Mañana lluviosa de viernes 27 de octubre por camino del Buen Ayre, salida De Benedetti, llegamos al conjunto carcelario en la Provincia de Buenos Aires. Nos indican que para llegar a nuestro destino debemos ir al fondo, unos quinientos metros, a la Unidad Penal 48 de San Martín, donde en el Pabellón 8 está la sede del Espartanos Rugby Club. Una vez en ella, personal penitenciario con toda corrección confronta nuestros datos con el registro previo y nos va acompañando a pasar las sucesivas puertas, con enormes candados, que debemos franquear.
Fuimos recibidos con alegría y cordialidad entre otros por Johnny, Maxi y «el Diente» que nos muestran con orgullo su celda donde armaron «el museo» colgando en sus paredes camisetas de rugby de muchos clubes, varias firmadas por sus jugadores. Además de piso de césped sintético la celda luce limpia y ordenada y se aguanta las cargadas de otros internos que la catalogan de «vip».
Los internos sumados al proyecto Espartanos son más de un centenar y esa mañana el equipo titular estaba rumbo a Batán, Mar del Plata, donde disputarán una tradicional copa intercarcelaria. El pedido al Señor para que sus compañeros vuelvan con la copa no faltó en todas las intenciones planteadas entre misterio y misterio del Santo Rosario que rezamos todos juntos a la Virgen, momentos en que también se agregaron reflexiones y testimonios de vida muy potentes.
Respiramos un ambiente de Fe y espiritualidad muy fuerte, humano, de comunidad y de hermandad, todo desde un compromiso con el rugby y la camiseta de Espartanos y el gran afecto con «los de afuera» que integran ese hermoso grupo de apoyo, hoy Fundación, que formó hace casi una década el abogado penalista y ex jugador del SIC Eduardo Oderigo.
La fórmula es sencilla: deporte + espiritualidad + educación y trabajo = muy baja reincidencia.
Vale la pena ir un viernes a rezar el Rosario con los Espartanos, sin dudarlo. ¡¡Cuántas cosas pasan por tu cabeza cuando recibís afecto de quienes creés que lo perdieron!!
Vinculados por la espiritualidad y desde nuestro desempeño en el mundo empresarial, no teniendo ya edad para jugar al rugby, la interpelación a trabajar por la educación y el trabajo de los que cumplen su condena es muy difícil de esquivar.
Dos sencillas conclusiones: por un lado recomendamos a todos los socios de ACDE a pasar por allí, la experiencia es una bendición de aprendizaje; y por otro, un llamado al compromiso de sumar un grano de arena a la integración de los Espartanos cuando recuperen su libertad.