Actualidad

Los audios de la discordia

Escrito por Juan Luis Iramain
Escuchar este artículo

Los supuestos casos de corrupción en la ANDIS (Agencia Nacional de Discapacidad), conocidos en plena etapa electoral, generan inquietud entre quienes miraban a la Argentina como un posible destino de sus inversiones. Una oportunidad para pensar con serenidad, sin sacar conclusiones apresuradas.

Los ya famosos audios de Diego Spagnuolo tienen los ingredientes perfectos para convertirse en una bomba política: pertenecen a un (ahora ex) funcionario que además era amigo y abogado del Presidente, involucran nada menos que a “la Hermanísima” Karina Milei, hablan de corrupción con todas las letras y se conocen pocos días antes de las elecciones legislativas bonaerenses. Para más inri, el Gobierno estuvo lento de reflejos y solo atinó a decir que se trata de una operación del kirchnerismo desesperado, sin poder pronunciar con contundencia la palabra “inocente” para zanjar la cuestión.

 Nos pasa todo el tiempo: que el árbol tapa el bosque. Cuando algo impactante sale a la luz, se desata una ola de rumores, acusaciones cruzadas, fake news , memes y especulaciones que hacen difícil pensar con claridad. Tampoco contribuye a la serenidad del espíritu el hecho de que a esta altura se esté discutiendo también sobre censura a la prensa y se haya instalado la expectativa de que se vienen más audios reveladores, esta vez con la voz de “la Hermanísima”. No ganamos para disgustos.

 Quizá, para darle al caso su dimensión justa, convenga diseccionarlo. A un potencial inversor extranjero habría que sugerirle que lo analice capa por capa, sin mezclar lo que va separado:

  • Impacto en los mercados. Qué pasa con los bonos y las acciones argentinas. Y con el riesgo país. Y con el tipo de cambio (que, al final, tiene su efecto en la inflación). Por ahora, el tablero de control muestra algo de turbulencia, con tasas altas y un gobierno vendiendo dólares para contenerlo dentro de la banda. Imposible saber cuánto es atribuible a los audios de Spagnuolo y cuánto a otros factores. En cualquier caso, una alarma amarilla.
  • Impacto en las elecciones del 7 de septiembre. Los sondeos dicen que la mayoría de la gente está enterada de los audios y que tiene fuertes sospechas sobre corrupción en el gobierno. Ante la pregunta siguiente —si cambiarían su voto—, 8 de cada 10 dicen que no. Consecuencia: se sigue esperando una elección pareja, con un posible triunfo del peronismo, con los libertarios segundos, a 3 o 4 puntos, y altos niveles de abstención. Si el domingo sucede algo distinto, attenti al cane. Si no, serenidad.
  • Impacto en las elecciones del 26 de octubre. Lo obvio: una buena elección en la provincia predispone a un gran triunfo a nivel nacional. Y una mala, lo pone todo en duda. Pero faltan casi dos meses. En el medio la gente puede olvidarse de Spagnuolo, aparecer nuevos escandalosos o aparecer una bandada de cisnes negros y cambiar el escenario completamente. El error sería adelantarse
  • Impacto en la credibilidad del gobierno. Con el correr de los meses sabremos si Milei tiene que aferrarse al mástil de la lucha contra la inflación y el combate a la inseguridad, porque perdió toda autoridad para hablar de honestidad, o si tiene todavía algún margen para hacerlo sin ponerse colorado. En cualquier caso, hay que recordar su mandato original: no lo votaron por tener una hermana brillante ni honesta, sino por estar decidido a terminar con la inflación a cualquier costo.
  • Impacto en las chances de reelección de 2027. Faltan dos siglos. Si Milei doma la inflación es una cosa, si no termina de lograrlo es otra. Si además la economía crece algo es una cosa, si se queda estancada es otra. Si aparece en la oposición un líder carismático y atractivo es una cosa, si se mantiene la desgastada dirigencia actual es otra. Si el peronismo es capaz de desarrollar una narrativa renovada es una cosa, si se mantiene aferrado al siglo XX es otra. La moneda está en el aire.

Hay quien recuerda cada tanto un aforismo infalible: “Cuando un político hace vaticinios, está hablando de sus planes”. Y podría decirse algo parecido de otros: “Cuando un analista político (o un periodista o un ciudadano cualquiera) hace vaticinios, está hablando de sus deseos”. Y los deseos y la realidad no son lo mismo. Por eso, paciencia y a esperar, que el tiempo dirá.

Sobre el autor

Juan Luis Iramain

Doctor en Comunicación (U.Austral). Socio Director de INFOMEDIA.

Responder a Cecilia Andrea Irrazabal X

1 comentario