Management

Desafíos de la participación en la gestión

Escrito por Marisol Cuadrado
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Economías alternativas, como la economía social, popular y solidaria, de bien común (EBC), colaborativas, economía de comunión (EDC), sostienen que para generar transformación e impacto social, se tiene que gestionar de manera participativa y democrática, lo que desafía a transformar la cultura organizacional y crear nuevos estilos de liderazgos. Estas economías, gestionan considerando a las personas como fin y no el capital, han superado la corriente del homus economicus.

Luigino Bruni dice, “Si se quiere escuchar a los trabajadores, hay que escucharles de verdad”. Es vital crear un contexto de confianza, en el que los trabajadores puedan decir lo que sienten, piensan, y puedan percibir que se les escucha de verdad. Es un proceso que requiere de sus propios espacios y lugares, pero sobretodo requiere de tiempo (no se pueden hacer reuniones de una hora para empezar a hablar de una crisis seria o temas importantes). Una participación falsa hace más daño que su ausencia. Y hay que escuchar a los verdaderos trabajadores, si es posible a todos, no solo a sus representantes. Tenemos el desafío de generar esos espacios que realmente creen y recreen el trabajo en equipo genuino.

La Edc, considera la organización como comunidad, donde cada una de las personas que la componen son importantes, tal como sucede en el deporte, la música, lo vital es el equipo, a pesar que, ser el primer violinista requiere mayor destreza musical y responsabilidad que la que se requiere para tocar otros instrumentos, todos los músicos con sus instrumentos son importantes.

En una experiencia de la Edc que se sistematizó y hoy es una política de gestión, se generó un instrumento al que llaman “células de discusión”, conformadas, por un director y empleados de diferentes aéreas y niveles, con el fin de promover la participación y democratización. Además buscan poner en relación a los empleados para generar bienes relacionales entre sí, dinamizar la estructura y, superar las restricciones de la estructura jerárquica. Organizan reuniones periódicas con el objetivo de discutir y evaluar los distintos sectores de la organización para tratar de proponer ideas o soluciones. Una vez por mes, se realizan asambleas con todos los miembros de la empresa y allí se pone en común distinta información y una visión general de los problemas y las oportunidades para que posterioridad sean tratadas en las células.

Sin embargo si observamos la estructura y gestión de la mayoría de las organizaciones, el modelo que predomina se caracteriza por la verticalidad (procesos de arriba hacia abajo) y por estructuras jerarquizadas. Su origen es en la antigüedad, para organizar los grandes ejércitos, se usaba este modelo y organigrama de estructura piramidal actualmente sigue estando vigente.

Las organizaciones tradicionales, generalmente no promueven espacios de diálogo con los trabajadores, utilizan el mecanismo de participación sólo en instancias de crisis y existen diferentes posiciones, por ejemplo una clásica es la acción de reducir personal (a pesar de que no es un dogma, sino, casi siempre, una elección), y lo realizan en el plano ‘político’: los empresarios se reúnen con los sindicatos, proponen un plan de viabilidad y la crisis se negocia ‘políticamente’, decidiendo cuántos trabajadores hay que despedir en post de la supervivencia.

Sin embargo, al menos por nuestras experiencias, muchas veces las crisis son oportunidades, para afrontarlas de la mejor manera posible, es fundamental intervenir a tiempo.

Los “líderes” se adelantan a las crisis importantes, comprenden cuál es el momento adecuado para intervenir, interpretando las débiles señales que permiten prever cuándo va a detonar. Además, escuchan a los trabajadores al principio de la crisis (externa o interna) y no al final, cuando a veces la única comunicación que queda es la de una solución ya decidida a otro nivel. ‘Involucrar’ a los trabajadores en esta fase terminal, además de no ser de utilidad, sólo sirve para aumentar el sufrimiento.

Otras empresas, ante la misma situación, siguen el camino del mercado, y ofrecen incentivos individuales y compensaciones monetarias a los despedidos. Se evidencia que está ausente el actor principal, la comunidad de trabajadores. En un caso hay una mediación, están representados, y en el otro sólo hay individuos (muchas veces en conflicto entre ellos), propio de la cultura competitiva. Sin embargo, una empresa no es ni un pequeño congreso ni un conjunto de individuos separados, relacionados por un contrato con la propiedad.

Las empresas “reales” tienen vida si son capaces de crear una comunidad de relaciones positivas entre todos los actores que la conforman. La propuesta de las EBC tiene mucho en común con el movimiento cooperativo.

Desde la experiencia de las células podemos generar una nueva cultura de participación y seguramente se incrementen los participantes del sector privado en organizaciones de participación ciudadana, o en las Juntas de Participación Vecinal, Audiencias Públicas, Presupuesto Participativo, en la experiencia de Córdoba hasta el momento es muy bajo el nivel de participación.

Accionando sobre aquello que tenemos incidencia inmediata, por resonancia y fortalecimiento de las redes, desde el cambio personal y comunitario, generamos un efecto que trasciende nuestro aporte a la transformación. A muchos la realidad nos interpela nos molesta, soñamos con una política distinta, con una economía con centralidad en la persona, que genere dignidad, con la certeza que en nuestras manos está el potencial de transformación, el nuevo paradigma está aconteciendo; serán los cambios personales y colectivos la fuente propulsora y creadora de los nuevos estilos de gestión. Estoy convencida que la comunicación de este nuevo acontecer depende de nosotros.
Bibliografía:

  • Bruni Luigino, crisis empresariales, Ciudad Nueva
  • Felber Cristián, Empresas del bien Común
  • Buchara Francisco, tesis ¿Cómo transmitir los principios de la Edc en la empresa?
  • Perdomo Boga Yaniré, Economía Biocétrica y comunidad, El retorno al origen.

Sobre el autor

Marisol Cuadrado

Contadora Pública Nacional por la UBA. Coach sistémica y facilitadora de Constelaciones familiares y organizacionales. Socia Fundadora de Quod Coaching. Docente Pensamiento Social Cristiano, Carrera Contador Público Universidad Católica de Córdoba.

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