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Coach ontológico, para sacar tu mejor versión

Escrito por Ignacio Iribas
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Una definición de Coaching ontológico es “asistir al otro en lo que no puede o no está pudiendo conseguir”.

La idea de ontológico se refiere al sentido del SER (más que del HACER). Al sentido del ser en tanto persona y al sentido de ser del lenguaje en tanto constitutivo del ser humano. Se interesa por el modo particular de ser de las personas. Tomas las distinciones de la ontología del lenguaje y opera, entre otras, mediante herramientas conversacionales.

Es una práctica, una disciplina, un procedimiento y con el correr de las sesiones se transforma en un proceso de aprendizaje que ayuda a conocerse a sí mismo.
Goethe decía: “Lo mejor que puedes hacer por los demás no es enseñarles tus riquezas, sino hacerles ver la suya propia”.
Puede suceder que persona que es coacheada (el coachee) con un conflicto interpersonal tenga lo que se denomina en coaching “un quiebre”.

El coaching en la práctica

A nivel personal el coaching ontológico me ayudó a dejar de quejarme y abordar hábitos saludables y así salir de una situación de bajones, inicio de depresión, despertares nocturnos, insomnio, etc.

A nivel profesional, me ha pasado de hacer coaching con gente que por miedo al qué dirá, qué pensará, al fracaso, al cambio, a quedar como un ridículo, etc., no podía mantener una conversación con el presidente de la empresa o con su jefe. Luego del trabajo realizado y superados los temores el coachee tuvo un resultados muy favorable.

Ahora, por citar un caso, estoy trabajando con una empresa familiar donde se están empezando a hablar temas que antes no se tocaban y si bien todavía queda camino por desandar, el primero es el paso más importante.

El coaching es un proceso y los resultados no se ven de una sesión a otra. Hay que saber mantener el proceso, que tal vez para alguno, en algún momento pueda ser “doloroso” (está empezando a gestionar cambios, hábitos que no estaba acostumbrado hacer).

Acompañamiento y amor

De la experiencia con enfermos terminales me quedo con la frase: Vivimos como si nunca fuéramos a morir y morimos como si nunca hubiéramos vivido.

Ninguno en muchos años me ha comentado que habría trabajado más, que habría querido generar más bienes materiales. En general se arrepienten de no haber manifestado más sus emociones, de no haber compartido más tiempo con sus familiares, con amigos, el contacto con la naturaleza.

No basta con querer, hay que saber hacerlo bien, formarse y aprender de los que saben.

Hay que mejorar en el saber cognoscitivo, en el saber hacer, en el saber ser y en el saber estar.

Muchos me han comentado que no visitan a amigos enfermos terminales porque no saben que decirles. Es que no hay que decirles NADA, hay que escucharlos, hay que estar ahí al lado.

Para mí, en cada enfermo que visito veo a Cristo en él y cuando veo que ese enfermo tiene Fe (y sus familiares también) y muere en paz, se conmueven mis fibras íntimas y algo se mueve en mí, percepciones, sentimientos y razones, que difícilmente pueda poner en palabras y lo dejo a la libertad de cada uno pensar lo que viviría y vivió en ese momento.

Hace justo un año tuve la percepción que ese día que nos tocaba visitarlo (iba con un amigo del alma) nuestro querido enfermo iba a morir. Le llevamos a Jesús, rezamos, cantamos con él y cuando nos estábamos despidiendo, tomados de la mano y con suma paz dejó de respirar. Estaban su mujer y su hermana, uno de sus hijos y nosotros. Lo tomé como un Mimo del alma, un regalo de Dios y de Enrique Shaw a quien siempre pedíamos su intercesión para que no sufriera.

 

Sobre el autor

Ignacio Iribas

Fundador y socio de PEyC (Programas Ejecutivos y Coaching), consultora que promueve la creación de valor a ejecutivos y mandos medios de empresas y de instituciones que deseen atravesar un proceso de transformación.

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