a que es nuestro recurso indispensable para vivir y desarrollarnos.
Sólo observemos como todo lo que hacemos hoy en día y todos los servicios que nos permiten vivir en las ciudades, son dependientes del flujo energético que debe ser provisto en forma ininterrumpida. Mantener esa red activa no es como encender la luz de un cuarto, requiere de mantenimiento, de protocolos y procesos muy complejos y costosos.
Una herramienta como la IA, desarrollada por humanos para facilitar tareas complejas o que deben realizarse en ambientes extremos o sumamente distantes, requiere de enormes cantidades de energía. Entonces, reflexionemos … ¿Qué preguntas tendríamos que hacernos sobre la IA frente a las limitaciones energéticas y de tecnología de hardware?
Para hallar las respuestas te propongo viajar al siglo XV cuando Johannes Gutenberg desarrolló la primera imprenta. Imaginemos a aquellos copiadores de libros cómo veían aquel artilugio de Gutenberg. Tal vez, se sentían amenazados, aunque aquella imprenta apenas podía superar la velocidad de escritura de un copiador, pero sí aseguraba hacer varias copias con una tipografía que podía ser leída sin confusiones. Este artilugio maravilloso evolucionó hasta hoy con equipos de impresión específicos para cada necesidad.
Sigamos nuestro viaje para detenernos en New York el 6 de octubre de 1927, el día del estreno de The Jazz Singer, de Alan Crosland, el primer film sonoro que inauguró la era del cambio del cine. Aunque desde 1918 se fueron sucediendo distintas patentes que incorporaban el sonido al celuloide, como el sistema alemán TriErgon que fue llevado al cine con el film Der Branstifer, no fue hasta pasado 1925 que las cadenas cinematográficas decidieran invertir en el cambio tecnológico.
No siempre la tecnología que se pone a nuestra disposición es posible implementarla. Esto les sucedió a las cadenas cinematográficas que vieron llegar la tecnología del sonido, pero el costo de la inversión y los cambios que debían enfrentar les causaron temor, demorando siete años en entender que debían transformarse o perecer. Hoy el sonido es tan importante como la imagen.
No dudes que nos están ofreciendo una nueva tecnología cuya mejor versión la veremos dentro de varios años. Será ese día que despertarás y no reconocerás el mundo que te rodea.
Si alguien te dice: No Miren Arriba, haz lo contrario, porque te perderías de observar la red más extensa de satélites de comunicación en órbita baja que proveen Internet desde la Antártida hasta el Ártico. Tampoco dudes en develar El Secreto del Abismo de las profundidades de los océanos porque verás una vasta red de Fibra Óptica que conecta al planeta.
La humanidad del 2095 se beneficiará por las nuevas tecnologías de hardware e Inteligencia Artificial. Tal vez la diferencia con nuestro tiempo sean los temas de las charlas, como las noticias de Marte y sus ofertas laborales, las guerras en África y el conflicto en la Luna por los recursos o una nueva tecnología que promete todas las soluciones que Güáli ya no comprende.
Los conocimientos que hemos alcanzado en materia cuántica, las matemáticas que explican ese mundo y la física que lo describe nos están permitiendo ingresar a una era de desarrollos tecnológicos que nos asombrarán. Esto está impactando en nuestra comprensión del universo y el lugar que ocupamos los seres humanos.
El film de animación Wall-e (2008), dirigido por Andrew Stanton, transcurre en un futuro distópico de nuestro planeta donde el último robot Wall-E (Waste Allocation Load Lifter – Earth class), dotado con Inteligencia Artificial, tiene la misión de limpiar el planeta de las toneladas de basura acumulada y encontrar algún rastro de vida. El fondo de la historia aborda la pregunta sobre ¿qué define al ser humano?, proponiendo una respuesta más allá de las capacidades intelectuales: Lo humano no es solo ser consciente de sí mismo, es también ser consciente del otro.
Puedes imaginar que la IA sustituirá al ser humano y rendirte o asumir que estás a punto de recibir un regalo único que mejorará tu vida, aunque requerirá de tu esfuerzo para aprovecharlo.
Este conflicto es presentado en el film de ciencia ficción Atlas (2024) dirigida por Brad Peyton. La protagonista (Jennifer Lopez) por temor rechaza establecer un vínculo virtuoso con la IA hasta el límite de poner en riesgo su vida, entonces, todo es superado a partir de reconocer que sus temores eran injustificados y que la interacción con la IA le permitiría resolver situaciones nuevas y complejas.
Como sucedió con la Imprenta, el cine y otros avances, no hay duda de que esta nueva tecnología ya comenzó a ser parte cotidiana de nuestras vidas y que llevará su tiempo desarrollarla, entenderla e implementarla. Como todo recurso limitado le asignaremos las aplicaciones en las que sea más eficiente y eficaz. Güáli y Maya en el 2095 ven a la IA como algo cotidiano, parte de sus vidas, como nosotros hoy vemos la comunicación por celular.
La implementación de este desarrollo a nivel mundial está ligado a la capacidad de obtener fuentes de energía sostenible y suficientes para evitar ser Melmac.
No temas, despertarás un jueves y verás que la IA mejorará nuestras vidas, nuestro trabajo y nos permitirá afrontar circunstancias cada vez más complejas, siempre que hoy seamos conscientes de que esta tecnología tendrá sus limitaciones al igual que el ser humano tiene las suyas.
Interesante animarse a pensar en 2095, aunque a mi modo de ver, tal como voy describiendo en mis artículos, las perspectivas a cortísimo plazo son profundamente desalentadoras, viviendo en realidad en cierto tipo de apocalipsis más que de mejores futuros posibles.
Interesante artículo! Tema complejo, lectura simple. Hasta el mismo Elon Musk se animó a hablar sobre este tema.
Es importante darle “viralidad” al tema, no solo para que las personas tomen conciencia del asunto sino (y más importante) para que las nuevas generaciones de profesionales se formen y trabajen en las soluciones pertinentes.
Gran desafío el sistema energético, pero no tengo dudas que se resolverá. Nacimos para sobrevivir.