Valores

Nace Jesucristo, surge de nuevo la esperanza

Escrito por Rubén O. Frassia
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Estamos ante la Espera del Nacimiento del Redentor. Esto es para los creyentes y toda persona de buena voluntad. Los acontecimientos del Señor tienen valía por hoy, ayer y siempre. Lo eterno inunda el tiempo presente, la memoria y el futuro. Por eso la Iglesia vuelve a repetir este misterio de infinito amor, ternura, luz, paz y de reconciliación.

La presencia del verdadero Dios y verdadero Hombre tiene su importancia vital y toca toda existencia humana. Esto es imposible de no reconocerlo. Desde el misterio de la vida, que la hemos recibido sin acción propia, ya que la vida es un regalo, dado por Dios y por la acción de nuestros padres. No somos una casualidad, ni siquiera un accidente. La vida es la vida y esto es un verdadero don. Habrá personas que lo sabrán acoger y reconocer, otros lo negarán con sus indebidos argumentos. Pero la vida y el misterio seguirá siendo un don y un misterio. Esta es una verdad irrefutable.

Ninguno de nosotros podrá negar que las cosas cada vez están más complicadas: familias desechas, agobios y angustias económicas, problemas de falta de trabajo; los sistemas no aciertan a dar una respuesta cabal. Los políticos, muchas veces prometen lo que no saben o no pueden prometer. Y dan quimeras respuestas que si cada uno tuviera el poder todo mágicamente se resolvería, pienso que es una utopía. Estamos tocando fondo, no solo algunos, sino todos.

Por esta razón, será necesario pegar un salto cualitativo. Levantar la mirada, mirar hacia lo alto, que no significará una evasión adormecida, sino no habrá llegado el momento, que juntos, aunque en las distintas posiciones y convicciones, tomemos la decisión de pensar objetivamente en el verdadero bien común, que es nuestra querida Nación. No será el momento, de superar las “famosas brechas” que nos separan, dividen y debilitan, pues los que pretenden dar soluciones prometeicas en un futuro cercano no podrán resolver ni cumplir.

No habrá llegado el momento, de hacer un giro profundo de marcha, de toma de decisión, de conversión, de transformación y no habremos de dar lugar a un verdadero encuentro, respetuoso y sincero en el diálogo, en el esfuerzo común, respetando las diversidades, y poner la voluntad real, no solo en una catarata de opiniones y verbalizaciones. “¿No habrá que pensar en Nación, una Nación que tenga pasión por la verdad? Y el compromiso por el Bien Común, dándonos espacio a la libertad, no de los acuerdos de pasillo, sino la libertad de los hijos de Dios, para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres, y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz, y la alegría de la esperanza que no defrauda” (Oración por la Patria, C.E.A.)

Se podrá pensar que es tarde. Que las cosas ya están decididas. No Este pensamiento, es la actitud de la derrota. Dios nos da fuerza, para hacer surgir de las cenizas el nuevo fuego de la Esperanza. Muchos van a celebrar la Navidad, otros se reunirán pero no tendrán en cuenta el motivo principal. Dios se hace hombre, para que el hombre, pueda llegar a Dios. Dios nos hace sus hijos, para que sepamos responsablemente tratarnos entre nosotros como hermanos. Esto es celebrar la Navidad. No lo ignoremos. No perdamos la ocasión de recibirlo religiosamente. La espiritualidad es parte integran de nuestro ser humano. Quien lo ignora, permanecerá en la ignorancia.

Querida Comunidad, les deseo como familia y a cada uno de Uds., también a todas las Instituciones que Uds. representan, no se priven de lo más bello y más hermoso. Dios viene a nosotros para enriquecernos desde su pobreza nuestra humanidad. Qué otro sentido tiene la vida. Qué nos vamos a llevar, dónde vamos a gastar nuestra vida y nuestras energías, sino en el bien que debemos procurar y el bien que debemos obrar. El Bien, es hacer el bien objetivamente y no entretener a la gente y dejarla donde está. Esto es una involución. Que nuestro testimonio sea trabajar por el Bien Común y saber educar, ya que esta es la garantía de nuestro presente y de nuestro futuro próximo.

Vivamos con responsabilidad. Feliz Nochebuena y Feliz Navidad. Los bendigo a todos, en especial a todas sus familias y a todas las Instituciones que Uds. noblemente representan.

Sobre el autor

Rubén O. Frassia

Obispo Emérito de la Diócesis de Avellaneda-Lanús y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social. Bachiller en Teología por la Universidad Católica Argentina y se licenció en Teología Moral por la Universidad Gregoriana.

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